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DAIANA JONES

He estado encerrada por muchas horas, no he podido sacar de mi mente el recuerdo de ese hombre tocándome y creo que nunca podré olvidar el sentimiento de repulsión por ese acto.

Creo que no soportaré que alguien más me toque a su gusto y no sé como voy a sobrevivir si vuelvo a ese lugar en dos meses, en mi mente vuelve la idea de escapar y aunque sé que las consecuencias pueden ser horribles, tengo que volver a intentarlo.

Llama mi atención el movimiento de la perilla en la puerta y dirijo mis ojos a ese lugar. La veo abrirse después de unos segundos y entra ese hombre mientras seguramente me busca con su mirada hasta que sus ojos se posan en mí. La mitad de su rostro luce relajado, él dirige sus manos detrás de su cuello y se desata la mascarilla bajo mi atenta atención.

No entiendo su cambio repentino y que se esté quitando esa tela sin que se lo repita, pero no me agrada recordar que él me estaba ocultando el hecho que tenía un documento con información detallada mía. No puedo confiar de nuevo en alguien que ya me ha mentido una vez, ese es mi mayor defecto aunque creo que es mi más grande escudo.

-¿Qué es lo que quieres?- me atrevo a preguntar retrocediendo en la cama.

-Vengo a pasar la noche con mi mujer, ¿No puedo? - interroga acercándose.

-Creo que entonces te confundiste de habitación, aquí nadie es tuya - digo refiriéndome al cuarto.

- Todo en este cuarto es mío - algo en esa simple oración hace que mi cuerpo responda a él, pero trato de eliminar el rastro de ese sentimiento casi de inmediato.

- Todo excepto una cosa, yo - digo haciendo una pausa y mirando hacia otro lado.

- Sabes que no tengo paciencia así que no me saques de quicio con tu terquedad, estoy poniendo de mi parte - añade lo último con un tono diferente, como si hubiera pasado algo demasiado feliz para él.

¿Cómo puede estar feliz si casi me violan? ~ pienso mientras le doy la espalda y me acuesto de costado.

Siento la cama hundirse y su aroma a perfume suave invade mi espacio personal.

- Hablemos de lo que pasó hoy - dice de repente cerca de mí tomándome desprevenida.

- No ahora - es lo único que digo.

-Tenemos que hablar tarde o temprano - insiste moviendo mi cintura.

- Prefiero tarde - comento esquivando sus caricias.

No escucho nada por varios segundos y eso me pone nerviosa porque no sé la razón de su repentino silencio.

-¿Crees que tengo la culpa de lo que ocurrió? - pregunta cerca de mi oído erizando mi piel.

No respondo. Sé que no tiene la culpa, pero pudo detener lo que iba a suceder, pudo ordenarle que no me trate de esa forma, él pudo subir junto a nosotros y así evitar que ese hombre me toque como lo hizo.

-Sé lo que estás pensando, siento no haber hecho algo en ese momento, sé que piensas que tal vez quise que eso pasará, pero no es así, yo nunca hubiera querido que tuvieras esa mala experiencia en está casa, no pude hacer nada porque si lo hacía en ese mismo instante te llevarían de nuevo por incumplimiento y eso no podía pasar - explica, pero no le respondo hasta que una vaga idea se me pasa por la cabeza por su resiente afirmación.

-¿Entonces ya no volveré a ese lugar?- pregunto esperanzada aunque sé muy en el fondo que no todo iba salir como yo imaginaba.

Él no mueve ni un solo músculo lo que me hace pensar que se fue desde hace mucho, volteo y rápidamente coge mi barbilla dejando que quede con mi cuello un poco doblado hacia la derecha.

Al Compás De Tus Órdenes ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora