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—¡Huérfanos zampabollos, en la capucha de los huérfanos! ¡Huérfanos zampabollos, en la capucha de los huérfanos!— se oía gritar a todos en el comedor, te levantaste de golpe al oir los gritos un poco enojada, caminaste donde se encontraban los tres hermanos Baudelaire, claro que no ibas sola, eras acompañada de los dos hermanos Quagmire
—Déjalos en paz Carmelita, tu eres la única zampabollos aquí.— los defendiste intentado que las burlas a los hermanos pararán, subiste un poco tu tono de voz para que Carmelita llegará a oirte ya que unos metros la separaban.
—Y nadie en su sano juicio querría comer contigo.
Le diste una pequeña sonrisa Duncan en agradecimiento al no dejarte sola hacer esa escena. Carmelita rodará los ojos pasando por encima de los comentarios de ustedes dos dando media vuelta y caminar como si nada hubiera sucedido.— Sientence con nosotros.
Caminaste atrás de todo el pequeño grupo que se había formado ya que si ibas adelante seguro chocaba con los demás estudiantes por estar volando en tus pensamientos— Discúlpenla, ella es tan horrible, que la señora Bass esta pensando en volverse delincuente. Mi hermana le escribió un poema
Hablo el castaño Quagmire para ver a su trillisa.— "prefiero comer un tazón con arañas que pasar un rato con Carmelita Polainas"
ya no tratabas de ponerle atención a la conversación que tenían entre los cuatro. Sólo pensabas en resolver el pequeño nudo que habían en tus pensamientos y ahora se agregaba uno más gracias al muy curioso apellido Baudelaire que asegurabas haber oído antes
—Ella es ____, ____ Howland.— levantas la vista con una sonrisa apenada, ya que no te sabías sobre que se encontraban hablando.
—Si, un gusto.— hablas con amabilidad mirando a la pequeña rubia a tu lado, tal vez era la única que no te hablaría.
—Gusto en conocerte.— desviaste un poco la vista al oir la voz de Duncan que tenia una gran sonrisa con solo mirar a Violet.
—Consigan un cuarto.— dijo la pequeña rubia, te levantaste de la silla, llamando la atención algo que no tenia planeado
—Les advierto, las manzanas saben a rábano picante.— hablas cortante pero sin quitar un pequeño tono de amabilidad, intentaste salir de el comedor pero te detuviste al sentir un agarre un el brazo.
—¿A donde vas?
—¿Eso alguna vez te importo, Duncan?— arremediste para tirar de su agarré y salir de el comedor.
No estaba celosa, claro que no. Duncan era como su hermano.. te habias criado con el, literalmente. ¿cómo alguien podría estar celosa de que su hermano gustara de alguien? Porque desde hace mucho Duncan y sus hermanos eran tu única compañía en las mañanas, tarde y casi noches.
