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LIAM

-Quédate a cenar.

Zayn se aferró a mi mano con fuerza cuando estaba a punto de cruzar el umbral hacia la calle. Volteandome, lo observé sorprendido ante la propuesta. Me había quedado a cenar con anterioridad pero por lo general, había sido uno de los padres de Zayn quien había verbalizado la invitación mientras el moreno se quejaba diciendo que si nos pegaban por la cadera, no pasaríamos tanto tiempo juntos. Si, me aprovechaba de las invitaciones para poder pasar más tiempo con él, no voy a negarlo.

Ahora, el que él me estuviera invitando por voluntad propia era demasiado extraño como para que aceptara sin discutir. Pero entonces su mirada se deslizó de mi, a la puerta de la sala donde se podían escuchar las voces alegres de su familia, seguramente interrogando al recién llegado. Un estremecimiento hizo temblar su delgado cuerpo, logrando que frunciera el ceño.

¿Acaso Zayn le temía a su hermano?

Había sido presentado a Keegan como el novio de Zayn pero no había hablado el tiempo suficiente con él como para poder juzgar su carácter pero no me había parecido el tipo abusivo. Pero, de nuevo, yo no era el mejor juez en ese tipo de cosas, me había desengañado tantas veces que ya debía haber roto algún tipo de récord.

Eso no quería decir que fuese a abandonar a mi pequeño nerd, si él quería que me quedara, lo haría.

-Por supuesto –sonreí, jalandolo hacia mi cuerpo con suavidad y envolviendolo en mis brazos antes de bajar la cabeza y dejar un beso en su oído-. Pero luego hablaremos de lo que sea que está sucediendo.

-Nada está sucediendo. –se apartó un poco, mirándome alarmado.

Quitando un mechón de cabello que caía sobre sus ojos, acomodé sus lentes sobre su nariz y suspiré-. He aprendido mucho de ti, cariño, y puedo darme cuenta cuando mientes.

-No miento.

-Mirame a los ojos y dime que nada sucede –pedí, tomando su barbilla. Me frunció el ceño pero no dijo nada cuando tomó las plaquetas que colgaban de mi cuello y jugó con ellas-. No eres capaz de mirarme a los ojos y mentirme, ¿verdad?

Negó con la cabeza.

Lo abracé más cerca-. ¿Quieres hablar de ello, tesoro?

-No -susurró-. Pero seguramente tu me obligaras a hacerlo.

-¿Es un tema en el que puedo presionar? -pregunté con cuidado.

Haciendo una pequeña mueca, observó hacia la puerta de la sala y luego a mis ojos. Parecía estar debatiendo algo internamente por lo que lo dejé llegar a su decisión. Cuando tomó mi mano y me jaló por las escaleras me di cuenta que había llegado a algo en su mente lo seguí. Me sorprendí cuando en vez de dirigirse a su habitación, siguió caminando por el pasillo y tomó la cadena que bajaba la escalera que daba al ático. Una vez arriba, la cerró y se sentó en el suelo, golpeando el lugar frente a él.

-¿Por qué estamos aquí? –me senté frente a él.

Mirando a su alrededor ausentemente, volvió a mi- Me gusta este lugar -se encogió de hombros-. Viéndolo desde el lado realista es solo el ático, desde el lado psicológico esto es algo así como mi lugar seguro donde nadie puede llegar sin que yo le de permiso con anterioridad.

-¿Por qué nunca había estado aquí antes?

-¿Por qué siempre tienes que discernir cada cosa que te digo? -gruñó–. Es como si quisieras meterte en cada espacio de mi vida, saberlo todo, es irritante.

-Solo quiero conocerte –me incliné y dejé un rápido beso en sus labios-. No me contestaste.

-No viniste antes porque no te quería aquí –respondió con simpleza y una determinada expresión en su rostro.

Socialmente Torpe |Ziam|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora