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Nadie en su sano juicio se habría despertado a las 8 de la mañana un domingo.

Nadie si no fuera por Momo Yaoyorouzu, que era la excepción que cumplía la regla.

Le gustaba mantener toda su vida en completo orden y sinfonía.

Y los domingos no iban a romper su rutina perfecta.

La esbelta chica se terminó de ajustar el top deportivo y las mallas y se calzó con los últimos zapatos deportivos que se había comprado, cuándo un suave golpeteo en la puerta la despertó de su ensoñación.

Terminó de hacerse su característica coleta y salió al pasillo.

Y es que esta vez la acompañaba en su ejercicio matutino, el atractivo delegado, Tenya Iida.

Lo cierto es que a Yaoyorouzu le gustaba la compañía del chico motor.

Admiraba a Iida por la dedicación que le ponía a cada una de las cosas que hacía, por ser tan responsable, aunque fuese algo inmaduro en determinadas ocasiones, y por lidiar tan bien con los problemas de clase.

De vez en cuando se sorprendía así misma pensando en su serio compañero.

Y es que, aunque no lo admitiera ni se lo hubiese contado a nadie, a la chica perfecta de cola de caballo le gustaba el chico peli azul inteligente de gafas.

Aunque solo fuese un poquitín.

En el pasillo, Iida la recibió con una cálida sonrisa mañanera, cómo era tradición para ambos.

— Buenos días Yaoyorouzu.

— Buenos días Iida- san — respondió mientras lo observaba con detenimiento — ¿Listo para nuestra sesión de ejercicio?

— ¡Estaba deseando que llegase! — exclamó con un excesivo entusiasmo por su parte.

Momo se río tímidamente y los dos comenzaron a caminar en dirección a la salida mientras organizaban los planes.

— Bien, podemos ir a correr hasta el parque de Ueno hasta las 9, de allí ir a hacer nuestro circuito de ejercicios hasta el parque de Shiba y por último ir a desayunar, yo invi... — Tenya se giró en dirección a la chica, que se había quedado parada delante de una de las puertas de los dormitorios de sus compañeros — ¿Yaoyorouzu?

— Lo siento Iida- san, adelántate, voy enseguida.

— Como quieras — dijo mientras avanzaba hacia el final del pasillo —Te espero fuera.

La puerta delante de la que se había parado Momo no era nada más y nada menos que la de su mejor amiga, Kyoka Jirou.

No habían hablado nada desde su apática charla del día anterior y estaba preocupada por su situación.

Con mucho cuidado, abrió la puerta despacio para observar cómo se encontraba.

La respuesta le heló la sangre y todos sus derivados.

Jirou estaba durmiendo abrazada a Denki Kaminari como si de un osito de peluche se tratara.

Ahora la peli negra comprendía todo.

Y le dolía.

Le dolía por que se supone que las amigas se cuentan todo y la suya, había hecho lo posible por mantener el secreto muy bien escondido.

Sacudió la cabeza mientras cerraba la puerta y esbozó una irregular sonrisa.

Ya tendría tiempo de tener un interrogatorio con Kyoka a la vuelta.

Todas Mis Noches - - KamijirouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora