ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 16

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ᴀɴᴅʀᴇ
¡ɢʀɪᴛᴀʟᴇ ɪᴅɪᴏᴛᴀ ᴀ ᴡᴀsʜɪɴɢᴛᴏɴ!


Tras un par de días de viaje al fin llegamos a nuestro destino, el sol apenas comenzaba a asomarse cuando Alexander y yo habíamos llegado a la residencia de Benedict Arnold. No creo que haga falta hablarles sobre el viaje, fue todo menos un paseo romántico en carruaje, en primer lugar el calor era insoportable, Alexander se veía nervioso así que no habló conmigo para nada y creo que puedo entenderlo estaba pasando por mucho.

Asesinó a uno de sus amigos y luego tuvo que mentirle a Laurens, decir que su mirada se notaba perdida no era suficiente para describir lo que seguramente estaba pensando en ese momento, cargar con la muerte de compañeros no es fácil, mucho menos cuando tu la provocaste, tampoco es fácil tener que acompañar a otro de tus amigos en busca de documentos que serán de utilidad para el lado británico.

—John, llegamos.

Dice Alexander de repente, vuelvo a la realidad dándome cuenta de que estábamos frente a la entrada principal, suspiro acercándome a tocar la puerta, pasados un par de segundos una joven abre la puerta, contengo el aliento al ver a mi querida Peggy, aquella chica a quien aparte para dejarla casarse con un hombre que le traería bien, se veía radiante, su hermoso cabello estaba peinado perfectamente, todo en ella era totalmente elegancia.

—John, es un gusto verte de nuevo — Su melodiosa voz hace que mi corazón comience a latir con fuerza, intento controlarme por el bien de mi estabilidad.

—El gusto es mío querida, él es Alexander Hamilton, un amigo mío — Digo apresuradamente.

—Es un placer conocerla.

Ella asiente con una sonrisa la cual desaparece rápidamente convirtiéndose en una mueca de seriedad — Él está esperando en su estudio — Anuncia haciéndose a un lado para dejarnos

Al entrar en la residencia me dirijo junto a Alexander rumbo al estudio de Benedict recorriendo el camino que Peggy nos había indicado, puedo ver de reojo el rostro de Alexander y por su forma de apretar los labios deduzco que seguramente estaba aguantando las ganas de preguntarme algo.

—La conozco desde hace un par de años, ella fue un amor juvenil pero decidí que estaría mejor en manos de Benedict Arnold.

—Mala decisión — Dejó escapar una carcajada ante el comentario.

—Definitivamente.

Abro la puerta que se encuentra al final del pasillo, justo la que Peggy había dicho era el estudio de Benedict. El hombre se encontraba sentado frente al escritorio mirando un par de papeles, seguramente fingiendo que tenía cosas importantes que hacer, Alexander se aclara la garganta como forma de hacer notar que estábamos ahí.

El hombre levanta la mirada sonriendo al verme y haciendo una mueca tras ver a Alexander.

—¿Señor Hamilton?

—Benedict — Responde el pelirrojo a mi lado, por su expresión me es fácil deducir que posiblemente no se llevaba bien con Arnold, no sería ninguna sorpresa.

—Explicaciones después, caballeros atendamos los asuntos por los que estamos aquí.

Digo rápidamente caminando al escrito del hombre, presentía que sería una tarde terriblemente larga.

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De acuerdo este es el momento en el que tienen que darle play a la música dramática de misión imposible, voy a explicarles. Luego de haber recibido documentos e información por parte de Benedict Arnold y haber evitado una pelea el tipo nos había invitado a quedarnos en su hogar a dormir, mala decisión lo se.

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