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-¡Eva! Ya llegué-

La voz de mi padre hizo que dejara a un lado la tarea, y bajara a saludarlo.

Había estado pensando toda la tarde en que quizá, él podría ayudarme.

-Hola pa- me acerqué a darle un abrazo.

Su rostro estaba cansado y se notaba que había sido un día difícil.
Desde que mamá se había ido, él debía trabajar más horas. Lo daba todo por nuestro bienestar, y eso, era algo que no dejaba de admirar.

Siempre había sido tan fuerte, incluso cuando todo se derrumbó. Lo amaba más que a nada.

Le había dicho, muchas veces, que se abriera a conocer a alguien... Alguna mujer con quién compartir sus días, y que su vida no fuera sólo el trabajo.
En poco tiempo, me iría a estudiar a la universidad, y no quería que se quedara solo.

Claro que yo no debía darle permiso, pero quería que supiera que eso no me molestaría, bajo ningún punto de vista. Ya habían pasado muchos años, y se merecía ser feliz de nuevo.

-Hola hijita. ¿Qué tal la escuela?-

Si... Hijita. Voy a cumplir dieciocho años, pero sigo siendo su hijita.

-Bien pa. Oye, quiero preguntarte algo-

-Dime- dijo mientras se servía un vaso de agua.

-¿Recuerdas a Karol, la mejor amiga de la facultad, de mamá?-

-Si, claro. Tenía un hijo que jugaba contigo-

-¡Si! Ese - lo señalé con mi dedo índice - James-

Papá me miró como si estuviera demente.

-Bien...- murmuró.

-Creo que lo ví hoy, en la escuela. Pero él parecía no reconocerme... ¿Sabes algo sobre si volvieron al país?-

Se quedó dubitativo unos segundos.

-No... No lo sé. Perdí todo contacto con ellos cuando se fueron. Pero ustedes eran muy pequeños, probablemente no se acuerde-

-Si... Es lógico. - balbuceé -Bueno, gracias igual- me dí media vuelta y subí de nuevo a mi habitación.

Era lógico...
Pero yo no lo había olvidado.
¿Por qué él a mí, si?

🌸🌸🌸🌸🌸

Al día siguiente, llegamos a la escuela media hora más tarde.

Jess se había quedado dormida, y me había rogado que la esperara.

-Joder, el viejo va a matarte- murmuraba, mientras aceleraba su paso, por el largo pasillo. Su cabello enrulado oscuro, estaba totalmente despeinado.

Llegó a la puerta del aula, y entró con rapidez, como si fuera la meta de una maratón.

Estaba demente, no le importaba absolutamente nada. Y por eso, era mi mejor amiga.

Me detuve frente a mi puerta y suspiré. No me gustaba llamar la atención, me había acostumbrado a pasar desapercibida.

Pero si entraba tarde a una clase, por más invisible que pareciera, todos me iban a ver.

Tomé coraje y entré.

La señora Scar, que estaba escribiendo en el pizarrón, se dió vuelta.

-Oh, Eva. Llegas tarde- se sorprendió.

Era buena alumna, tal vez por eso se había extrañado.
Pero, aparte de eso, Scar era muy estricta, y su rostro molesto, delataba sus ganas de cuestionarme. 

-Lo siento, perdí el bus- mentí. Al fin y al cabo, nadie sabía donde vivía.

-De acuerdo. Que no se repita-

Sin decir nada, caminé hasta mi banco, que estaba casi en el fondo.

Todos me miraban, pero había alguien, cuya mirada sentía que me quemaba.

Eché un vistazo rápido y lo ví.

James estaba sentado justo al lado de mi banco, atravesándome con su mirada.

¿Me habría reconocido?

No. Seguramente era, para él, la loca que lo había interceptado en su primer día de clases.

Me senté en silencio, e intenté concentrarme en la clase ya empezada.

-Bueno- retomó la profesora -La historia de la batalla comienza en el año 1846, cuando...-

Dios.

No podía.

El perfume varonil de James me distraía. Quería detener el tiempo y poder mirarlo tranquila, sin parecer una psicópata.
Quería que me reconociera, y me diera una de sus dulces sonrisas.

Pero nada de eso sucedió.


Una hora después, el timbre sonó y nos paramos para salir del aula. Debíamos cambiar de clase.

Tomé mi mochila y comencé a caminar hacia el pasillo.
Todos iban estusiasmados, era viernes.

Probablemente, nos juntaríamos con Jess a ver alguna película, como solíamos hacer.

De pronto, sentí su perfume más cerca.

-Adiós, acosadora- murmuró una gruesa voz, cerca de mi oido.

Toda mi piel se erizo. Al instante, observé al emisor, y me sorprendí al ver a James.

¿Acosadora? ¡Ja!

Quise responderle, pero ya se había alejado de mí.

Al parecer quería jugar. Bien, jugaríamos James.
Como cuando éramos pequeños... Pero ésta vez, en equipos distintos.

Eres túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora