Hora de jugar. Parte 2.

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Hora de jugar. Parte dos.


Axel Grace.

Veo como ella entra al baño contoneando las caderas de un lado a otro, me quedo estático al pensar que hare con ella hoy. Tal vez comprar un poco de lencería y otros juguetes.

Consumido por mis pensamientos perversos, pierdo la noción del tiempo y Lourel ya ha salido del baño; tiene su cuerpo envuelto en una diminuta toalla que no deja mucho a la imaginación, pero si lo suficiente para que note su presencia. La observo de arriba para bajo, mordiendo mi labio inferior.

-Sabes, creo que podríamos salir más tarde. - me acerco a ella y la beso.

-Demonio impaciente. - ríe.

-No puedo esperar por ti. - la tumbo a la cama, voy a la mesita de noche a sacar una venda. - mis demonios hace rato salieron a jugar y se cansaron de esperar. - le vendo los ojos y suelto la pequeña toalla que tenía dejando todo a mi vista. Esperando por mí. - vas a sentir y no ver, voy a intensificar tus sentidos. Va a ser interesante descontrolarte de esta forma. – alcanzo un cubo de hielo que hay en el mini bar del cuarto. Empiezo a pasarlo lentamente por sus labios que continuo a besar, bajo por su pecho pasando por sus pezones seguidos de mi lengua, los muerdo, los chupo y ella suelta un quejido, continúa bajando aquel hielo por su abdomen, lamiendo por lo que va mojando, llegando a su sexo lo paso una y otra vez torturándola, pero eso la hace gemir como a mí me gusta.

Noto que por lo calor corporal que bota su cuerpo el hielo ya se ha derretido. Del mismo cajón que había sacado el consolador, saco un látigo con plumas en la punta. Procedo a pasarlo por todo su cuerpo, su pecho, su abdomen que me quedo un rato ahí, por sus piernas y después encima de su vagina. Ella levanta sus rodillas como si me estuviera invitando a pasar, yo agarro sus caderas y la volteo dejándola en cuatro. Paso el látigo por toda su espalda disfrutando de lo que tengo, me pongo detrás de ella rozando mi erección con su culo, ella trata de moverse, pero se lo impido.

-Quédate quieta, disfruta. Este es mi juego. -

-Tu juego no es solo de uno, aquí juego yo también, así que prepárate que luego sigue mi jugada. - juguetea conmigo.

Beso bajo su oreja, mordiendo un poco de su piel, huele más deliciosa después del baño que se tomó. Empiezo a recorrer con mis dedos su espalda, luego la azoto con mis manos haciéndola brincar, llevo mi dedo índice hasta su clítoris moviéndolo en círculos y ella aprieta las sabanas, sin previo aviso la penetro con fuerza haciéndola gritar de placer, voy lento, dentro, fuera, acelero mis embestidas poco a poco, sigo masajeando su clítoris provocando más su orgasmo, se quita la venda llevando la cabeza atrás, y se viene conmigo. Me separo de ella acostándome a su lado, ambos agitados por lo que acaba de pasar. Pero ella me toma desprevenido y se posiciona encima de mí.

-Te dije que seguía mi turno. – me mira con malicia. - vamos a cambiar un poco las reglas de tu juego. – me venda mis ojos.

Escucho como trae algo. Cuando de repente siento caer algo liquido caliente, quemándome un poco.

¡Mierda! Eso... eso es ¿Cera? Astuta, la vela que estaba en la mesita.

Deja caer de mi pecho a mi abdomen. Dejo salir unos cuantos gruñidos.

-Así es, gruñe y gimotea para mí. Ahora aprende a jugar conmigo. – suelta la vela a un lado y sube en mi dándome un beso hasta mi cuello, se queda así un rato luego para y pasa sus manos por todo mi cuerpo. Queda cara a cara acercándose despacio a mi oreja, mientras sus manos suben por mi abdomen hasta mi pecho.

-Nosotros somos la razón por la que una monja aprieta su rosario al vernos, mi demonio. – me susurra excitándome más de lo que ya estaba. Nos besamos apasionadamente, aunque ella se separa de mí.

-Sabes, la mejor parte de jugar es que no sabes quien ganara. - me quita la venda y se pone de pie. - ven vamos hay que salir. - dice vistiéndose.

Nunca me deja de sorprender.

-Eso es hacer trampa, Lourel. - digo tanto indignado.

-Amor, tienes que aprender a ganar como sea. Pero el juego apenas comienza. – me observa de manera burlona, ganado esta ronda.

Me dejo caer por completo en la cama. - eres una maldita. - rio. - tal como a mí me gustan. - suelta una sonrisa ante mi comentario.

-Vamos tienes que vestirte. – se ríe.

La deseo. 

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Con amor

Laura G. 

Pecado o Aprendizaje.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora