Hailey Miller
Evan se quedaría en nuestro apartamento para cuidar a Snow así que mientras yo lo peinaba, Kaiden se encargó de explicarle dónde estaba cada cosa que nuestro pequeño gato necesitaba. Mi gatito se dio la vuelta para que lo peinara en su barriga así que lo hice con una sonrisa. ¿Qué podía decir? Amaba a ese gato.
Cuando ambos volvieron a la sala Snow se levanto y camino hacia Kaiden que lo levantó y Evan lo observó. Me levante y guarde el cepillo, después tomé mi chaqueta y me la puse.
-Gracias por cuidarlo Evan-le dije dándole un beso en la mejilla-Es tranquilo, no debes de preocuparte.
-No lo hago-se lo quitó a Kaiden-Ahora váyanse.
-Que lindo-le dijo Kaiden tomando las dos maletas-Y por favor compórtate.
-Claro, claro-literalmente nos empujó a la salida-Que tengan unas lindas vacaciones.
Kaiden se encogió de hombros y yo tomé mi maleta con el bolso que estaba encima de esta mientras nos encaminamos al ascensor. Cuando llegamos al estacionamiento salude con un asentimiento de cabeza a Hunter que estaba en su auto al momento en el que Kaiden guardaba las maletas, pareció acordarse de algo así que sacó algo del asiento de atrás mientras yo subía al mío y me ponía mis gafas porque lo que menos me apetecía hoy era usar lentes de contacto. Subió a su asiento y se giró para entregarme algo.
-Una cámara-le dije viendo la Canon negra profesional- ¿Te gusta la fotografía?
-Es un pasatiempo, la uso cuando tengo grandes cosas que captar-me dijo empezando a conducir para salir del estacionamiento-Y tengo una buena razón para llevarla.
- ¿Captar paisajes? -pregunte encendiendo la cámara.
-No exactamente, al menos que estés en ellos.
-Kaiden Fairwood si que eres romántico-me tomé el atrevimiento de tomar una foto de el conduciendo, por suerte capte su sonrisa.
-Tengo mis momentos-se encogió de hombros.
Kaiden y yo seguimos hablando todo el trayecto mientras Lifehouse sonaba de fondo, durante dos horas bromeamos cada cuanto y no paramos de hablar. Nuestra relación, ahora si oficialmente de novios, funcionaba muy bien, encajábamos y cada poco conocíamos una cosa nueva del otro. Creo que después de habernos sincerado esa noche en la piscina derrumbamos una barrera, solo que en mi caso aún quedaba por contar, pero se que el no me presionaría para saberlo todo, parecía tranquilo con lo que sabía.
No muchas personas saben que soy adoptada, pese a que tenía ocho años para cuando mis padres lo hicieron. La razón es que mis padres no salían casi a la sociedad hasta el año siguiente cuando mi abuelo murió y la empresa despegó por completo a manos de mi padre. Para ese entonces Megan y yo habíamos encajado perfectamente con mis padres, por lo que parecíamos una familia perfecta frente a la sociedad, aunque eso éramos al final del día.