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POV James

Su pequeña mano tocó la mía.

Aún no podía dejar de sentir toda ésta adrenalina corriendo por mi cuerpo.

Luke era la peor mierda.

Se merecía cada golpe.
Era un maldito abusador.

No sabía que estaba tan enfurecido con él, hasta que comencé a golpearlo.

No me gustaba pelear, pero hubiese hecho lo necesario para salvar a Eva. Y no me arrepentía.

Todavía podía escuchar sus desesperados gritos, mientras intentaba empujarlo en vano.

Suspiré intentando calmarme.

Yo no era así.

Aunque, ya no sabía ni quién era.
Hacía mucho tiempo que ya me desconocía.

A nuestro alrededor muchas personas estaban mirando. Ninguno de mis amigos estaba aquí. En realidad, Mike era el único. Pero tampoco estaba.

Luke seguía en el suelo, todavía confundido. Todo había pasado muy rápido.

Miré a Eva. Su mirada estaba puesta sólo en mí.

Sus hermosos labios colorados estaban entrabiertos. Su pecho subía y bajaba.
Su vestido negro estaba arrugado, por el agarre del maldito Luke.
En sus ojos había pánico, terror.
Odiaba verla así, me dolía.
Ella siempre estaba sonriendo, y eso me volvía loco.

Me acerqué con movimientos despacios. No quería asustarla. Al fin y al cabo, yo también había actuado como un animal.

-Eva. Vamos- murmuré, estirando mi mano.

Ella la miró, luego a mis ojos, y finalmente la tomó.

En cuanto lo hizo, nos dirigí hacia afuera de la casa.

En el camino, vi a Mike. Estaba abrazado a  Jess, bailando.

-Amigo. Perdona por lo que hice- solté rápidamente cuando me detuve a su lado -Pero sé que me entenderás. Voy a llevar a Eva a su casa-

Observé a Eva, que tenía su mirada perdida en algún punto. Su amiga le hablaba, pero ella no respondía.

-Todo está bien- intenté calmar a Jess -Cuando pueda, ella te llamará-

Ella me miró confundida, pero no dijo nada.

- James ¿De qué hablas?- cuestionó mi amigo, nervioso.

-Pregúntale a Luke- solté. -Perdoname por todo-

Y sin esperar su respuesta, me fui, con Eva de la mano.

No había traído mi auto, porque tenía pensado beber.
Maldición.

Tomé mi celular y pedí un taxi.

-De acuerdo, espero aquí- respondí cuando me confirmaron que el vehículo llegaría en cinco minutos.

Guardé el teléfono y me giré hacia ella.
Seguía callada, mirando hacia ningún lugar, sumida en sus pensamientos.

-Hey- tomé su rostro entre mis manos, para que me mirara.

Ella lo hizo. Pero eso me destrozó. Sus ojos estaban cristalizados.

-Tranquila. Todo terminó. Estamos yendo a tu casa-

Iba a responderme, pero entonces, desbordó en llanto.
Se pegó a mi torso como si eso fuera a protegerla. Y mi corazón se volvió loco.

La envolví con mis brazos. Era tan pequeña a comparación mía.

Su cuerpo se agitaba por sus sollozos, y no sabía que más hacer para ayudarla. Aunque, estaba seguro, que de éste modo, estaba descargando toda su adrenalina.

Mi mano izquierda la sostenía con fuerza, mientras mi derecha acariciaba su espalda.

-Todo está bien, mi hermosa Eva. Ya no llores-

No sé por cuánto tiempo estuvimos así. 
Nos tuvimos que separar cuando el taxi llego, porque no había otra opción.

En silencio subimos y le indiqué al chofer la dirección de su casa.

Y el resto del viaje siguió así, sin que ninguno hable.

Pero, increíblemente, nuestras manos, siguieron enlazadas.

Ojalá pudiera tenerla para siempre así, conmigo.

Sabía que estaba enojada porque la había besado. Pero joder, no me arrepentía para nada.

Había aguantado mucho tiempo. Y ella también lo quería, lo veía en su mirada. La conocía bien.

Quizá no fue el momento correcto, ni la forma. Pero había sido fantástico.

Sentir, por fin, su dulce boca en la mía.
Cuando comenzó a mover sus labios, creí que iba a enloquecer.

Detuve mis pensamientos porque ya habíamos llegado.

Le pagué al chofer, y caminamos hasta la entrada de su casa. Todos sus movimientos eran robóticos, como por inercia.

-¿Estás bien?- murmuré.

-Si... - habló al fin. Su voz estaba rasposa.  -No sé como agradecerte- me miró a mis ojos, y sentí que el tiempo se detenía.

No digas eso, por favor, Eva.

-No debes agradecerme. Lo haría mil veces. Ve a descansar, mañana hablamos de todo-

-¿No quieres pasar?- musitó.

Carajo. Qué propuesta. ¿Cómo iba a negarme?

Concéntrate, James.

-Prefiero irme... Tengo cosas en las que pensar- me sinceré -¿Vas a estar bien? Si prefieres que me quede, lo haré- dije con seguridad.

-No, no. Necesito descansar y estar sola.-

-De acuerdo. Lo que sea que necesites,  llámame. Ah, y llama a Jess también.  Está muy preocupada.-

Eva asintió.

-Hasta mañana- murmuré y dejé un suave beso en su frente, aunque en realidad, moría por besar sus labios.

-Gracias por salvarme- respondió sonriendo débilmente.

Oh Eva... Si supieras la verdad.

Sonreí y me alejé de ella, mientras cerraba la puerta de su casa.

Solté el aire que estaba reteniendo  inconscientemente.

Joder, estaba furioso. 
Conmigo.

¿Cómo había podido llegar hasta aquí? ¿Cómo había sido tan idiota?

Mañana tendría que venir a hablar con Eva.
Tarde o temprano,  el momento llegaría.

Y tal vez, sólo tal vez, ella me perdonaría.

Eres túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora