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-Jess, no puedo ponerme ésto- murmuré viéndome al espejo.

-Claro que si, estás bellísima-

Mi amiga llevaba una pollera negra y una blusa blanca, que hacía brillar su piel morena.

Y a mí, me había prestado un vestido azul precioso, con un gran escote. El problema era que, como yo tenía más curvas que ella, parecía una prostituta.

-¿No tienes otra cosa para que me ponga?- insistí, cerrando un poco el escote.

-Si, pero no te daré- respondió con honestidad -Estás hermosa así. Quiero que vayas y disfrutes ésta noche. Que le des una maldita lección a ese creído- respondió seria.

-Joder, te lo tomaste bastante personal- reí.

-Nadie se burla de mi amiga- se encogió de hombros y siguió maquillándose.

Bueno, le iba a hacer caso.
Jess tenía un muy buen gusto en cuanto a la ropa. Incluso, quería estudiar una carrera relacionada con la moda.

Me miré por última vez al espejo.

No me veía para nada mal. Al contrario, me veía realmente sexy.

Nunca me había sentido así... Tan segura de mi misma.

Suspiré un poco nerviosa. Ésta sería una larga noche.

🌸🌸🌸🌸🌸

En cuanto cruzamos por la puerta de la casa de Mike, las dos nos detuvimos.

Mierda. Era cierto lo que decían de éstas fiestas.

Estaba lleno de gente, como cien personas. La música sonaba a gran volumen, y todos bailaban como si su vida dependiera de ello.

Ni hablar del tipo de personas que había... Estaba segura de que todos eran de familias con mucho dinero.

-Wow- murmuré.

-Lo sé. Es mejor de lo que pensamos-

Desvié mi vista hacia un costado y observé a Mike, el anfitrión, sonriendo.

Estaba embelesado, viendo a Jess.

Le pegué un codazo con disimulo.

-Jess, tu admirador está mirando-

Ella volteó la cabeza como un robot.

-Qué disimulada- respondí riendo.

Mike la saludo con su mano.

-Ve- insistí.

-No quiero dejarte sola- respondió mirándome con culpa.

-No te preocupes, mientras me voy a servir un trago.-

Jess sonrió y se alejó de mi.

Suspiré como una madre orgullosa.
Mike parecía, a pesar de todo, un buen chico.

Miré a mi alrededor, buscando la cocina, para poder servirme algo que ayudara a que la noche pasara más rápido. Al parecer, iba a estar bastante tiempo sola.

Comencé a caminar, atravesando todo el living, ganándome un par de miradas fastidiosas y de rechazo. Hasta que, por fin, encontré la dichosa habitación.

Había tan sólo dos personas que estaban sirviéndose tragos allí.

Todas las botellas estaban sobre una gran mesa de vidrio, en el centro de la cocina.
Joder, había alrededor de doscientas.

Me acerqué para elegir de cual servirme. Había para todos los gustos: vodka, whisky, cerveza, vino.

Me decidí por una cerveza rubia, de una marca que me gustaba.
La serví en un vaso rojo y bebí un sorbo, saboreando el gusto semiamargo.

- Qué sorpresa verte acá, acosadora -  me sorprendió una voz ronca.

Me dí vuelta, reconociéndolo tan solo por su perfume.
James esbozaba una sonrisa socarrona en su rostro.

- No vine por ti, si a eso te refieres- murmuré irritada.

-Me han dicho que no sueles estar en éstas fiestas- dió un paso hacia mí, con soberbia.

- Me invitó Mike- mentí. Técnicamente había invitado a Jess. Pero para el caso, era lo mismo.

- También me han dicho que eso fue extraño.- se burló sonriendo.

Bufé.

- Idiota - respondí y tomé mi vaso para marcharme.

En cuanto pasé por su lado, tomó mi brazo con la mano, de modo suave. Sentí una electricidad recorrerme.

-¿Cómo te llamabas?- su mirada demostraba picardía. Aún seguía burlándose de mí.

-Vete a la mierda- contesté, y me solté de su agarre.

Volví a la sala donde transcurría la fiesta.

Mierda. Del James que había en mis recuerdos, no quedaba nada.

Era un estúpido, soberbio y grosero.
Y si, era increíblemente sexy, pero si creía que por eso iba a burlarse de mí, estaba muy equivocado.

Eres túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora