Capítulo 21: Mi nombre es...

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Rápidamente se levantó.

—¡Natalie, no! —gritó.

Crypto se asomó rápidamente para ver como la rubia se sobresaltaba.

Se había escabullido por detrás del joven para tratar de agarrarlo.

Octane se giró para verla.

—¡Ni se te ocurra hacerlo! —dijo Wraith saltado por encima del sofá con clara intención de apuñalar al joven.

Ante esto. Octane reaccionó.

Garro el brazo de Wattson para moverla y agarrándola por el cuello con su brazo apunto el arma a la cabeza de la rubia.

En ese momento, Wraith se frenó en seco. Más bien todos lo hicieron.

Esto claramente era un aviso. ''Si os movéis, la mato''.

Ahora Crypto estaba levantado y podía ver mejor a Octane. Le rompió el corazón ver esa escena tan tensa: su pareja apuntando con un arma a la cara de su mejor amiga mientras la pareja de esta era testigo.

Se fijó en el aparato que tenía en la cabeza. Como bien dijo Loba, ahora la luz no era verde sino amarilla.

—Octane... ¿Qué estás haciendo? —rogó la rubia —Soy yo, Nat.

Entonces observo como la luz parpadeaba unos instantes. No llegó a cambiar, pero estuvo a punto.

—Suéltala —ordenó Wraith.

Wraith tenía en su mano el cuchillo preparado para usarlo si es necesario.

Tenía que hacer algo o tanto Wattson como Octane saldrían mal parados de esto.

—Espera, Wraith —dijo Crypto tratando de parecer tranquilo —. Ahora mismo Octane no es consciente de lo que hace. Ten cuidado con lo que dices o haces.

—No me...

—La vida de Natalie depende de ello —sentenció.

La mujer callo en el acto, pero aun así miro al joven de nuevo con furia.

Crypto trato de acercarse lentamente hasta donde estaba Wraith. La mirada del joven alternaba entre ella y el hacker.

Tenía que atraer su intención, tenía que hacer que el verdadero Octane saliera a flote.

—Octane —le llamó.

Este le miro durante un momento.

Crypto levantó las manos para que viera que no estaba armado como lo estaba Wraith.

—Está bien, tranquilo. No voy a hacerte daño —dijo él.

Por su mirada fría e inexpresiva no podía tener mucha información de lo que estaba pasando, pero el aparato le daba la que necesitaba, como un contador de afecto de un juego. Una pena que esos juegos eran más los de Mila que los de él.

—Oct... Tavi.

El joven le miró, pero pudo ver como el aparato parpadeaba un poco.

—Tavi —volvió a llamarle —. No tienes que disparar a Natalie. Es tu amiga.

Durante un instante, el aparato parpadeo y paso a naranja, pero enseguida volvió a amarilla. No sabía si eso era buena señal o de que se tenía que esforzar más. Necesitaba sacar el control que ejercía esa cosa de Octane.

—Leí la nota que me dejaste. Lo sé todo, ¿vale?

Otra vez el parpadeo de la luz.

—No estoy enfadado, ¿vale? Entiendo lo que hiciste. Lo entiendo —dijo él.

Lágrimas SilenciosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora