Pianist [HyunIn]

7

—Tengo su número —comentó Jeongin mientras maniobraba para cambiarse la bolsa de la compra de mano sin despegar el teléfono de su oreja.

—¿Qué? ¿El de Hyunjin?

—Sí.

—¡¿Te ha dado su número?! ¡Cuéntame qué ha pasado! —exclamó Felix.

—No, no —dijo Jeongin—. No he hablado con él. Ayer estuve con los amigos de Changbin y me han unido a su grupo y... él estaba ahí.

—¿Changbin te invitó a ir con sus amigos? —Esperó a que Jeongin hiciera un ruidito afirmativo para continuar hablando—: ¡Eso es genial! ¿Entonces Hyunjin no fue?

—No. Creo que tenía que ensayar.

—¿Vas a mandarle un mensaje?

—Claro que no. Todos me saludaron, pero él no dijo nada. Ni siquiera ha leído el grupo.

—Qué raro.

—Un poco. En fin, te dejo, que estoy llegando a casa.

—Okay.

Estaba a punto de colgar, pero vio una figura alta saliendo del edificio de Changbin y Jeongin se quedó estático.

—Espera, Lix. Hyun... Hyunjin está allí.

—¿Qué dices? ¿Dónde?

—Vamos a cruzarnos —dijo, hablando más para sí mismo que para que Felix le escuchara—. Voy a dar la vuelta y a hacer como que no pasa nada.

—Innie, no. ¡Es tu oportunidad para hablar con él! Acuérdate de que tienes que hacerlo antes de mañana.

Jeongin apretó el teléfono y cerró los ojos. Hablar con Hyunjin era lo último que quería hacer. Además, no tenía nada que decirle, ¿de qué iba a hablar?

—Date prisa y hazlo. Llámame cuando hayas terminado.

Felix colgó y Jeongin suspiró y miró hacia el frente. Hyunjin todavía estaba allí.

Caminó despacio, esperando a que Hyunjin se fuera hacia el otro lado, pero no iba a tener tanta suerte, porque por allí solo podía girar por un callejón para tirar la basura, pero no había salida, y Hyunjin no tenía ninguna bolsa en la mano.

Tenía que dirigirle la palabra en algún momento antes del día siguiente.

Felix tenía razón, no encontraría una oportunidad mejor que aquella.

Siguió caminando, obligando a sus piernas a no parar y tratando de convencerse a sí mismo de que estaba yendo a casa para no ponerse más nervioso.

Hyunjin alzó la cabeza del teléfono cuando Jeongin estaba lo suficientemente cerca para que sus pasos pudieran ser escuchados, y lo observó durante unos instantes, instantes en los que Jeongin se preguntó si le habría reconocido. Esperaba que no, porque si mencionaba algo, se moriría de vergüenza.

A todo esto, ¿qué iba a decir cuando se plantara delante de él?

No podía decirle cualquier cosa a ese chico. No era cualquier chico.

Y de un momento a otro ahí estaba. Tan cerca que si estiraba un poco la mano, sería capaz de tocarle.

—Eh... La... La vaca es bonita.

Definitivamente, su cabeza había dejado de funcionar.

—¿Perdón?

Jeongin estaba temblando cuando señaló la camiseta del contrario.

—Vaca.

¿Había olvidado cómo formular una oración coherente?

—Ah, te refieres a esta vaca. Compré esto el año pasado porque me pareció gracioso, pero es un poco ridículo, ¿no crees? —respondió con una media sonrisa—. Pensaba que me estabas llamando vaca.

—También.

Hyunjin abrió los ojos por la sorpresa y entonces Jeongin reparó en que había confundido las palabras. Sus nervios aumentaron.

—Me refiero a que la vaca es bonita.

Las palabras salieron atropelladas de su boca, pero Hyunjin lo entendió y se echó a reír.

—¿Lo que intentas decirme es que soy una vaca bonita? ¿Te parezco bonito?

—Sí. Espera, no. Yo...

—¿Era eso lo que querías decirme o no está saliendo como habías planeado?

Jeongin apretó la bolsa de la compra contra su cuerpo pese a que lo que quería era darse con ella hasta perder la consciencia. Estaba siendo tan obvio que Hyunjin se había dado cuenta de sus intenciones, aunque en realidad ni siquiera él tenía claras cuáles eran.

En ese mismo instante, el teléfono de Hyunjin empezó a sonar y el alivio recorrió todo el cuerpo de Jeongin. 

Si por él fuera, correría a casa y se encerraría allí hasta que pudiera mudarse a otro país.

—Olvídalo. No sé por qué he hecho eso.

Ya se estaba dando la vuelta sin esperar una respuesta cuando su voz le frenó:

—No te rindas —dijo—. Vuelve a intentarlo, ¿vale?