| CAPÍTULO 20 | ✓

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𝐃𝐎𝐒  𝐏𝐀𝐋𝐀𝐁𝐑𝐀𝐒,
𝐌𝐈𝐋  𝐒𝐄𝐍𝐓𝐈𝐌𝐈𝐄𝐍𝐓𝐎𝐒 

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Hanabi.

Al dar un paso dentro de la enfermería, dejé de sentir mis piernas y caí de rodillas.

—¿Hanabi? —escuché una voz femenina aproximarse junto a sus pasos apresurados.

Me dolía el cuerpo. Me dolía respirar.
Sin embargo, nada de eso me dolía más que ver a Toge lastimado.

—Shoko —articulé débilmente mientras levantaba mi vista, encontrándome con la castaña.

—Vamos —dijo al momento que tomaba a Toge y me ayudaba a ponerme de pie.

Nos dirigimos a una habitación, en dónde antes de recostarlo, retiré sus prendas superiores sucias para después cubrirlo con las mantas de aquella cama.

Me mantuve de pie frente a su cama mientras le veía permanecer inconsciente en ella, viendo la sangre en las comisuras de sus labios que era limpiada por Shoko.

Mordí mi labio inferior, intentando retener el sentimiento de angustia que me ahogaba, logrando simplemente obligar a algunas lágrimas salir sin mi consentimiento.

—Estará bien —habló Shoko a mi lado con tranquilidad —. Simplemente necesita descansar y recuperar su energía, su ritual debilita y lastima su garganta pero no es grave. Vamos a otra habitación, tu también necesitas ser tratada.

Negué varias veces mientras cerraba mis párpados con fuerza.

—Me quedaré con el —dije mientras mi voz se quebraba de a poco.

—Te esforzaste demasiado al traerlo a pesar de tus heridas, creo que tu condición es más grave.

—Estoy bien —repliqué al momento que presionaba mi costado, intentando aminorar el insoportable dolor.

Escuché a la castaña suspirar, seguido de sus pasos alejándose y saliendo de la habitación.

—Te dije que no te sobreesforzaras, tonto —apreté mi mandíbula, sin embargo, ésta no dejaba de temblar.

Me coloqué junto a su cama y me agaché lo suficiente para poder regalarle un efímero beso en la comisura de su labio.

Busqué a mi alrededor, encontrando una silla al fondo de la habitación, la tomé y la coloqué junto a su cama, antes de sentarme, simplemente recuerdo que todo se oscureció.

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Una molesta luz brillante me obligó a abrir mis párpados.

Parpadeé un par de veces antes de acostumbrarme a la vista. Lo primero que vi fue el techo color crema de la enfermería, que, aunque no fuera demasiado brillante, me incomodaba verlo.

Miré a mi alrededor, encontrándome con cierto peliblanco a mi izquierda, quien se mantenía sentado en una silla junto a mi cama, tomando mi mano cabizbajo.

Beyond the words.  »Inumaki Toge. FINALIZADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora