Los nervios por la cantidad de cosas que uno se puede llegar a imaginar que pueden pasar el primer día de trabajo son traicioneros, no te dejan dormir ya que las escenas donde el final te deja de nuevo en la calle se acumulan hora tras horas. Cuando suena el reloj llevo un total de dos horas dormido con demasiadas interrupciones después de haber intentado irme a la cama antes de lo normal para conseguir esas ocho horas que necesita mi cabeza para no hacer nada de lo que pueda arrepentirme me levanto de la cama haciendo a un lado la manta y la sábana que cambié hace poco por el edredón que las últimas noches me hacía sudar como si estuviese durmiendo en una sauna.
Oigo a Samantha ir a la cocina y en lo que yo hago la cama ella desayuna para después intercambiar nuestras posiciones, yo me tomo una taza de café que solo será la primera de varias antes de salir de casa y ella hace su cama ocupando el baño antes de que pueda entrar yo antes a lavarme los dientes si quiera. Abro a puerta del armario de mi habitación mientras la escucho trastear por el baño, miro todas las prendas que tengo, las colgadas de las perchas y las que están dobladas, pero no se que es lo que debería llevar puesto ya que en el garaje lo tenía fácil, fuese lo que fuese me ponía el mono encima y pasaba a un segundo plano. Solo tenía que verme esa ropa la gente con la que me cruzaba en el tren recién levantados y cansados y los que volvían del trabajo al final de la jornada por lo que también iban cansados y echando una cabezada en el vagón.
-¡Sam!- digo intentando llamar su atención.
-¡Qué!- se queja desde el cuarto de baño.
Intuyo que está poniéndose la camiseta por lo amortiguada que suena su voz aparte de por la puerta cerrada.
-¿Podrías venir un momento?
-Hugo tengo prisa, ¿qué pasa?
-No se que ponerme- suspiro frotando con mi mano el ojo derecho aún con sueño.
-¿Enserio?- suena sorprendida
Al no recibir respuesta alguna de mi más que silencio se da cuenta de que no tengo ni idea de como debería de ir vestido a la que sería mi segunda entrevista de trabajo si es que esto es una entrevista de trabajo porque según Eva el trabajo era mío sin tener que hacerme si quiera pregunta alguna antes sobre mis conocimientos sobre repostería.
-Vale, sabes esa sudadera blanca que tienes y que es básica, ¿no? pues eso con unos pantalones vaqueros seguro que va bien- me dice aún desde el baño.
-¿No crees que es muy blanco?- la pregunto mordiendo mis uñas.
-Quizás sí, ponte mejor la sudadera gris esa ancha que tienes de una universidad que no se cual es y los pantalones...
-Negros pitillos de chándal que tanto te gustan, lo pillo- río cortándola.
La puerta del baño se abre y la luz que sale de este se aproxima a mi cuarto por el suelo del corto pasillo que comunica toda la casa. Me asomo un poco para poder verla, completamente lista ya para salir cuanto antes, la lanzo un beso con la mano en la boca como i fuese un niño pequeño y hago caso a su consejo cerrando la puerta de mi habitación para vestirme. Me pongo los pantalones rápidamente quitándome antes los que llevaba del pijama que uso pero que no dejan de ser unos de chándal también aunque esos son cortos, y al no llevar camiseta dejo caer la sudadera enorme sobre mi cuerpo sintiendo el peso de esta en todos los movimientos.
Miro el reloj comprobando que no tengo mucho más tiempo y sin parar a mirarme en un espejo revuelvo mi despeinado pelo un poco más para acercarme a la cocina y tomarme un café extra antes de salir de casa. Me siento con Samantha en el sofá para calzarnos ambos a la vez, noto su mirada sonriente sobre mí esperando hacer contacto visual para hablar.
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En todas partes
Novela JuvenilCuando tu vida es una rutina, estas acostumbrado a vivir en el bucle y te conformas con lo que tienes; un solo cruce de miradas bastará para que el corazón te dé un vuelco y tus sentimientos pierdan el control de lo que creían que era estar enamorad...