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DAIANA JONES

Lo logré, aún no puedo creer que logré salir de ese asqueroso país lo antes posible. Recuerdo que lo primero que hice al correr fue pensar en mi mejor amiga y que tal vez si voy a ese lugar la podría rescatar, pero nada salió como lo planee, algunos agentes de seguridad me vieron cuando salí de aquel lugar y me intentaron hacer hablar, pero no los entendía, con la justa pude decir mi nombre completo y mi país.

Al final me llevaron a un lugar donde llené un cuestionario y después de unos minutos me llevaron en un auto a un aeropuerto, sólo hicieron señas y vi la bandera de Chile como mi referencia.

-Señorita se tiene que dirigir a su país, ahora no podemos darle más detalles, pero procure olvidar lo que vivió aquí incluida su amiga - dice una mujer en un español bastante producido.

-No puedo irme sin ella - rectifico retrocediendo.

-No, usted debe entender que no puedo resolver nada aquí, vamos a averiguar a fondo este tema, pero tiene que irse en ese avión porque no tendrá otra oportunidad de hacerlo - amenaza y por un momento todo dio vueltas a mi alrededor haciendo que ponga mi pié derecho como soporte en vez que el izquierdo.

Mi estómago se comienza a sentir como si estuviera en un remolino asi que no pierdo tiempo y corro al lugar donde vi los dibujos de un baño, entro a un camerino y todo lo de mi estómago es expulsado con asco.

Cuando termino mi mala experiencia en el baño me lavo las manos y mi boca.

Pensamientos tontos pasan por mi cabeza y mi corazón se acelera al ver un calendario en la puerta del baño, con miedo me acerco y miro las fechas.

Cubro mi boca al instante que me doy cuenta que tengo un retraso de más de una semana y eso no es normal en mí. Mis manos temblorosas van hacia mi estómago y recuerdo la noche que pasé con él.

-No puede ser - digo en un susurro con temor a lo que fuera a pasar.

No puedo estar embarazada de él, no cuando quiero iniciar de cero con mi vida.

Salgo del baño y la misma señora se acerca con dos azafatas.

-¿La podemos ayudar en algo? - pregunta amable una de ellas.

-No, gracias - sonrío débilmente.

-Lamento decirle que no puede viajar si está en mal estado, son las reglas - dice la otra llamando mi atención.

-No tienen de que preocuparse, es algo normal, mi hijo acaba de dejarme saber de su existencia, es sólo eso - digo de nuevo en un susurro. Ellas me miran sorprendidas, pero la señora me mira con bastante lastima, no me sorprende que reaccione así, después de todo ella sabe lo que pasé porque conté todo frente de ella y un par de policías, ninguno se quiso hacer cargo del caso y lo supe porque todos movieron su cabeza negando un documento, pero ella e la única que lo agarró sin rechistar.

-Es hora de que vayas con tu familia - dice con una media sonrisa y comienza a caminar, yo la sigo en silencio olvidando a las otras dos acompañantes, llegamos al final de un pasillo que se dirige al avión y ella asiente hacia ese lugar.

-No tengo manera de expresar mi agradecimiento por lo que hizo, pero quisiera decirle que en verdad agradezco de su ayuda hoy - digo lo más claro y sincero posible.

-No tienes que agradecer, sólo vive una larga vida y te prometo que haré lo posible por rescatar también a tu amiga de ese infierno - la voz de una mujer en altavoz hace que la señora pare de hablar y escuche lo que dice - es hora de irte si no quieres perder el avión - yo asiento, ella me tiende una bolsa de compras y da media vuelta, me despido y le gritó un gracias antes de caminar hacia el avión.

Al Compás De Tus Órdenes ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora