6: La fiesta de compromiso

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Kaiden Fairwood

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Kaiden Fairwood

El día en el que la conocí estaba enojado, simplemente quería estar solo por un par de horas, después de pasar todo el día con mis abogados y los de mi abuelo. Había estado tratando de cambiar su testamento por más de un mes, pero como lo pensé no había solución, estaba estipulado desde hace tiempo.

Conduje lejos de ahí hasta un bar que había frecuentado solo una vez, no estaba tan lleno como supuse lo que me hizo sentarme en la barra, claro que resulto un poco sorpresivo cuando una chica a mi lado me llamó idiota, o al menos eso pensé.

La observe y me percate que era simplemente preciosa, sus ojos, su rostro, como su cabello un poco despeinado caía por su espalda, pero me di cuenta de que estaba triste. Su mirada estaba perdida y prefería ahogar sus penas en el vaso, y simplemente empecé a hablar con ella, yo la escuche e incluso trate de hacerla sentir mejor, pero parecía tener su corazón roto. La observe salir después de eso, y simplemente dejé un billete grande en la mesa y corrí detrás de ella, por suerte hice eso.

No sabía qué hacer, parecía tan ebria que sentía que cualquier cosa la haría empeorar, eran pocas las veces que había tomado de más por lo que no supe qué hacer con ella. Busque si tenía alguna dirección, pero no había nada, si no fuera porque iba con un vestido carísimo y había visto todas sus tarjetas de crédito podría haber pensado que era una chica sin hogar. La lleve a mi casa, ella hablaba entre sueños porque se había desmayado e incluso la observe haciendo muecas, sobretodo cuando la deposite en mi cama, con cuidado le quite los zapatos y la arrope, pero antes de que me pudiera ir sentí como me detuvo.

-Luz-dijo en susurro-La luz.

-Hailey-su nombre parecía haberse quedado grabado en mi mente- ¿Necesitas que encienda la luz?

Asintió y vi como se empezaba a mover al ver que no lo hacía, me estiré para encender la luz de la mesa de noche logrando que ella se quedara quieta. Me sorprendí un poco al ver que parecía completamente satisfecha al tener la tenue luz, pero no dije nada. A la mañana siguiente la observé irse, parecía mejor que la noche anterior excepto que por unas pequeñas ojeras que resaltaban en sus ojos azules.

Cuando esa misma noche estaba en mi auto note algo en el asiento de al lado, me estire para observarlo y supe al instante que no era mío, un hermoso anillo de diamante azul que por supuesto pertenecía a Hailey. No tenía su numero, o algo para poder devolverlo por lo que lo guarde en un sobre en el auto con la idea de algún día regresarlo.

Los días pasaron y yo no lo olvide, pero tampoco estaba en mi mente las veinticuatro horas del día. Estaba en mis asuntos con la presión de muchas personas para tomar el cargo, ¿Qué le pasaba por la cabeza a mi abuelo al poner una cláusula como esa?

Mi primo, Elliot, era menor que yo por una semana, me hubiera gustado decir que teníamos una gran relación y éramos como mejores amigos, pero sería una simple mentira. Elliot y yo éramos competitivos, desde las primeras cosas que hacíamos de pequeños, y creo que mi abuelo lo sabía. Dejar a su nombre de las todas las empresas de mi familia sería firmar una sentencia de muerte para todo, y muchos lo sabíamos.

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