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Changbin no estaba de muy buen humor cuando terminó esa fase del concurso.

—Con todo lo que había ensayado —dijo—. No entiendo qué es lo que le ha pasado. No había nada raro en ningún lado y esto no es propio de él.

Jeongin no respondió, sino que se apartó de la pared en la que estaba apoyado en cuanto vio a Hyunjin terminando de saludar a sus padres y girándose hacia ellos. 

Al ver que el chico caminaba decidido, con los ojos fijos en Changbin, Jeongin supo que algo iba mal.

—¡Hyunjin! ¿Qué...

—¿De qué vas? —espetó.

—¿Eh?

—¿Qué pretendías?

Parecía a punto de darle un empujón. Changbin también reparó en ello.

—No entiendo qué es lo que ocurre, así que explícamelo con tranquilidad, por favor.

—No vayas de educado y buena persona cuando sabes que me da mucha rabia que lo hagas cuando discutimos.

—¿Estamos discutiendo?

Jeongin no sabía qué estaba sucediendo frente a él, pero algo le decía que no debía estar escuchando.

—Después de haber conseguido perdonarte, después de haberlo hablado mil veces, después de todo, ¿haces esto otra vez? Volvía a confiar en ti.

—Hyunjin, explícate.

El chico agarró la muñeca de Jeongin y la levantó.

—La maldita chaqueta.

Changbin lo entendió todo.

Jeongin alzó las cejas y alternó la mirada entre la mano que estaba sosteniéndole, Hyunjin y Changbin. ¿Qué tenía que ver la chaqueta en todo eso?

—Vale, no, Hyunjin. No. Espérate.

Pero Hyunjin no tenía tiempo para eso. Estiró de Jeongin para que le siguiera cuando echó a caminar. El pequeño lo hizo porque el agarre era demasiado fuerte.

Esquivaron personas, atravesaron pasillos vacíos y caminaron hasta que Jeongin empezó a tirar.

—Hyung... Me haces daño.

Fue todo lo que necesitó Hyunjin para dejar de apretarle y girarse hacia él.

—¿Te he hecho daño? ¿Estás bien?

Jeongin asintió y se fijó en la mano de Hyunjin todavía alrededor de su muñeca. El mayor también miró hacia el mismo lugar y le soltó inmediatamente.

—Entra... Entra aquí —dijo. 

Jeongin esperaba escuchar el tono frío y duro que había utilizado con Changbin unos minutos atrás, pero fue la calidez con la que lo dijo la que le llevó a obedecer sin ninguna objeción. Pudo llegar a fijarse en que el cuarto, iluminado por una bombilla desgastada, era muy pequeño y solo había un espejo y unas perchas vacías en una de las paredes.

Cuando Hyunjin cerró la puerta, Jeongin no pudo seguir observando lo que parecía ser uno de los vestidores, porque el mayor se acercó a él y no tardó en hablar:

—Quítate eso.

—¿El qué?

—La chaqueta, por favor. Para que podamos hablar tranquilos.

—Pero voy en manga corta...

Cerró la boca cuando Hyunjin se quitó la suya.

—Te doy esta.

Jeongin dudó unos instantes. No podía comprender por qué se estaba comportando de esa forma, pero parecía que era lo que necesitaba en esos instantes, así que se la quitó y dejó que Hyunjin le ayudara a ponerse la otra.

—¿Estás calentito? —preguntó, frotándole los brazos.

—Sí...

Entonces Hyunjin tomó una bocanada de aire y cerró los ojos.

—¿Todo esto es por esa chaqueta? ¿Qué tengo que ver yo?

—No es algo que yo te contaría, pero el otro día Changbin me dijo que si llegábamos a cierto punto, quería que te lo dijera. Él se refería a algo que no hemos hecho... pero todo se ha precipitado y lo que te voy a decir va a cambiar las cosas y...

—¿Qué va a cambiar?

Jeongin estaba temblando, y no tenía nada que ver con el frío. Hyunjin, por su parte, se frotó la frente con nerviosismo y miró a Jeongin directamente a los ojos.

—Tu forma de vernos.

Pianist [HyunIn]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora