Lección 11. Segundo dilema: universidad vs pareja

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«De pronto han encontrado al 'amor de sus vidas' (que solo durará un par de meses)»

¿Es posible cultivar una relación sentimental y al mismo tiempo dedicar nuestras energías a aprender?, ¿podemos atender a dos clientes al mismo tiempo?, ¿será rentable dedicar parte de nuestros activos a esa cuenta bancaria llamada noviazgo, mientras somos deudores de nuestros estudios universitarios?

La respuesta a todas las anteriores preguntas no es tan simple, podría decirles un rotundo «no», o un ingenuo «sí», pero la realidad me impulsa a ser más pragmático respondiendo que «depende».

Para aquellos saltamontes que ya se encuentren impacientes, déjenme expresarles que tantas circunstancias muy distintas, así como las relaciones de pareja tan variopintas que existen, -imagina que cada una es un plato del menú y que tienen distintos sabores- no pueden ser resumidas en una respuesta fácil, llana y sin mucho análisis.

Si Juan reúne un día el valor de confesar sus sentimientos a Sofía y ella responde «no estoy interesada, ahorita estoy ocupada con mis estudios», (a pesar de que al siguiente mes estará saliendo con alguien más), podemos preguntarnos: ¿está ella en lo correcto?, ¿es más bien una excusa porque no le atrae Juan?, la segunda interrogante es mucho más fácil de dilucidar que la primera.

Si ya expresamos que depende, esto significa que hay casos en los que las parejas pueden tener una relación plena y satisfactoria sin crear interferencia con sus estudios, pero también dejamos abierta la puerta para esos cuadros clínicos de personas que son un desastre y ya juntas el caos se multiplica al cuadrado. ¿Cuál es la diferencia entonces?, ¿por qué unos pueden triunfar donde otros fracasan?

Hablemos del mejor escenario, uno que se encuentra sumergido en un mundo ideal pero que tampoco es tan difícil de encontrar: si el sujeto A es buen estudiante, responsable y tiene claras sus prioridades, al juntarse con la señorita B, si ella posee las mismas virtudes, ¿qué podemos esperar?, muy posiblemente sepan complementarse y gestionar correctamente su tiempo.

En la vida, sobre todo en la universitaria, la gestión del tiempo es vital, en consideración a que no puede ser simplemente derrochado, al contrario, se aprovecha 24/7 para obtener excelentes resultados, entonces debemos de observar una relación como un barco, uno que se dirige por buen rumbo, si analizamos el caso ideal, en el que tanto A como B tienen excelentes expedientes; más bien son personas que llegan a aportar, no a disminuir, se podría decir que tienen sus «copas llenas». Cuando se tienen buenas cartas, solo falta el elemento de la habilidad del jugador para ganar, justamente si el barco está construido con mucha calidad y su tripulación tiene habilidad para navegar sobre los mares, -la suficiente para enfrentar las adversidades y tormentas- entonces ya podemos concluir qué se puede esperar a futuro.

Ahora, ¿qué significa que A y B, puedan navegar contra la adversidad?, en lo concreto puede referirse a personas conscientes de cuándo platicar, mensajear, entre otras actividades distractorias, y el momento oportuno para dejar de lado sus interacciones personales, para centrarse en los estudios. Por ejemplo: en la temporada de exámenes o al entregar un trabajo. Son esas líneas que no deben ser cruzadas, las que permiten una relación amena, constructiva e incluso potenciadora cuando con tu compañera no solo puedes hablar de temas irrelevantes como el video viral de unas ratas peleando por un churro, sino que es alguien con quien se puede debatir temas de clase, elaborar guías y disipar dudas; en síntesis, se suma a tu vida académica y no se resta.

El problema y a la vez, el grandísimo dilema consiste en que tanto las relaciones tienen la capacidad de ser constructivas como totalmente destructivas, y en vez de potenciarte, reducir todas tus posibilidades.

Comencemos con el análisis del segundo caso, cuando las relaciones sentimentales más bien entorpecen nuestra misión como universitarios. Generalmente partimos de dos clases de esquemas; en el primero ambos sujetos son irresponsables y juntos todo se agrava todavía más, podemos encontrarnos con parejas que prefieren pasear por el campus antes que entrar a clases. En cuanto empiezan a salir, se vuelven fantasmas del salón, es un «adiós vaquero» total, si antes podían faltar a clases con cierta regularidad, ahora se vuelve la regla.

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