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DAIANA JONES

Abro mis ojos lentamente tratando de que la luz del sol que entra por la ventana no me moleste, volteo un poco y miro todo a mi alrededor poniéndome en alerta.

¿Dónde estoy?

Es la primera pregunta que ronda por mi cabeza.

¿Qué hago aquí?

Doy una segunda mirada al lugar y el recuerdo llega a mi haciéndome sobresaltar, me levanto apresurada e intento abrir la puerta, pero esta se encuentra con llave.

No, de nuevo no. No quiero estar aquí, quiero irme. Volteo y corro hacia la ventana e intento abrirla, pero esta también está con seguro, regreso a la puerta moviendo la perilla como estúpida.

- Déjenme salir - exijo mientras lanzo puñetes a la puerta lastimando mi mano, no me doy cuenta cuanto tiempo pasa que estoy así hasta que abren la puerta.

Retrocedo lo suficiente para dejar entrar a la persona detrás y cuando entra mi corazón empieza a latir rápido como cada vez que lo veo.

-¿Qué estás haciendo?- pregunta mientras mira mis manos preocupado, se intenta acercar, pero yo retrocedo.

-¿Qué estoy haciendo en este maldito lugar de nuevo? - interrogó enojada.

- Es el lugar al que mi hijo pertenece y por ende tu también - dice como si fuese muy fácil.

- ¿Qué?, cuantas veces tengo que repetirlo, no es tu hijo, es mío - digo a la defensiva.

- Cálmate, no le hará bien a nuestro hijo - dice restando los pasos que nos separan y se acerca a mi.

- No te quiero cerca mío - menciono retrocediendo.

- Mientras que tengas a mi hijo en el vientre haré lo que yo quiera - su mano se posa en la mía con fuerza haciéndome jadear por el ardor que empiezo a sentir. Fijo mi atención en ella y veo que hay pequeños raspones con sangre por los golpes que le di a esa puerta - mi familia me va a buscar y la policía te acusará por secuestro, eso te lo aseguro - digo soltando mi mano zafándose de su agarre.

-Tu familia no va a buscarte - dice con tranquilidad mientras los músculos de sus brazos se tensan por esa oración.

-Claro que lo hará y tú no podrás hacer nada - amenazo con rabia.

- No lo harán - dice la voz de un hombre entrando a la habitación sin ningún aviso - ellos creen que estás muerta, ahora mismo te están velando - comenta con una sonrisa que hace que toda la cólera de hace un momento sea reemplazado por miedo.

-¿Qué está diciendo?- interrogo mirando al chico que juró protegerme hace tan sólo un mes atrás.

- Dile hijo - pide aquel hombre mirando en la misma dirección que yo.

Por una estúpida razón me quedo estática sin poder formular otra palabra y espero a que él responda.

- Yo... lo siento - dice al final.

¿Qué es lo que siente?.

Es imposible que mi familia crea que estoy muerta, sé que ellos me buscarán cuando se den cuenta que no estoy en mi casa.

- Basta de juegos de tu parte, quiero llevarme bien contigo, eres la mujer de mi hijo y la madre de mi primer nieto - comenta como si lo que dijera me hiciera muy feliz.

-No lo seré nunca - digo enojada, miro a ambos hombres y camino rápido al baño, apenas entro echo seguro a la puerta evitando que alguien entre.

No puede ser cierto, mi mamá no puede rendirse, ella me buscará y también mi papá, ellos no dejarían que alguien les de dinero con tal de pensar que su hija está muerta, ¿O si?.

Por supuesto que no, en que estoy pensando, son mis padres, nunca harían una cosa así.

Voy hacia el lavado y abro la cañería para que el agua caiga sobre mis manos, me mojo la cara y me miro en el espejo sin poder creer que he vuelto a este país. Soy una imbécil, debí abortar apenas llegué a mi casa, soy una ilusa al pensar que él me dejaría en paz y podría hacer mi vida como si el nunca hubiera estado en ella.

Sé que mi hijo no tiene la culpa de nada, pero de tan sólo pensar que también es suyo hace que me hierva la sangre por ser engañada tan fácilmente.

- Daiana, tenemos que hablar, ¿Puedes salir?- pregunta él detrás de la puerta.

- No tenemos nada que hablar tu y yo- digo con asco mientras sostengo una parte de mi peso en el lavado al sentirme un poco mareada.

- Me dijeron que no has llevado controles todo este tiempo, no sabemos si nuestro hijo está bien, quiero llevarte ahora mismo a un especialista - cuando lo oigo decir eso toda mis energías vuelven al saber que quizás tenga la oportunidad de escabullirme mientras él está ocupado.

- Bien - respondo cortante mientras abro la puerta, él me mira y extiende su mano para que yo la sostenga, pero paso lo esquivo -¿Iremos lejos?- pregunto interesada.

- Pues, no lo creo - responde mientras camina detrás mío hacia la puerta de la habitación - espero que no hagas ninguna locura - amenaza abriendo la salida, el camino de está habitación es distinta a la que había tenido la ultima vez, pero decido no intervenir en eso.

Caminamos en silencio hasta bajar las escaleras y llegar a la puerta, el parece estar sumido en sus propios pensamientos porque no se percata que su padre está en medio de la salida.

- ¿Dónde la llevas?- pregunta mirándome con fastidio.

- La llevaré a un hospital cercano para que revisen si mi hijo esta bien, ¿Algún problema con eso?- interroga mi acompañante prestando su atención a la situación.

- Llama a alguien que la vea aquí, ella no puede salir -ordena comenzando a caminar.

¿Quién se cree que es?

- Es me decisión llevarla, yo tengo la última palabra- responde mi acompañante mientras sujeta mi mano y me guía a la salida.

-Es mi orden, que no se te olvide que aquí quien manda aún soy yo - dice por último, cuando él intenta abrir la puerta dos hombres se presentan impidiendo el camino.

- Parece que en verdad no saldremos - digo sarcástica.

- ¿Qué creen que hacen?-pregunta a los guardias con un tono bastante elevado.

-Lo siento señor, tenemos órdenes -dice una armándose de valor.

- Me importan una mierda sus órdenes, esta es mi casa - gruñe mientras saca algo detrás de su pantalón, instintivamente al ver ese objeto metálico al cual todos le temen hace que retroceda con miedo a lo que pueda pasar.

Él le apunta a la cabeza del que interrumpe nuestra salida y el vigilante se queda en su lugar mirando hacia atrás nuestro que estoy segura que ahí se encuentra ese hombre de nuevo.

-Baja el arma Ezra - ordena con voz ronca.

-Vete a tu maldita casa padre, no quiero que metas tu nariz a asuntos que no te conciernen- aclara sin mover el arma ni un centímetro.

-Es mi nieto y el futuro sucesor de este país, tengo todo el derecho de meterme - su comentario me enoja más de lo debido así que volteo a mirarlo directo a los ojos.

- Para eso estamos nosotros, sus padres. No necesitamos de usted para saber que hacer con él  y de antemano le digo que no quisiera que mi hijo camine a lado de usted - demando y volteo a coger la mano del chico - juro que si no se apartan mañana no estará ni su nuera, ni su supuesto sucesor - amenazó con rabia.

A los segundos los seguridad levantan sus manos y retroceden dándonos paso, aprovechó eso y no dudó en comenzar a caminar lejos de esa estúpida casa.

Al Compás De Tus Órdenes ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora