Hailey Miller
Abrí los ojos y los volví a cerrar rápidamente porque el sol no era mi mejor amigo en este momento, me di la vuelta y abracé la almohada a mi lado. Sin embargo, me obligue a abrir los ojos porque necesitaba llegar al trabajo, lo hice, pero termine frunciendo el ceño porque me di cuenta de varias cosas que yo no tenía en mi cama o en mi habitación.
Mis sábanas no eran blancas, la ventana estaba lejos de la cama, lo cual me pareció una buena opción, pero el punto importante aquí es que no estaba en mi habitación. Me senté lo más rápido que pude ocasionando que me mareara un poco, masajeó mis sienes y mire mi ropa. Bien, estaba usando la misma ropa de ayer, excepto que mi cabello estaba recogido en un moño demasiado desorganizado.
-Dios, Hailey ¿Qué hiciste? -me dije a mi misma mientras me levantaba y buscaba por todo lado mis zapatos, o mi bolso, pero no estaba- ¿Dónde estoy?
Varios recuerdos escasos y pocos borrosos pasaron por mi mente como si tratara de darme una pista de donde estaba. Yo contándole a un hombre del bar mi vida amorosa, y si no estoy mal toda mi vida, yo en un callejón tratando de buscar mi auto, yo desmayándome y después todo negro.
- ¿Dios que paso anoche?
Mire la habitación en la que estaba y trate de hacer un plan para salir con dignidad de aquí. Ni siquiera sabía qué hora era, pero al parecer el dueño de este lugar no era fanático de tener relojes en su habitación. Solo necesitaba respirar y salir con la cabeza en alto, disculparme con quien fuera este hombre, si era que estaba en su casa y después irme.
Abrí la puerta y salí un poco perdida, por suerte logré llegar a la sala sin perderme y descaradamente mire todo el lugar. Er grande, espacioso y decorado de una forma que sin duda me gustaba mucho, tape un poco mis ojos porque también tenía una gran ventana con una vista preciosa de Nueva York.
-Buenos días-me di la vuelta para encontrarme con un par de ojos cafés que me miraban fijamente. Reconocí al hombre al instante como el de la noche anterior, estaba de pie tomando una taza de café con un traje.
Me sentí nerviosa, apenada pero también me repetí que tenía que mantener la dignidad así que le di una pequeña sonrisa y acomode un poco mi cabello.
-Hola-dije y me di cuenta de que estaba afónica, perfecto-Debo de disculparme por la noche anterior. La verdad no me acordaba de el ochenta por ciento de las cosas que dije o como actué, pero sabía que no estaba dentro de mis casillas, mi resaca podía adivinarlo-Estuvo mal, y no suelo comportarme así.
El me dio una sonrisa de medio lado, y se encogió de hombros acerco hasta donde yo estaba.
-Creo que me quedo en claro cuando balbuceabas en mi auto, disculpandote y dejando en claro que eras terrible para soportar el alcohol-hice mis labios en una línea y el sonrió-Está bien.
-Aun así-busque mi bolso por toda la sala junto a mis zapatos, pero no estaban por ningún lado.
-Claro-el se fue y cuando volvió tenía mi bolso negro junto a mis tacones-Esto es tuyo.