Manual de supervivencia universitaria

Lección 19. Técnicas de estudio a prueba de tontos

«La mosca puede serliquidada de maneras sencillas y sin desgastarnos innecesariamente»

Difícilmente -a como ya se adelanta en el título-, podrá alguien que interiorice el cúmulo de técnicas presentes en este apartado, fallar en la eterna lucha por la supervivencia universitaria. Se trata del tema clave (y esencial) de «aprender a aprender», porque no todas las formas de estudio son óptimas, algunas resuelven, pero si quieres ir más allá, necesitarás estrategias realmente buenas y eficientes.

La diferencia entre estudiar a lo loco y hacerlo metódicamente, es como tratar de matar una mosca con una granada, en comparación con los métodos comunes y más eficientes. Muchas veces podemos enfocar nuestros esfuerzos para obtener buenos resultados sin ser poseídos por el espíritu obsesivo del trabajo, es decir que es posible conseguir «más con menos». La mosca puede ser liquidada de maneras sencillas y sin desgastarnos innecesariamente, todo esto sin tomar en cuenta lo difícil que sería darle con una granada, primero tendrías que dormirla con algún gas.

Debo aclarar de antemano, pequeño saltamontes que no todas las técnicas te serán útiles, así como uno debe probarse los zapatos antes de comprarlos, es vital que analices e incluso pruebes cuáles son las que te dan mejores resultados. Los cerebros de los seres humanos no fueron creados idénticamente por lo que hay personas que tienen facilidades y contrariedades con ciertos tipos de estudio.

Lo importante es revisar tus circunstancias y ver qué sirve para ti, en todo caso podría ser muy pretencioso pensar en aplicarlas todas de ahora en adelante, lo mejor será que te hagas a la idea de esta lección como un bufete, donde tú escoges qué plato servirte, con base a tus preferencias. No quieras abarcar mucho de una sola vez, mejor analiza cada técnica con atención y sé selectivo en lo que vas a emplear para tus estudios.

Modo avión

La escena que voy a describir, probablemente te resulte familiar; tienes un examen cerca o cualquier actividad académica muy importante por lo que debes estudiar intensamente, te preocupa fallar o que la prueba sea muy difícil así que has decidido -por fin- sentarte en tu escritorio (o donde sea que estudies) para quemar tus neuronas.

Para maravilla tuya, justo en esa tarde tus amigos te llaman para salir a comer, o la muchacha que siempre te ignora -esa fría piedra llamada Sofía- decide escribirte para conversar cualquier trivialidad, también pueda ser que llegue una notificación de alguna de tus cuarenta redes sociales (revisar otra vez la lección el uso correcto de las redes sociales) y cuando te das cuenta, han pasado dos horas sin que hayas hecho nada.

Otro caso muy común es que comiences a leer tus textos y apuntes, pero cada cinco minutos te hagas el loco, dedicándote a divagar con el celular; no puedes pasar media hora sin sentirte desconectado del mundo, hay que estar pendientes de los absurdos que se postean en las redes, incluso si es un test donde tu amigo Juan asegura que es el próximo Stephen Hawking, con un IQ superior a los 300 puntos, claro está, las preguntas que hacía el test iban por el orden de: "¿Cuál era el color del caballo blanco de Napoleón?"

En ambos casos pasan las horas, y tu avance se reduce estrepitosamente, tienes que abarcar muchas unidades o tal vez leer cien páginas, pero cuando acaba el día, no has pasado de la portada y si llegaste a curiosear el índice, ya es mucho. El problema del ser humano es que muchas veces -y sobre todo con las actividades de aprendizaje que necesitan de un esfuerzo intelectual intenso-, es difícil entregarnos al 100 %, lo que se empeora cuando estamos distraídos, es decir, cuando nuestra atención no está fija en una tarea.

Esto no quiere decir que sea imposible (a veces y dependiendo de las actividades) realizar dos o tres cosas al mismo tiempo, pero tampoco quieras ser exagerado al intentar leer filosofía mientras estás en un concierto de rock.