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Se sintió un poco decaído durante los siguientes días. No había vuelto a escuchar la música de Hyunjin. Tampoco sabía nada sobre él.

Además, ni siquiera le había invitado al concurso. ¿No iba a hacerlo y había perdido su oportunidad al decirle lo que le dijo a Changbin? No se arrepentía, de todas formas. Quizá era una tontería, porque ¿qué más daba quién se lo dijera mientras le invitaran?

Pero Jeongin quería que fuera Hyunjin el que lo hiciera, si no no iría a ningún sitio.

De repente se paró a pensar. ¿Por qué le invitaba? ¿Porque sabía que le gustaba su música? Podría ser que hubiera invitado a todos los del grupo, y como él también estaba... No podía haber muchas más razones.

Alguien tocó al timbre y dejó que fuera su madre quien abriera y continuó sus deberes. 

Probablemente él no tuviera nada que ver. Eran las ocho de la tarde. Nadie solía buscarlo a esas horas.

Pero llamaron a su puerta unos minutos después.

—¿Sí?

¿Seungmin? ¿Felix?

—Soy Hyunjin, ¿puedo pasar?

Jeongin se quedó estático. Iba en pijama y estaba despeinado. No podía dejar que Hyunjin le viera así.

—Eh... Eh... Espera... Me cambio de ropa.

—No hace falta que te cambies —dijo—. Cierra la cortina.

—¿La cortina? ¿Por qué?

—Changbin.

Jeongin obedeció sin cuestionar nada y en el momento en el que Hyunjin abrió y el menor le vio vestido con un traje negro y con el cabello peinado hacia atrás, sus neuronas dejaron de funcionar. No fue capaz de abrir la boca ni siquiera cuando Hyunjin le saludó y cerró.

—¿Estás bien?

—¿Por qué vas así?

—He tenido un ensayo importante. El concurso es en dos días.

Jeongin intentó evitarlo, pero empezó a sentirse avergonzado al pensar en el pijama de gatitos que llevaba. Hyunjin pareció darse cuenta porque sonrió y avanzó varios pasos hasta situarse frente a él. La sangre de Jeongin se le subió a la cabeza hasta hacerle sentir mareado cuando Hyunjin le puso la mano en el hombro.

—Es suave —dijo, acariciando la tela.

Un escalofrío le recorrió todo el cuerpo y retrocedió.

—¿Qué... qué haces aquí?

—¿Por qué querías que fuera yo el que te lo pidiera? No pensé que fueras a darle tanta importancia.

—No sé, yo...

—Vas a venir, ¿verdad? Me gustaría que... bueno, que estuvieras allí.

—Sí... Estaré.

Otra vez esa sonrisa gigante.

La sensación de tener a Hyunjin en su cuarto era muy extraña. Sobre todo así vestido.

—Los gatos son bonitos.

Jeongin miró su pijama. Quería huir.

Hyunjin reparó en que Jeongin pensaba que se estaba burlando de él, así que le levantó la barbilla y sonrió antes de decir: 

—Intentaba decirte que tú también eres un gato bonito.

El menor abrió los ojos por la sorpresa.

—¿Qué?

—Vaca bonita —dijo señalándose a sí mismo, y luego señaló a Jeongin—. Gato bonito. ¿Entiendes?

—N... No.

Hyunjin no sabía si es que de verdad no entendía o no quería entender.

Se acercó y Jeongin sintió su pulso acelerarse cuando vio que no frenaba a una distancia normal, sino que de un momento a otro estaban tan cerca, que lo único que Jeongin podía ver era la chaqueta del traje del mayor. Apoyó las manos en el escritorio, que estaba justo detrás de él, y Hyunjin no tardó en dar un corto paso hacia atrás.

Ahora podía levantar la cabeza y ver su cara, pero seguían estando demasiado cerca.

—Ahí está la entrada —dijo, casi en un susurro, mientras señalaba hacia la mesa.

Jeongin echó un rápido vistazo para comprobarlo. ¿Todo eso había sido solo para dejar la entrada ahí o sabía lo que provocaba en él y estaba intentando jugar con sus nervios?

—Gracias.

—Entonces me voy. Nos vemos el viernes.

—Hyung —le llamó antes de que llegara a la puerta.

Hyunjin se giró enseguida al escuchar cómo acababa de llamarle.

—¿Sí? —se apresuró a responder.

—No eres una vaca.

—¿Y qué soy?

—Un pianista —dijo y después bajó la voz—: el mejor.

Jeongin no pudo imaginarse en ningún momento lo que esas palabras significaron para Hyunjin.

—¿Bonito?

—El más bonito.

Pianist [HyunIn]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora