La enorme cristalera dejaba ver a través de ella un amplio salón donde se disponían una pequeña cantidad de mesas, al menos diez de un color blanco que contrastaba con el negro de las sillas. Desde fuera no se veía bien el escaparate con los dulces pero si se empezaba a oler aquel dulce aroma que te hace darte cuenta de que tienes más hambre de la que podías imaginar.
Eva se adelanta entrando primera haciendo que la puerta se deslice a su derecha y salga con más fuerza el olor del motivo por el que Anaju madruga cada mañana. Seguro que merecen la pena si tan bien huele.
Siguiendo a Eva me adentro hasta la barra que deja ver a un lado un par de porciones de tarta y unas galletas, giro sobre mis talones para ver detrás de mi el salón que es más grande de lo que se puede ver desde fuera ya que a simple vista parece un pequeño recuadro pero su distribución lo hace más alargado dejándole gran amplitud entre mesa y mesa sin que se cuele la conversación que pueda tener la mesa cercana y evitando así que el ruido sea muy alto ya que no hace falta elevar el tono para conversar. Pese a todo ahora mismo lo único que se oye es un sonido de máquinas al fondo de un marco al que no podemos acceder fácilmente ya que está al otro lado de la barra.
Solo vemos la luz de los fluorescentes que sale del cuarto porque aunque para los clientes todo está iluminado con la luz del sol allí donde se encuentra la maquinaria y ahora mismo Anaju la única luz que llega es la de la corriente eléctrica.
-Voy avisarla, no te muevas de aquí- me dice Eva echándome una rápida mirada.
Afirmo con la cabeza y veo como desaparece colándose por una pequeña entrada donde simplemente tiene que empujar un trozo de madera oculto a mi vista para llegar hasta el marco de donde sale tanta luz. La oigo a lo lejos, primero la sorpresa de Anaju y después algo que parece unas disculpas o un tono que se asemeja a el ruego para finalmente dar paso a las dos figuras femeninas a contra luz en el marco de la puerta.
-Hugo, ella es Anaju o bueno Ana Julieta, o Julieta, o Ana, no sé como querrá que la llames- Eva sonríe a su amiga que niega en señal de cansancio.
-Anaju con eso me basta, encantada Hugo- dice estirando su mano tras la barra.
-Igualmente- murmuro con menos voz de la que pensé tener ya que mi garganta parece haberse secado.
Ellas se quedan tras la barra y mis ojos se dan el permiso de recorrer la cara de la que probablemente sea ahora mi jefa. Tiene los labios de un grosor llamativo pero no tanto como la chica que está a su lado con una mirada perdida entre ambos. Sus ojos son del color del café o más oscuro incluso ya que sus pupilas se camuflan entre la poca luz que hay en ellos, pero eso a su vez la hace brillar con la luz del sol. En su ceja derecha, próxima al centro de su cara hay una enorme peca que desde luego la hace tener un toque llamativo en toda la seriedad que reluce, con esa peca parece ser que ella también es humana y no tan seria. Su pelo está recogido en una coleta alta que empieza apagada y acaba encendida.
Todo en ella reluce tan profundo que aparto la mirada a Eva la cual ha empezado a prepararse un café mientras Anaju hacia lo mismo conmigo, repasar cada parte de mi cara y por su expresión no debo ser lo que Eva le dijo que vendría a trabajar.
-Tenías experiencia en hacer repostería, ¿no?- dice cogiendo un trapo que debía llevar en su cintura y limpiándose las manos.
Eva se gira rápidamente a mirarme alarmada, tal es su preocupación por mi respuesta que hasta Anaju se da cuenta de que ese giro brusco iba con alguna intención.
-¿Pasa algo?- le pregunta a Eva.
-No, que va solo quería saber que decía porque pensé que afirmaría con la cabeza- dice sonriendo.
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En todas partes
Teen FictionCuando tu vida es una rutina, estas acostumbrado a vivir en el bucle y te conformas con lo que tienes; un solo cruce de miradas bastará para que el corazón te dé un vuelco y tus sentimientos pierdan el control de lo que creían que era estar enamorad...