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Nota: Ya saben la canción

Cuando Killua entro a clases lo único que podía pensar era en no encontrarse con Yamato, no quería

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Cuando Killua entro a clases lo único que podía pensar era en no encontrarse con Yamato, no quería.

Pero como los dioses estaban en contra de él fue al primero que se encontró.

— ¡Killua! —el chico era lindo y en un inicio eran buenos amigos. El problema empezó cuando de la nada el chico de cabellos azabaches con toques azules, comenzó a celarlo, a ser posesivo con él como si fueran novios, cuando no lo eran.

Y por ello tuvo problemas con la cuarta mujer más importante en su vida.

— Ah, hola Yamato —contesto el chico con una sonrisa amable aunque no quería verlo.

— ¿Cómo estuvieron tus vacaciones? —preguntó poniéndose a su lado y caminando con él.

A veces extrañaba a su amigo, ese que no estaba enamorado de él y que no era tóxico. Porque no podría decir que cuando se enteró de su enamoramiento se planteó mucho darle una oportunidad.

Ambos congeniaban, tenían mucha química juntos y sinceramente se querían, para Killua no había una mejor persona que darle su corazón; pero entonces llegaron celos, llegaron peleas y supo que no podía estar con una persona que le hacía todas esas cosas aún sin ser pareja.

No quería ser controlado por alguien, no quería dejar de hacer las cosas que quería solo por darle total atención a su pareja. Quería tener una pareja con la cual se sintiera apoyado, que aunque no se vieran supiera que estaba ahí, que brillarán juntos y no se necesitaran el uno al otro para sobresalir.

Y eso no lo podría obtener con Yamato, así que para que ninguno se lastimara de más, Killua hablo con él y se separó. Aún así Yamato no entendió, y venía convencido en enamorarlo.

Cosa que ya no se podría, porque en su corazón está naciendo un sentimiento que jamás creyó poder vivir con tanta intensidad y todo por un lindo chico que le esperaba en su departamento. Pero, claro, Killua aún no era totalmente consciente de esos sentimientos.

— Bien, ¿y las tuyas? —preguntó, ambos chicos caminaban hacia las escaleras que lo llevarían a su salón.

— Me alegro, ¡súper bien!, tenía boletos para una orquesta quería invitarte pero recordé que me habías dicho lo de tus libros —el chico hizo un puchero.

— Será otro día —contesto.

— ¡Yamato!, ¡te buscan en el salón! —un grito se escuchó, era una chica se cabellos cortos y castaño, Yamato le sonrió y le gritó que ya iría.

— Fue un gusto verte Killua, nos vemos —hablo el chico con esa sonrisa que podría encantar a todo quien la viera.

— Adiós —dijo el chico viendo cómo el joven caminaba junto a su grupo de amigos. Killua iba a empezar a caminar cuando escucho el gritó, sabía que su tranquila vida escolar iba a acabar, aquel huracán con nombre y apellido llegaba una vez más.

𝟶𝟸𝟹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora