Beyond the words. »Inumaki Toge. FINALIZADA

| CAPÍTULO 23 | ✓

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𝐒𝐄𝐌𝐏𝐈𝐓𝐄𝐑𝐍𝐎 

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Su regreso fue en silencio, un silencio abrumador.
Mantuvo su vista fija a la nada, pensando en todo.
Durante todo el trayecto no dejaba de preguntarse que, si hubiera llegado antes ¿hubiera sido capaz de hacer algo? Si no hubiera dudado en entrar al velo, ¿lo hubiera podido salvar?

Al sentir el auto detenerse, bajó tan rápido como pudo, ignorando los llamados de Ijichi y Satoru.
Corrió hacia el interior del instituto sin nada más en mente.

Llegó a los dormitorios y se dirigió a su puerta. Titubeó unos segundos, pero finalmente, tocó un par de veces. La puerta fue abierta de inmediato, dejando ver a aquellos ojos violetas.
Sintió sus ojos humedecerse y su corazón apretujarse.
El peliblanco no lo pasó desapercibido, cambiando su semblante de inmediato, dejando ver la preocupación en él.

—¿Taka-?

Lo abrazó y estalló en llanto.

Se aferró a su pecho, escondiendo su rostro en él, intentando sofocar su llanto, el cual simplemente iba en aumento.
Sus lágrimas pasan por sus mejillas, dejando un rastro de tristeza pura y dolor.
Sentía un dolor asfixiante en su pecho.

A el lo mató.
Lo mató verla en ese estado, aferrada a él mientras lo único que podía hacer, era abrazarla.

La envolvió entre sus brazos, sin intenciones de soltarla. La dejó llorar en su pecho tanto como ella quisiera, mientras él acariciaba su cabello en forma de consuelo.

Minutos después, su llanto cesó, pero se había quedado inmóvil entre sus brazos, sin decir nada.

El peliblanco se separó levemente, pudiendo observar el rostro de su novia y su vista perdida a la nada. Sintió su corazón doler, y dolía mucho.

La cargó entre sus brazos con suma delicadeza y la recostó sobre la cama.
La arropó con cuidado, besó su sien y la observó durante algunos segundos.
De espaldas a él, mirando a la pared junto a su cama, sin decir nada, pero sintiendo todo.

Quería decirle todo, expresarle su sentir y consolarla con sus palabras, pero simplemente pudo mirarla.

Se dirigió a su armario, sacando un futón de él y extendiéndolo en el suelo.

—Acuéstate a mi lado —escuchó su voz ronca y débil.

El peliblanco acató sus palabras y en silencio, se acostó a su lado.

La fémina suspiró y cerró sus ojos al sentir los brazos de su novio arroparla con delicadeza, regalándole la calidez y consuelo que tanto buscaba.

No necesitaba palabras de consuelo. Necesitaba estar en silencio, y sólo el podía brindarle ese silencio que te consuela sin saberlo, ese silencio que te cura el dolor y desaparece los problemas.

Necesitaba de su silencio junto a sus abrazos.

Se dio media vuelta y quedó frente a frente con él, escondiendo su cabeza en su pecho, sintiéndose en paz.
Sintió el dolor desvanecerse y el sueño llegar.
Escuchar los latidos de su corazón junto a su respiración la salvó. Le permitió liberarse de aquellos pensamientos y conciliar el sueño casi de inmediato.

22 de octubre.

215:14