Hailey Miller
La felicidad era algo momentáneo, podías tenerla y al momento ya no estaba. Me había pasado un par de veces en la vida, cuando era pequeña pensé que lo era hasta que algo explotó en mi vida e hizo que eso se esfumara, después de eso durante muchos años no existió pese a que lo tenía todo, porque ser feliz no significa simplemente sonreír, hasta que lo fui de nuevo y de nuevo todo cayó con la muerte de mamá.
Ahora me sentía feliz, era como si la vida me hubiera puesto en bandeja de plata la oportunidad, bueno no tan así porque el y yo no empezamos de una manera convencional. Solo que ahora tenía esa felicidad y no quería que nadie me la arrebatara, no quería que fuera momentáneo, y no estaba dispuesta tampoco.
Observe a Leah sacar las galletas del horno de su casa, había venido a pasar la mañana con ella porque una parte de mi quería y necesitaba aprender a hornear las magníficas cosas que mi mejor amiga preparaba.
-No entiendo para qué necesitas que te ayude-me dijo pasándome la crema para las galletas, me levanté de la barra de su cocina y mire las galletas- ¿No sabías hornear antes?
-Si mamá me enseño, pero según Kaiden su abuela es la mejor horneadora de galletas, pasteles, etc. Así que solo quiero...
-La quieres impresionar-me interrumpió, me quedé callada y asentí- ¡Vaya! Te esta pegando fuerte lo de Kaiden.
-Solo quiero llevarme bien con su familia, no tengo una familia grande y no mentiría que tengo curiosidad por pasar unos días allí.
-Que lindo-me dijo con un tono chillón-Ahora solo decora y prueba. ¿Y como te fue en esa reconciliación? -me pregunto mientras yo le ponía colorante rojo a la crema.
-Bien, Kaiden y yo hablamos, lo arreglamos-me encogí de hombros, pero Leah se quedo mirándome fijamente- ¿Qué?
- ¿Solo hablaron? Esa es la peor reconciliación del mundo, más aún porque no contestaste ninguno de mis mensajes al día siguiente-me dirigí a los cajones para buscar chispas de chocolates y cuando gire Leah seguía en la misma posición-Solo estoy esperando que digas en voz alta lo que hiciste, porque te conozco como la palma de mi mano.
- ¿Sí?
-Te acostaste con él-confirmó, me encogí de hombros y volví con lo mío-Esto de verdad va muy enserio.
-Quiero ver a dónde vamos, el es diferente a cada chico con el que había salido en el pasado. Me hace feliz, muy feliz-me detuve un segundo-Estoy durmiendo en su habitación desde hace tres noches.
-Hailey estas cayendo muy fuerte, pero está bien, te lo mereces. El debe sentirse igual-me dijo empezando a decorar una galleta-Su amigo lo tuvo que ayudar, según él estaba desesperado por hablar contigo.
-Evan, son como tu y yo-le dije- ¿No seria lindo si saliéramos todos juntos?
Ella soltó una carcajada.