*Capítulo 9

356 54 9
                                    

«¿Eres una máquina que ejecuta programas o eres un ser viviente que puede razonar?» Sé una cosa o la otra, pero jamás ambas. Solo los tontos se dejan guiar por la ignorancia. Pero los reales ignorantes son los que se mienten a ellos mismos, los que conocen cada estrofa y aun así no desean leer lo escrito. Porque son los verdaderos farsantes, porque tratan de engañar al resto, envueltos en mentiras y barbaridades. Egoístas con sus propios corazones. «¿Qué sentido tiene ser libres sin estar vivos?» 

Corrió. Y corrió como nunca antes lo había hecho. Su cuerpo entero se desprendió de cualquier razonamiento. Sintiéndose extremadamente fuerte. Liberado. Recuperando energía por cada respiración. Huye. Huye. No voltees. Así que atravesó cielo, mar, tierra... y se estrelló de bruces contra una fina línea de desolación.

¿Temor?

Hoseok tenía la mente y el alma en un solo objetivo. Pero, con el trascurso de los segundos, temía que sus deseos jamás se hiciesen realidad. Como un desagradable sentimiento de descontrol. Como si presintiera que algo podría salir mal en algún momento. En el pasado experimentó constantemente aquella emoción. Aquellas. En plural. El miedo. La ansiedad. Y la frustración por no conocer el futuro de su propia vida. «Se acabó», pensó. «Ya no más». Ahora que había abierto los ojos tenía que hacer todo a su alcance para poder pelear de regreso. Para poder defenderse y proteger a los únicos en su mente. 

Porque eso era lo único en lo que podía pensar.

«¿Estarán bien?», suplicó.

Lanzó una piedra usando toda la fuerza de su muñeca. Tuvo éxito. Rompió el ventanal de vidrio y se escabulló como pudo entre los cristales. Dejó algunas raspaduras superficiales en las palmas de sus manos, pero no se detuvo en absoluto.

Cayó contra el suelo, colisionando como un pesado saco en el piso.

Todo estaba oscuro, ni siquiera la luz lunar y las estrellas en el cielo lograban entrometerse a través del ventanal. Aquel detalle jugaba a su favor, pues podía esconderse en algún lugar si las cosas no salían bien en el primer intento. Miró a su alrededor y agradeció que posiblemente se encontraba solo en aquel lado del establecimiento. 

Se había metido por la parte trasera del restaurante, ahí donde siempre estuvo mirando... observando... ahí donde había encontrado una vulnerabilidad en la seguridad del local. Estuvo tanto tiempo trabajando en el mismo lugar, que trató de aprenderse todas dimensión de cada rincón posible... memorizado cada detalle, cada salida o entrada.

Después de huir y desaparecer mágicamente del estacionamiento policial, se mantuvo oculto bajo las alcantarillas de la ciudad. Y esperó hasta que la noche cayera para poder moverse cautelosamente. De día era mucho más sencillo ser identificado por los drones de la policía si trataba de espiar en la superficie. Pero de noche la situación cambiada drásticamente, pues la oscuridad de los callejones menos concurridos eran los puntos más débiles de aquella tecnología. Entonces esperó al momento correcto para poder recuperar a «sus hermanos». 

Porque no iba a dejarles ahí, no ahora.

Jimin... ese androide detective que le atrapó, gracias a él ahora sabía que tenían a sus hermanos encerrados en el almacén trasero del restaurante. No les habían traslado a otro sitio desde entonces. Sin dueños, sin algún lugar a donde ir... y sin los cuidados necesarios, era el único lugar en el que podían dejarles. ¿Por qué? Porque el jefe del local era un cretino, era el desgraciado más tacaño de toda la historia, que se retorcería en su propia mierda cuando encuentre ese ventanal que destrozó con una simple piedra. 

Hoseok rompió la puerta del almacén de un solo golpe.

Se estabilizó y entró en silencio. Ahí estaban. De pie y con los ojos cerrados, uno al lado del otro en una fila. Rectos y dormidos, como si estuvieran desconectados del mundo. 

My Human. {Taekook}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora