Durante la cena, Álex había intentado sonsacarla toda la información posible sobre el chico que tenía continuamente en mente. Aunque la valenciana hubiera negado el saber mucho de él, la representante no había podido evitar reírse ante lo obvia que había sido mirando el perfil del chico de arriba a abajo. Sabía que Samantha era insegura, pero con los hombres nunca la había temblado ni un dedo a la hora de hablar o interactuar por cualquier tema, como ya se comprobó con la entrevista, pero ahora no era así. La morena observaba en silencio a su amiga atendiendo a lo que le estaba contando sobre el pianista, y de verdad que no veía la seguridad de siempre en ella. Estaba nerviosa, hablaba deprisa y se trababa intentando explicar algo que ya le había repetido varias veces. Se maravilló ante la escena frente a ella y como estaba presenciando en vivo y en directo un verdadero nudo de nervios. No se lo llegó a decir, aunque ganas no le faltaron, pero parecía una adolescente tonta en ese momento. Llevaba trabajando con la rubia desde hacía tres años, y podía jurar que se la habían cambiado en las últimas semanas. Cuando por fin la chica se dio un respiro a sí misma, la del pelo rizado cogió la copa de vino para terminársela de un trago y se levantó de la mesa deseando no haber comido tanto porque estaba al borde de la autodestrucción.
— Quizás explote — anunció Álex tirándose al sofá mientras se desabrochaba la falda.
— Y eso que no tenías hambre...
— Menos vaciles que tu carrera está en mis manos.
— Pues te despido.
— Pues te arruino — contraatacó.
— Nunca me traicionarías, me adoras.
— Eso es verdad, pero no te confíes que la vida da muchas vueltas.
Samantha sonrió y recogió los envases rápidamente para meterlos en la basura y que no oliese toda la casa a comida. Luego cuando se fuera aprovecharía para fregar lo que habían manchado porque no le merecía la pena poner el lavavajillas para cuatro cacharros de nada. Miró a su amiga desde la cocina y estaba totalmente desparramada contra su sofá como si la hubieran tirado desde arriba. Intentando ahogar la risa para que no la escuchase, cogió el móvil de la encimera para hacerle una foto sin que se diese cuenta y tener material de chantaje. Al ir a desbloquearlo, una de las notificaciones emergente llamó su atención e hizo que se le acelerase al corazón. Volvió a dejarlo en el sitio de antes, y comenzó a dar vueltas nerviosa por la cocina sin saber que hacer y sin que su cerebro razonase por ella sobre cuál era el siguiente paso. Por fin se paró en mitad de la cocina, mirando fijamente los azulejos hasta que se dio cuenta de que estaba gritando a su amiga en busqueda de ayuda.
— ¡ALEJANDRA!
La morena pegó un bote del sillón y se fue corriendo a la cocina para encontrarse a la valenciana mirando fijamente al frente como si hubiera visto un fantasma.
— ¿Qué? ¿Qué pasa? — preguntó alarmada.
Samantha la miró con los ojos como platos y señaló su móvil atacada de nervios.
— ¡Me ha contestado!
— Hostia, hostia — soltó sorprendida cogiéndo el móvil y llevándoselo hacia el salón como si fuera suyo.
Se fue corriendo de nuevo al sillón con su amiga por detrás siguiéndola como un perro asustado y murmurando cosas que la morena no llegaba a oír.
— ¡No lo abras!
— Perdón, perdón — dijo devolviéndoselo nerviosa — ¿Qué dice? ¡Qué no me ha dado tiempo a leerlo!
— No me atrevo a leerlo — confesó mientras su representante hacía el amago de quitarle de nuevo el móvil.
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Cuando se alineen las estrellas • Flamantha •
FanfictionUn encuentro fortuito y una búsqueda harán que Flavio y Samantha coincidan una vez. Será el comienzo de una amistad que dará lugar a una bonita historia de amor. El destino los quiere juntos pero la vida no es un cuento de hadas. ¿Se alinearán las...