*Capítulo 21

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Desde la ambigüedad más lejana, hasta la vitalidad más futura: la «muerte», como un fenómeno final, se cree tan natural como el nacimiento. El cielo, el océano, los días, las noches y cualquier otro elemento existente en el mundo, es simplemente el resultado de una infinidad de posibilidades que forman eso que llamamos «vida».

Pero indiscutiblemente, todo comienza a morir a partir de la concepción.

Desde el átomo más pequeño hasta las estrellas más grandes que conforman el universo llegarán, eventualmente, a un final.

Sin embargo, cuando la mortalidad es asumida como una realidad inevitable, es ahí cuando realmente se empieza a vivir... a experimentar, a disfrutar, y a querer. Porque no hay vendas ni consternaciones futuras sobre la existencia. Cuando el «despertar» se extiende sin restricciones... sin límites... es posible vivir una vida digna, memorable y soñada, una vida feliz.

Quien vive bien, naturalmente, sabrá morir bien.

La vida y el tiempo se conocen como uno de los amores más contradictorios en la historia.

"¿Qué haces aquí, Kookie?"

Taehyung se detuvo detrás suyo. Jungkook le percibió desde la lejanía, pero no fue hasta que su humano se acercó hasta él, que le escuchó llegar.

Estaban sobre el final del muelle abandonado. El androide, quien llevaba al menos media hora en el lugar, se había sentado casi al borde de la superficie con los pies colgando.

"Necesitaba pensar" le contestó.

La brisa golpeó con fuerza y un par de gotas del mar les salpicaron en el proceso, como una lluvia efímera y fugaz. Taehyung se abrazó a la chaqueta que llevaba encima y tiritó del frío.

"Ven aquí..."

Jungkook se hizo a un lado en el borde del suelo de madera vieja.

El mar iba y venía de vez en cuando, todo bajo sus pies. La marea se había encargado de golpear la estructura del fuste en el que estaban ubicados y la luna observaba la escena desde lo más alto.

Taehyung se sentó a su lado, un poco temeroso por el abismo que tenía enfrente y que supo expresar con un mohín bonito en los labios. Jungkook le recibió con un brazo tras su espalda.

"¿Lo haces mucho?" le preguntó despacio, acurrucándose a su lado "¿Piensas muy seguido?"

El androide asintió en silencio, inmediatamente emanando un pacífico calor con el cuerpo para evaporar el congelado tacto de sus entrañas. Solo para su humano.

"Es como estar solo con el mundo" murmuró entonces "Tan singular. Es solo... yo. Mi única existencia"

La noche se estrelló por sobre sus ojos, tan oscura como siempre. Era casi de madrugada. Pero al no poder dormir... solo podía refugiarse en los pensamientos de su propia mente. En sus consternaciones, en todo lo que estaba pasando y en lo que podría suceder en el futuro.

"... ¿te lavaste?" le susurró a su humano de repente "¿Jacob consiguió hacer funcionar esa bombona de agua?"

Taehyung asintió y se apegó más al pecho del androide cuando otra brisa les acarició desmesuradamente. Se ponía muy calientito cuando estaban así de cerca.

"Sí, pero solo sale agua fría" refunfuñó bajito.

Jungkook sonrió ladino.

Aunque —algo muy dentro suyo—, electrificó toda la zona de su cuerpo como reproche. No podía ofrecerle algo más que no sea un lugar cómodo donde dormir, comida enlatada y su insignificante cariño. Él sabía, claro que sabía, que su humano no se merecía vivir en las condiciones en las que él mismo terminó arrastrándole. No lo aceptaba como su realidad.

My Human. {Taekook}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora