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DAIANA JONES

Miro por última vez en su dirección, parece dormir así que decido no acercarme ni dar un paso hacia adelante. Él dijo que no quería despedidas y eso haré.

Camino fuera de la habitación y entro al elevador, el pasillo hacia el cuarto donde está él, parece solitario espero que tenga una recuperación buena y que su familia en vez de juzgarlo trate de cuidar de su salud al menos por esta vez.

Una sonrisa amarga me sale al recordar la clase de persona que es su padre y que de por si no se va a preocupar por él en absoluto. Al pasar unos minutos las puertas se vuelven a abrir y puedo divisar que a unos metros esta la persona en quien acabo de pensar.
Al parecer mi mala suerte volvió, el padre de él camina con autoridad, en su compañía hay dos hombres que parecen venir de una película de acción, camino rápido hacia una columna que impide que él me vea, por ninguna razón pienso permitir que él me retenga. Camino pasos pequeños hacia la izquierda al verlo pasar por ese mismo lado que se dirige al elevador que acabo de salir, cuando las puertas de cierran mi respiración vuelve a su ritmo y no dudó en correr hacia la salida.

Miro a ambos lados sin ubicarme y sé de antemano que no podré salir del país muy pronto, no tengo papeles y tampoco dinero. No puedo ir a que me deporten de nuevo porque sería un delito para mi más bien, con el pensamiento que tienen las personas en este lugar prefiero mil veces quedarme un tiempo para ahorrar lo suficiente para irme.

La idea de pedirle dinero llegó a mi mente, pero es lo último que desearía en verdad hacer.

Camino por las calles sin un rumbo en específico, algunas personas me miran al pasar y seguro es por el atuendo que llevo puesto que es tan diferente al de esta gente. Decido ignorar cada mirada, me detengo en un restaurante que tiene un diseño en el exterior muy particular y sin dudarlo entro en él al leer el aviso de que se necesita personal.

Un hombre bastante atractivo está detrás del mostrador atendiendo a una pareja, me acerco silenciosamente esperando que su turno acabe para poder hablar con él. La chica me mira y me sonríe amablemente, pide un postre junto con su novio y caminan hacia una mesa desocupada. Camino hacia el hombre del mostrador sin dudarlo antes que alguien más entre y le sonrío.

- Buenos dias - hablo y mi ánimo cae al darme cuenta que seguramente esta persona no va a entender lo que digo. El chico me sonríe y revisa su bolsillo para sacar su móvil.

Escribe algo en él y después de unos segundos la voz parlante de Google se escucha claramente.

- ¿En qué puedo ayudarla?- pregunta y mi duda crece al preguntarme como supo que era español lo que estaba diciendo, él acerca su celular hacia mi.

Le sonrió nerviosa y me acerco lo suficiente para hablar.

- Quisiera obtener el empleo - hablo y la voz parlante se escucha nuevamente esta vez en su idioma. Él abre sus ojos un poco y vuelve a hablar en su móvil.

-Eso sería muy difícil ya que usted no habla árabe, pero quisiera saber, ¿Qué otros idiomas maneja?- pregunta interesado.

Espero que él teclee nuevamente en su celular para hablar.

- Manejo con facilidad Español, Inglés y Francés- digo pensándolo unos segundos, en su rostro puedo notar lo sorprendido que está por mi respuesta y vuelve a sonreír.

- Seria bastante bueno, justamente requería un traductor ya que hemos tenido algunas consumidores con idiomas desconocidos para nosotros - habla en plural, lo que me hace mirar a las cinco personas que atienden el local.

- Quisiera ser de ayuda, ahora no tengo donde ir y  se me hace complicado buscar empleo aquí- respondo en su celular que traduce lo que digo. Él asiente de acuerdo y posa su mano en su mentón.

- Podría ayudar con eso, si te contrato te necesitaría al mismo tiempo para los consumidores de mi hotel de a lado, es con cama adentro ¿Tienes algún inconveniente?- cuestiona poniendo sus manos en el aparador mientras me mira fijamente.

La verdad esto es perfecto, ganaría dinero por hablar como normalmente lo hago y tendré un techo al menos por un tiempo en este lugar.

¿Acaso Dios por fin se apiadó de mí?

-Eso estaría perfecto - respondo entusiasmada,  él sonríe y me hace señas para que me adentre al interior del mostrador,  yo lo sigo hasta empujar una puerta corrediza que me hace ingresar al interior.

Lo veo parado en la caja y me mira, vuelve a coger su celular y habla.

-Solo quédate aquí y cobra lo que yo te diga hasta que alguien extranjero entre tu lo vas a entender, hoy será un día de prueba no te pongas nerviosa - pide y con eso última me da una última mirada, me da un mandil y se va dentro de un cuarto.

Me quedo estática y por alguna razón miro al cielo.

- Tú me estás cuidando, ¿Verdad mi niño?- pregunto a mi misma.

>>>♡<<<

El día trascurre con bastante tranquilidad, he aprendido a dar cambio en tan solo unas horas gracias a que una mesera me enseñó, ella al igual que el encargado me hablan por el traductor de su celular y sé que puede ser un poco molesto hablar con alguien así. 

Voy a tratar de aprender un poco este idioma, al menos mientras aún sigo aquí.

- Con el apuro me he olvidado preguntar tu nombre - dice el encargado.

Yo sonrío divertida y me acerco.

- Soy Daiana - me presento y el me mira sin entender, su ceño se frunce confundido - D A I A N A- deletreo cada letra y él me remeda, cuando logra decir mi nombre claramente asiente - ¿Y el suyo?- interrogo por el móvil y él baja la mirada.

- Me llamo Akram, mis padres me dieron ese nombre porque significa muy generoso - y con es respuesta vuelve con su trabajo.

Creo que ese nombre le queda muy bien, si le dio trabajo a una completa desconocida en apuros, debe ser muy generoso.

El anochecer llega y con eso el local comienza a quedarse vacío, puedo adivinar que ahora debe  ser muy noche así que miro que todos se hallan ido antes de acercarme donde Akram.

- Disculpe, ¿Puedo preguntar dónde dormiré?- pregunto avergonzada.

- Sígueme- ordena mientras camina fuera del restaurante.

Al salir ayudó a cerrar con llave todo, al terminar él camina en silencio hasta el hotel que me hablo, se adentra en el y yo lo sigo sin ninguna otra opción. Escucho que habla con una señora en recepción y hace un gesto de mano que me hace acercarme.

En medio de esa conversación puedo escuchar mi nombre salir de los labios de Akram, la señora me da un rápido vistazo y asiente.

- Te quedarás en uno de los cuartos de empleados, mañana trabajarás aquí, ella te dirá que hacer y al siguiente día estarás en el restaurante, intercalando los días, ¿Está bien para ti?- pregunta esa voz parlante que me está comenzando a estresar.

Yo asiento en vez de hablar porque sinceramente no quiero oir más esa estupida voz parlante.

Él parece entender porque también asiente y sonríe antes de irse esta vez dejándome sola a cargo de la mujer que nos ha mirado todo este rato.

Al Compás De Tus Órdenes ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora