3: Un problema, una propuesta

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Hailey Miller

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Hailey Miller

Camine directamente hasta mi oficina sin importarme que los empleados me miraran fijamente hasta que entre a mi oficina y cerré la puerta lo más suave que pude. Ahí estaba Kevin de pie al lado de mi escritorio mirando a Edward que estaba sentado en el sofá viendo su teléfono, levantó la mirada y pude ver el enojo en sus ojos.

-Gracias Kevin, puedes irte-él asintió con una sonrisa y le dio una última mirada a Edward que estaba guardando su teléfono en su bolsillo.

- ¿Así que ahora Kevin es mi niñero? -me pregunto poniéndose de pie.

-No, pero tal vez eso necesites-dejé mi bolso y me senté en la silla- ¿Qué haces aquí, Edward? No tuviste suficiente en hablar con mi padre.

-Pues quería ver si tu padre te hacía entrar en razón-negué divertida y lo miré fijamente-Pero por lo que me dijo no lo hizo.

-No pueden hacerme entrar en algo que no tiene ni una pizca de razón-el se sentó en la silla frente a mi y se cruzó de brazos-Edward ni te acomodes porque tu yo no tenemos nada de que hablar. Y sinceramente estoy un poco cansada de esto.

-Hailey hay muchas cosas en juego ¿No crees?

- ¿Cómo que? Porque que yo sepa no hay un divorcio, una custodia o una división de bienes. Si hay algo de eso, debes de hacerme saber.

- ¿Es por eso? ¿Quieres hijos? Pues tengamos hijos, quieres casarte, puedo correr el riesgo-negué y me tapé la cara.

-No se trata de hijos, matrimonio o algo que se le parezca. Se trata de mi respeto y amor hacia mi misma.

El suspiro como si estuviera cansado y me fue imposible no imaginarme cuánto llevaba engañándome, no me interesaba saber, pero la pregunta sobre el tiempo en el que hizo tantas cosas a mi espalda me hacía hervir la sangre.

-Te pido que te vayas, Edward. Perdemos el tiempo en esta conversación.

El se levanto con la cabeza en alto acomodando su corbata y los botones de su saco. Me miró desde su altura ya que me encontraba sentada, pero, aunque su intención era intimidarme no lo logró.

-Bien, como quieras, pero debes de saber que esta no va a ser la última vez que nos veamos.

- ¿Se supone que es una amenaza? -negó lentamente.

-Es más bien una advertencia, si quieres saber algo dile a tu padre.

***

Tome un sorbo de limonada mientras veía mi teléfono, sin embargo, la deje rápidamente en la mesa cuando una rubia se acerco a mi con una sonrisa y rápidamente me levanté para abrazarla.

-Te extrañe mucho-me dijo mientras se sentaba frente a mi y pedía una bebida-Italia es hermoso, pero no estás allí.

-Eres muy amable-ella se rio y suspiró tomando mis manos.

¿Me amas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora