Samantha se había quedado dormida en el sofá mientras veían una película esa tarde y a Flavio no le podía gustar más la sensación tan doméstica que se creaba cuando eso pasaba. Cada vez que se sentaban a ver algo y la rubia se dormía, lo hacía sobre él, ya fuera con la cabeza apoyada o las piernas. Por un momento se permitía a sí mismo pensar que eso no era algo de una semana o varios días, sino que de verdad compartían una vida juntos en la que podía salir por la puerta una mañana y volver a entrar de nuevo por la tarde. Pensar en una vida con Samantha cada vez se hacía más fácil, y eso que quizás cualquiera les diría que estaban en una nube tan alta que se les estaba nublando hasta el juicio. Pero no, la idea le gustaba y sabía que ella a veces también se permitía a sí misma pensarlo. Al menos estaban en la misma página, lo que les daba seguridad a ambos para expresar sus sentimientos altos y claros. Lo malo era que todo lo bueno se acaba y que en dos días tendrían que estar despidiéndose de nuevo hasta el estreno de la película. No iba a ser demasiado tiempo, poco más de una semana a lo sumo, pero iba a estar contando los días como si fueran meses.
Esta vez estaba decidido a ver bien la película porque en el pre-screening no se había concentrado tanto como le gustaría, ya fuera por la sorpresa, sus dedos entrelazados o simplemente su perfil. Aunque, si tenía que ser sincero, seguramente no iba a poder prestar mucha atención en la siguiente por casi las mismas razones. Samantha iría preciosa, se harían fotos juntos y les harían miles de preguntas que ninguno respondería porque aún no era el momento. La agarraría de la cintura, fuerte para que fuera consciente de que estaban ahí juntos y de que no tenían que preocuparse por nada porque las cosas irían bien. Él se iba a poner su mejor traje para que nadie pudiese decir nada de que no se había arreglado lo suficiente, e iba a sonreír tanto por estar ahí que se le iba a quedar varios días grabada en el rostro. Seguro que los focos le iban a cegar un poco, y daba por hecho que sería agobiante al ser su primera vez y que quizás necesitaría retirarse un rato a respirar, pero todo iría de maravilla porque iba a ser la gran noche de su chica. Estaba tan orgulloso de lo bien que le iba, de lo talentosa que era y las ganas que ponía en cada proyecto que hacía, que a veces sentía que tanto no le cabía en el pecho. Le encantaba como se preocupaba por todo el mundo, queriendo que estuvieran bien y disfrutasen lo máximo posible de cada momento.
Estaba tan metido en sus pensamientos que no se dio cuenta del momento en el que los créditos comenzaron a rodar por la pantalla. El volumen bajo de la película de repente se convirtió en una música demasiado alta para su gusto que hizo que la chica en su regazo se comenzase a mover por el susto repentino.
— Perdona, no me he dado cuenta de que había terminado para bajar el volumen antes.
Samantha no respondió, simplemente le miró uno segundos y se sentó para desperezarse antes de volver a caer sobre su hombro con un sonoro bostezo. Flavio sonrió y besó su cabeza, envolviéndola con el brazo.
— ¿Me he dormido otra vez? — preguntó como si no fuera obvio.
— Sí — dijo con una sonrisa tranquilizadora — Si te sirve de consuelo, ha sido aburridísima.
— No me sirve, me da rabia no verlas contigo.
— Ya sabes que no me importa, yo disfruto igual.
La rubia sonrió y se estiró para coger el mando y poner otra cosa en la televisión. Flavio miraba el móvil desinteresadamente mientras pasaba canales, hasta que dio con una película que hizo que cogiese rápidamente su propio teléfono.
— ¿Qué pasa?
— Es la favorita de mi padre, voy a llamarle y de paso le digo que Álex y me ha enviado las invitaciones para que las reparta.
Por alguna razón, no fue hasta ese momento que Flavio no se dio cuenta de que ir al prestreno también significaba conocer a la familia y amigos de Samantha. Estar con sus amigos no iba a ser un gran problema una vez que entrara en confianza, pero igualmente tenía que causar una buena impresión porque no quería que pensaran que no era bueno para la valenciana. El verdadero miedo iba a ser conocer a toda la familia de Samantha. La chica siempre hablaba de ellos y sabía que eran simpáticos y cariñosos, por lo que probablemente le harían sentir como de la familia. A pesar de esa seguridad, conocer a los padres de tu pareja siempre es un momento tenso. ¿Y si no les gustaba a lo que se dedicaba? ¿Qué pasaría si les caía mal? ¿O si pensaban que era un niño solo por ser menor que ella? Se pasó la mano por la cara agobiado y el gesto no pasó inadvertido por la valenciana que seguía hablando con su padre sobre cómo estaban yendo las cosas.
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Cuando se alineen las estrellas • Flamantha •
FanfictionUn encuentro fortuito y una búsqueda harán que Flavio y Samantha coincidan una vez. Será el comienzo de una amistad que dará lugar a una bonita historia de amor. El destino los quiere juntos pero la vida no es un cuento de hadas. ¿Se alinearán las...