Beyond the words. »Inumaki Toge. FINALIZADA

| CAPÍTULO 5 | ✓

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𝐆 𝐄 𝐓 𝐎 𝐔
  𝐒 𝐔 𝐆 𝐔 𝐑 𝐔 

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—Pésimo, lanza de nuevo —ordenó Gojou-sensei por sexagésima vez.

Solté un suspiro cansador al momento que movía mi brazo en círculos, pues comenzaba a doler después de tantos lanzamientos.

—Sensei, ¿de verdad lanzar dardos a un blanco que no percibo servirá de algo? —pregunté cansada.

—Por supuesto, nunca enseñaría algo que no sea de utilidad —respondió con seguridad. Guardé silencio pensando en las incontables enseñanzas que desmentirían sus palabras.

—¿No me ayudaría con mis técnicas? —pregunté al cabo de varios segundos.

—Antes de aprender alguna, debes perfeccionar tu percepción de todo lo que te rodea —indicó —. Recuerda que no todo lo que te rodea contiene energía maldita, por lo que no debes guiarte sólo por eso. Aprende a percibir lo más mínimo... —dijo mientras se acercaba a mi oído y susurraba —. Aprende a percibir... todo.

Tras decir aquello le escuché alejarse unos cuantos metros mientras aplaudía.

—¡Bien, continuemos!

Suspiré por última vez para después retener el aire en mis pulmones durante algunos segundos y lanzar, escuchando cierto golpe en seco unos metros más adelante.

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Omnisciente.

Deslizaba lentamente la palma de su mano por la madera de aquella mesa, buscando objetos en ella.
Tomó un vaso de vidrio entre sus manos, seguido de eso, su mano izquierda comenzó a recorrer la mesa de nuevo, encontrándose en su camino con un jarrón de agua.
Sus tantos días de práctica y cansancio de vieron opacados al momento que vertió el agua fuera del vaso, provocando así su frustración.

No se percató de la fuerza que aplicaba en su mano al sujetar el vaso con tal enojo, que después de algunos segundos, éste estalló en cientos de pequeños fragmentos de vidrio.

Aquel sonido no pasó desapercibido para su compañero peliblanco que se encontraba en el comedor junto a la cocina, llamando así su atención.

Dirigió sus pasos hacia la cocina, encontrándose así con su compañera sentada en una silla frente aquella mesa, mientras en ella cientos de pequeños vidrios esparcidos, el agua que había caído a la mesa se esparcía lentamente hasta llegar a la orilla de esta y caer sobre el regazo de la fémina, mientras ella simplemente mantenía su cabeza gacha sin articular alguna palabra o movimiento, provocando así la preocupación del peliblanco.

Al intentar dar su primer paso, recordó los tantos días que la fémina llevaba evitando cualquier tipo de contacto con su persona, obligándole a pensar que tal vez sería la última persona que querría cerca.

—¿Y si sólo empeoro la situación? —No evitó pensar en aquella posibilidad.

No obstante ver a su compañera afligida mientras apretaba sus puños por sobre la mesa le causó un sentimiento de preocupación.