22. Ingobernable

483 51 7
                                    

Odio los sitios vips. Siempre he tenido la sensación que desde estos pequeños lugares la gente se sentía superior y miraba a aquellos que no estaban en los reservados por encima del hombro, ya fuese por el simple hecho de que están a mayor altura como si tuviesen la necesidad de ser más visto o llamar aún más al atención o solo por un hecho de clases, es decir, el mirar por encima creyendo que eres mejor que el resto ya que tú te puede permitir uno de los reservados. 

Siempre que celebramos estás fiestas para el lanzamiento de las revistas se suele reservar uno de los balcones de la discoteca donde con solo asomarse un poco miras a la pista viendo a la gente bailar pegada, cuerpo con cuerpo. No comprendo los sitios vips, si no quieres estar en contacto con el resto de la gente directamente no vayas a una discoteca porque vas a tener que aguantar también el olor a alcohol combinado con sudor pese a que intenten camuflarlo con mil ambientadores diferentes.

Esta vez en el reservado solo estamos Samantha con el camarero, Flavio, del cual no se ha despegado desde que se han encontrado en la entrada. Ella le ha invitado porque o bien ya se han dado más de un beso o están a punto de ello, vamos, al menos de esta noche no debería pasar, por las posturas que van cogiendo en el sillón del reservado. También están un par de compañeros de Samantha como es el caso del amigo de Eva, es decir, el chico de las prácticas de Samantha que no la ha quitado ojo de encima, muy a su pesar ella no le ha dirigido ni una sola mirada. Por suerte también están Maialen y Bruno los cuales parecen tener cosas que hablar porque solo hacen más que dirigirse miradas, más bien Bruno el cual se acerca junto a mí a la barandilla del balcón.

-Creo que ambos necesitamos un par de copas- me dice en una risa.

-Demasiadas y lo peor es que yo ya he entrado con calentamiento de fuera-bufo.

-Así que por eso te has ido unos minutos eh- sonríe negando- Tú siempre igual.

-Hombre si uno quiere pillarse una buena pues tiene que coger tono de fuera que aquí dentro te cobran más ya lo sabes- digo encogiéndome de hombros.

Me apoyo en la barandilla con los antebrazos notando la mano de Bruno sobre mi espalda en señal de compresión. Inconscientemente empiezo a buscar por la pista la melena color caoba con ese ondulado especial que me tiene con tanto dolor de cabeza. Veo por el rabillo del ojo como Bruno se apoya de espaldas en la barandilla siguiendo él con sus ojos a la chica con la que ha compartido demasiadas cosas y seguramente se esté muriendo por ir a besarla bajo ese humo que echan de vez en cuando en el medio de la pista volviéndose a sentir dos quinceañeros.

-¿A quién buscas tú?- me pregunta acercándose un poco para que le oiga.

-A nadie- suspiro mordisqueando mis labios-. Absolutamente a nadie.

Me levanto para coger una copa cualquiera cuando la mano de Bruno me acerca una de las que sostiene en sus manos, brindamos sin decir nada y de un solo trago noto bajar todo el alcohol mezclado con lo que sea que fuese por mi garganta. Me mira esperando a que acabe de beber mientras da pequeños tragos a su copa.

-Joder, para no buscar a nadie estás bastante jodido eh- me dice cogiendo mi copa dejándola en una mesa.

-Mira, tu que puedes ve a por Mai, bájala a la pista y disfrutar de esta noche que ambos estáis deseándolo.

Me giro hacia el interior del reservado para ver a Maialen con su copa sola dando pequeños traguitos, nos estaba mirando pero rápidamente baja la mirada.

-Te estaba mirando y todo- le digo con una palmada en la espalda.

-No es momento tío.

-Nunca lo será si sigues así, por favor Bru, hazlo- le suplico.

En todas partesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora