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—¿¡Te descubrió!? —preguntó Seungmin con los ojos muy abiertos.

Jeongin se tapó el rostro con ambas manos.

—Fue horrible. No quiero volver a verlo nunca más.

—Mientes —dijo Felix con una sonrisita—. Hoy volverás a asomarte.

—No, no lo haré —respondió, pero sabía que en cuanto escuchara la primera nota, su cuerpo reaccionaría—. ¿Alguno de vosotros me acoge en su casa esta tarde?

Vio la sonrisa de Seungmin extendiéndose por su cara y Jeongin supo que se le había ocurrido algo que no iba a gustarle.

—Tengo una idea más divertida. ¿Por qué no vamos Felix y yo a estudiar a tu casa?

—Acepto —contestó Felix.

—¡Yo no! Me niego. No.

Seungmin se metió el resto del bocadillo en la boca y masticó durante unos segundos sin dejar de sonreír y de mirar a Jeongin.

—Necesitas ayuda con el examen de matemáticas de mañana.

—Le preguntaré a Chan.

Felix movió las piernas con alegría al escuchar el nombre de Chan.

—¡Vamos a ver a Chan hyung!

Se dio cuenta de inmediato de que ya no tenía nada que hacer.


Había avisado a sus padres de que iban a ir sus amigos a comer, así que habían hecho más comida y ya tenían la mesa puesta cuando llegaron.

—¡Chicos! ¿Cómo estáis? ¿Cómo van los estudios? —dijo la mujer, acercándose a toda prisa hacia los dos invitados para darles un abrazo—. Innie, ve a avisar a Chan de que vamos a comer.

Jeongin les cogió la mochila a Felix y a Seungmin y los dejó hablando con sus padres mientras se dirigía a su cuarto para dejarlo todo. Después fue a por su hermano.

—Ya hemos llegado.

Chan asintió.

—Acabo esto y voy. No tardo nada.

Jeongin entró para asomarse a su ordenador y luego suspiró.

—¿Haciendo más pistas que nunca vas a usar? ¿Por qué no pruebas a componer?

—No soy bueno escribiendo —dijo.

—Siempre dices lo mismo, pero nunca te he visto intentarlo. También tienes buena voz.

Chan negó con la cabeza.

—He crecido viendo cómo el talento se desperdicia —murmuró Jeongin sacudiendo la cabeza—. ¿Es así como quieres que crezca?

Eso hizo reír al mayor, que le dio un suave empujón.

—Vete, niño.

Unos minutos después, cuando Chan apareció en la cocina, Felix corrió a abrazarlo.

Los tres habían sido criados casi como hermanos. Los padres de Felix tenían demasiado trabajo, así que salían muy pronto de casa y regresaban casi a la hora de cenar. Por esta razón, el padre de Chan y de Jeongin siempre pasaba a por él con el coche para llevarlos al colegio, y luego les recogía y los llevaba a casa. Al llegar, merendaban los tres juntos, luego se ponían a hacer los deberes en la mesa de la cocina y cuando terminaban se marchaban a jugar. Era algo que a todos les encantaba, pero que se terminó cuando los pequeños pasaron al instituto y ya eran lo suficientemente mayores para regresar a casa solos.

Pero pese a eso, nada había cambiado entre ellos.

Tras la comida, se quedaron un rato viendo la televisión hasta que Chan se disculpó diciendo que tenía cosas que hacer y se retiró a su cuarto. Jeongin sabía que iba a seguir trabajando en más música que iría a parar a... ningún sitio. También ellos tres decidieron meterse en la habitación para ponerse a estudiar.

—Lix, por cierto —dijo Jeongin cuando los tres se sentaron alrededor del escritorio—, el chico que te gustaba de pequeño se llama Changbin.

Los ojos de Felix se abrieron de golpe y dirigió su mirada hacia la ventana. No había vuelto a pensar demasiado en él aparte de en los momentos en los que Jeongin se quejaba, pero de pronto la imagen de un chico bajito, casi siempre sentado delante de una mesa con las piernas colgando de la silla y una expresión de concentración le vino a la mente. Comprendía lo que sentía Jeongin por el chico del piano porque él mismo lo había sentido por el que ahora sabía que se llamaba Changbin. No es que hubiera sido algo serio, pero había sido algo.

—Oh, acaba de llegar —susurró.

Changbin apareció en su habitación, cerró la puerta y lanzó la mochila a la cama antes de quitarse la camiseta y dejarla sobre la silla. Después abrió la puerta del armario y desapareció unos segundos.

Jeongin vio cómo Felix entreabría los labios.

—Oh —repitió.

—Lo hemos perdido —dijo Seungmin al ver cómo Felix acercaba su silla a la ventana y apoyaba la barbilla en la repisa para ver a Changbin.

Cuando Changbin volvió a aparecer, ya completamente vestido, se sentó frente al escritorio y sacó un folio, un rotulador y celo del cajón. Escribió algo, rompió celo y se levantó.

—Oh, no.

—¿Qué? —preguntó Seungmin, dejando el ejercicio a medias—. Oh, no.

Jeongin siguió la mirada de sus amigos y vio a Changbin al lado de la ventana pegando un cartel escrito a mano en ella.

Deja de mirarme, pervertido.

Ni Seungmin ni Jeongin pudieron aguantarse la risa y no pararon ni siquiera cuando Felix volvió a arrastrar su silla junto al escritorio con la cara ardiendo.

—No soy un pervertido —dijo—. No le estaba mirando porque pensara que iba a estar sin ropa.

—Nosotros lo sabemos —comentó Jeongin, colocando la mano en su hombro—, el que no lo sabe es él.

De repente una suave melodía inundó el ambiente y Jeongin apretó el agarre en el hombro de Felix.

Pianist [HyunIn]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora