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EZRA ANGHEL

-¿Qué están haciendo?- la voz de Daiana hace que por un segundo trate de levantarme antes que ellos le hagan daño.

Por más que trato de pararme mis piernas flaquean y me tiran de nuevo al piso.

-No le hagan daño - ruego en voz baja con dificultad- por favor - suplico esperando ser escuchado - ¡Por favor!- grito esta vez, pero por más que mi voz suena con fuerza, ellos me ignoran y la siguen.

Dejo de verlos cuando mis ojos vuelven a abrirse lo que me pone inquieto mientras miro a ambos lados.

- ¡POR FAVOR!- grito con desesperación por no saber si ella está bien.

La puse en peligro de nuevo y todo por mi egoísmo de no alejarme apenas la vi.

-No... - digo en último intento de levantarme y mis ojos se abren.

La luz alumbra mis ojos haciendo que los vuelva a cerrar, mi respiración es agitada y mi cuerpo esta sudado por el extraño sueño que acabo de tener.

Mi mente comienza a recordarme aquello que acabo de soñar y es ahí cuando caigo en cuenta lo que está pasando.
Toco mi cabeza y me percato que llevo una venda en gran parte de mi cabeza lo que me hace poner una mueca.

Jalo las agujas que están en mi brazo y aunque algunas gotas de sangre fluyen de las heridas, me niego a permanecer acostado mientras que no sé si Daiana esta bien. Me levanto y me doy cuenta que tendré que caminar descalzo, camino fuera de mi cuarto y bajo las escaleras apresurado.

-Thomas - llamó esperando que sea escuchado.

No demora mucho en aparecer la persona que busco que me mira completamente pálido al verme de pie.

- Tienes que permanecer acostado aún- avisa como si le fuera hacer caso.

-¿Dónde está?- pregunto esperando que sea sincero en su respuesta y que no me lleve con rodeos.

Al principio no responde hasta que voltea a ver por la ventana y vuelve a mirarme.

- Aún no damos con su paradero- es lo único que dice y es lo que ocasiona que mis piernas fallen.

No digo nada hasta pensar con claridad lo que pasó y con bastante dificultad las imágenes vienen a mi cabeza, el dolor aumenta con el último recuerdo que tengo de ella corriendo y detrás iban esos hombres.

-Ella pudo llegar al restaurante - avisa lo que me causa calma al instante en el que lo escuche, pero la confusión llega de nuevo al darme cuenta que al principio dijo que no la encontraban.

-¿Qué estás diciendo?- cuestiono con una sonrisa amarga.

-No tuve más remedio que dejar que se la lleven - termina y sin controlarme me dirijo a él agarrando parte de su camisa.

-Repite lo que acabas de decir - lo encaro esperando que me explique como tuvo la valentía de dejar que se la lleven.

- Ella dijo que impidió que te mataran, ahora estoy buscando a tu chófer, pero al parecer esos hijos de puta se esconden demasiado bien - admite rendido.

- En primer lugar no debiste permitir que se la lleven- digo decepcionado de su decisión- a ella no le puede pasar nada y hubiera preferido estar muerto al sentirme como me siento ahora mismo - admito alzando la voz - ¡La lleve de nuevo al peligro! ¡Ni si quiera sé si está viva!- grito enojado empujando su cuerpo lejos de mi.

-Ezra- trata de llamar mi atención, pero bajo la mirada.

-Es mejor que no digas ni mierda si vas a inventar alguna excusa- le ahorro la charla- sé que no me perdonarías si le hiciera lo mismo a ella- digo refiriéndome a la amiga de Daiana.

-Yo...- iba a decir algo, pero se corta el mismo.

No quiero hacerle daño cuando me salgo de mi propio juicio así que me volteo para no verlo. Recuerdo perfectamente la voz del traidor y haré pagar con sangre lo que está haciendo, le haré arrepentirse de no haberme matado en ese momento.

-¿Qué has averiguado hasta ahora?- pregunto esperando que sea al bueno.

- Según las cámaras de seguridad dieron muchas vueltas hasta aquí y luego de dar otro par de vueltas salieron de la ciudad a un pueblo, el más cercano es a 15 minutos y ya he enviado a algunos hombres para que investiguen - dice pasándome un portafolio.

Me quedo en silencio viendo el documento donde muestran algunas fotos del traidor encontrándose con alguien.

Paso cada foto sin interés en ninguna hasta que una de ellas se queda a mitad de camino al detener mi acción y ver con más detenimiento aquella imagen.

Al que yo llamaba mi hombre de confianza esta con ese hombre. Mi cabeza intenta encontrar a la persona que me causa bastante curiosidad porque la he visto antes. El recuerdo de aquel día cuando pedí ayuda a los altos mandos para encontrar a Daiana sale de mi cabeza y una fina línea se posa en mis labios al encontrar en mi memoria a quien me se parece esta persona.

- Creo que sé quién tiene a Daiana y quien hizo que me traicionen - le digo a Thomas llamando su atención -  busca a todos los hombres que estén dispuestos a pelear a mi lado contra otro líder de la misma tribu - ordeno a Thomas que después de asentir se va sin decir ni una sola palabra.

No puedo quedarme aquí como si nada sabiendo que ese viejo tiene a Daiana. No dejaré que se salga con la suya, le demostrare que se metió con la persona equivocada.

Subo a mi habitación y entro a mi armario, me cambió se ropa y resalto el color negro en la mayor parte de mi traje para que sepan que no voy en son de paz.

Abro el único cajón secreto de mi armario y guardo dos armas a cada lado de mi traje, un cuchillo en mi tobillo y me pongo anillos de punta que parecer pequeñas garras. Un tapabocas del mismo color que mi traje y sin demorar más las cosas unas botas no tan pesadas que pueda ayudar a cubrir el cuchillo.

Vuelvo a salir y bajo las escaleras, al abrir la puerta me doy cuenta que mi orden fue escuchada. Puedo ver a muchos hombres frente de mi casa esperando mis nuevas órdenes. Frente a ellos esta Thomas lo cual me confunde, por un momento pensé que no vendría.

Me acerco a el en silencio y cuando estoy frente a él hablo.

-¿Estas seguro que quieres venir?- interrogo sabiendo que él ahora tiene otra prioridad.

- Lo único que sé es que tu has estado cuando más necesité de alguien, no te dejaré solo y quiero remediar mi error - dice bajando la mirada.

Sin dudarlo pongo mi mano en su hombro y aunque él no pueda ver, sonrío.

-Agradezco que estés aquí y entiendo que lo único que pensaste en ese momento era en que yo estuviera a salvo - le digo abiertamente - espero que esto no vuelva a ocurrir, pero si algo así pasa por segunda vez, prioriza su vida y no la mía, porque en verdad quiero que entiendas que una vida en la que ella no respire, no es una opción para mi - explico con sinceridad esperando que entienda mis palabras.

Al Compás De Tus Órdenes ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora