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-No... Es solo que...- suspiré de nuevo -Nada-

-Dime, Eva- insistió, con sumo interés.

-Bueno yo...- me puse de pie lentamente, avanzando hacia él -Creo que tenías razón...-

-¿Con qué?- frunció el ceño.

-Yo... Quiero besarte- solté de pronto.

James abrió su ojos tanto, que parecía que iban a salirse de sus órbitas.
Tragó grueso y se puso de pie.

¡Ajá! ¿Dónde está tu sonrisa soberbia, ahora?

-Eva...-

Dí un paso hacia él, de forma seductora. Sus ojos seguían cada uno de mis movimientos.

Me acerqué tanto, que nuestros labios estaban a escasos centímetros. Una vez más... Dios mío.
Me costaba tanto estar así de cerca.
Pero debía ser fuerte. Era mi venganza. Mi momento.

Lo miré a los ojos y susurré:

-James...-

Sus ojos adquieron un brillo especial, y avanzó, dispuesto a besarme.

Puse mis manos en su torso, impidiéndolo.
Él me miró confundido.

-No- murmuré.

-¿Por qué no?- cuestionó con suavidad.

-Yo...- alcé mi barbilla y con mirada feroz dije -No quiero sofocarte-

Su rostro se desfiguró.
Aproveché ese momento para alejarme de él, y me dí media vuelta.

Oh, el dulce néctar de la victoria.
Sonreí mientras lo imaginaba allí, de pie, quedándose con las ganas.

Sin embargo, James dió dos pasos y me tomó del brazo.

Iba a replicarle. Pero no pude.

Porque él, tomó mi rostro entre sus manos, y con un gesto rápido, pero dulce, me besó.

Y mi Dios, qué beso.

Sus labios gruesos deboraban con ambición mis labios. Al principio, por el shock, no me había movido, pero ahora, mis labios también disfrutaban de los suyos.

Con su dedo gordo, acariciaba mis mejillas.

Todo en él era exquisito. Su suave aliento, su boca, su perfume, sus movimientos, sus caricias...

No. Tenía que parar.

Me alejé de él, como si quemara.

Sus ojos brillaban con una intensidad que nunca había visto.

Y entonces, hizo un gesto que me desarmó.

Pasó su lengua por su labio superior. Ese mismo, que había estado besando hacia unos segundos.

Mi cuerpo estaba temblando.

-¿Qué hiciste?- pregunté sorprendida.

-Lo que querías...- sonrió.

-Yo no quería, era una broma...-

-Tú y yo, sabemos que lo queríamos-

Queríamos.

Él, y yo.

Lo queríamos.

Él había ganado, una vez más.

-Eres un maldito- mascullé y me dí vuelta.

James no me siguió. Y lo agradecí.

Necesitaba tiempo para estar sola. Quería pensar como carajo mi victoria había terminado en una total derrota.

Y ¿Por qué su beso me había enoquecido tanto?

Había besado a otros dos chicos, en mi corta existencia.

Pero nada se comparaba con ésto.

Maldito seas, James.

Me fui de la casa sin despedirme de Mike y Jess. Ellos aún no habían vuelto.
Pero luego les mandaría un mensaje, excusándome.

Caminé reviviendo el fatídico momento, una y otra vez, hasta llegar a mi casa.

Y cuando entré, cerré mis ojos.

Siempre había querido un beso suyo.
Pero no así. No sin que supiera quien era yo.

Además, ahora que lo había logrado, probablemente se cansaría de mí.
Y nunca sabría que sucedía con él.

Sólo sabía que James, mi ex amigo, siempre ganaba.

Y eso, fue motivo suficiente para odiarlo.

Mi teléfono comenzó a sonar.
Era Jess.

-Hey...-solté.

-¿Qué pasó? ¿Dónde estás? James se acaba de ir-

-En casa-

-¿Por qué?- exclamó.

-Luego te cuento... Cuando estés sola-

-¿Quieres que vaya?-

-No, estoy bien. Disfruta tu tarde. A la noche hablamos-

Realmente estaba bien.
¡Porque me había enloquecido ese beso!

Y eso estaba muy muy muy mal.

Vamos Eva.
No dejes que te engañe, con sus preciosos ojos, y ese beso tibio...

¡Eva!

Me reprendí como si fuera mi padre.

Dios, estaba perdiendo la cabeza.

Okey. Tenía que aclarar todo.
Iba a mantenerme bien lejos de su lado. Lo lamentaba por Mike, me caía bien. Pero mientras James estuviera presente, no iría más a sus fiestas.

Si. Eso haría.
Lejos.
Muy lejos.

Pero... Podía empezar con eso a la noche.
Por un ratito, quería acostarme en la cama, y seguir rememorando ese increíble beso.

No me juzguen.

Siempre quise que ésto sucediera.
Quería deleitarme un poco más, antes de que se evaporara en mis recuerdos.

Eres túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora