Lección 7. Seguridad

5 1 0
                                    

«¿Qué ladrón va a robar lo que no puede ver?»

Para dejar esto claro, podrás estar en la universidad más cara del mundo, en el centro de educación más exclusivo, y aun así «perder» desde un bolígrafo hasta una laptop, gracias a esos cleptómanos que carecen de necesidad monetaria mas no anímica para hurtar. El problema radica en que no conocen límites y, por si fuera poco, les gusta sentir la adrenalina de «unirse al lado oscuro». Hay gente capaz de robar por robar, el medio se vuelve el fin.

Dicho esto, cuando asistas a clases, quítate esos prejuicios que te impulsan a tener esa falsa sensación de seguridad en el campus, al contrario, la precaución en todo aspecto de nuestras vidas nunca está de más, diría un sabio señor: «Hombre prevenido vale por dos». Tú debes ser esa persona que cuide sus pertenencias con suma diligencia, en vez del ingenuo que se convierte en la primera presa del cleptómano del aula.

Déjame contarte un pasaje interesante de mis experiencias como principiante, de primer año. En mi grupo se encontraba alguien con una habilidad para sustraer (objetos) realmente sorprendente, esta persona no solo hurtaba, era un artista; actuaba sigilosamente como una pantera que se agazapa para alzar sus filosas garras en el momento justo, sobre una desprevenida presa.

Los atracos se realizaban a una velocidad increíble, a plena luz del día, rayando ya en lo paranormal. El primer golpe fue el celular galaxy, de una estudiante que se levantó de su lugar para acudir al profesor, sin pensar que dejar su móvil encima de la paleta sería su perdición; en el espacio de cinco minutos o menos, entre el ir y venir (de ella), alguien tuvo la suficiente habilidad para tomar el celular, apagarlo y ocultarlo sin que nadie lo atestiguara, estando en pleno salón de clases junto con todos los demás compañeros cerca.

La misma persona que en otra ocasión, sustrajo otro celular y una tarjeta de débito en una mañana, sin que igualmente, nadie le viese cometer sus delitos. Pasaban los meses, y regularmente se repetían estas escenas, ¡siempre en mi grupo! Lo que quiere decir que, de los cuarenta alumnos, alguno de nosotros era el responsable, y se mantenía aprendiendo con las mismas personas en cada cambio de período de estudios.

Obviamente solo era necesario ir pensando en quienes se sentaban cerca de los lugares donde se dieron las sustracciones, un poco de observación para analizar conductas sospechosas y algo de intuición para poder descubrir al cleptómano; su nombre era un secreto a voces, pero los robos se terminaron y nunca se pudo confirmar si esa persona era o no el culpable.

En mi caso, incluso me volví amigo de este individuo (el imputado según los chismes), lo que, si en primer lugar me hubiera acercado más para saber si él era el culpable, terminó por confundirme, y todavía en la actualidad este es un misterio que parece quedar sin resolverse. Dejando de lado estas cuestiones detectivescas, lo que tú debes aplicar no es ninguna ciencia, se trata de simples consejos razonables que a cualquiera se le ocurrirían mediante el sentido común.

Debes tener siempre bajo tu cuidado tus pertenencias, o si no puedes, puedes delegar a alguien que sea de confianza, sobre todo cuando portes objetos de valor, como una tablet. Ya rayando en la paranoia, algunos hasta pueden pensar en aplicar el uso de un candado con clave para sus mochilas pero el criterio más razonable es que esto solo servirá para mandar el siguiente mensaje: «Miren, aquí tengo algo de muchísimo valor, si no fuera así, no trataría de imposibilitar el acceso», así que simplemente, una de las mejores estrategias es volverse invisible, ¿qué ladrón va a robar lo que no puede ver?, es deber tuyo aparentar no portar nada extremadamente valioso, incluso ocultar estos objetos. Por ejemplo: al caminar por las vías públicas a tu universidad, es muy recomendable portar el celular escondido en la mochila en vez de llevarlo a plena vista en la mano, o en el bolsillo. Claro está, tal vez este consejo se encuentre más orientado a personas que viven en lugares de mayor riesgo, pues todo dependerá de tus particulares circunstancias, sin embargo, nunca estará de más la precaución.

En concordancia con lo anteriormente expuesto, también es necesario dar pie al tema de los objetos olvidados, que en muchos casos pueden terminar en manos de seres sin escrúpulos. Una de las claves para no olvidar nada de tus pertenencias, es reforzar el hábito de guardarlo todo, de tal manera que hasta lo hagas inconscientemente. Se volverá algo tan arraigado que guardarás tus cuadernos, lápices, entre otros, actuando mecánicamente sin correr el peligro de dejar nada atrás, que de lo contrario pronto pasaría a la lista de las nuevas pertenencias de un hijo de vecino.

Otro error muy evidente, y del que ya he tratado en esta lección, es la confianza, a veces al estar en una biblioteca, por ejemplo, se crea esa sensación de falsa seguridad, y dejamos nuestra mochila sin supervisión, ¡cuántos errores no comete el ser humano por confiar!, cuídate de pensar que, por estar en determinado lugar, nada va a pasar, pues resulta que las apariencias a veces son engañosas.

Resumen

No te confíes y supervisa tus pertenencias:

v Ocultar los objetos de valor.

v Delegar a alguien de confianza para cuidar nuestras cosas. (¿Al personaje más irresponsable del salón? Evidentemente, la respuesta es negativa).

v Incentivar el hábito de guardar todo.

v Aprender a prevenir, y abrazar ese lado de precaución que todos tenemos, ese instinto que nos indica «aquí huele a peligro».


Manual de supervivencia universitariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora