Te vi

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Se habían levantado temprano porque durante la madrugada se les había ocurrido hacer una lista de cosas que podían hacer en casa de Samantha ya que no podían salir a la calle juntos. Decir que se habían despertado juntos a las cuatro de la mañana quizás era mentir porque no había sido así. Samantha se había despertado de repente, como si se hubiera acordado de que se le había olvidado algo o como si hubiera tenido una revelación. Lo había hecho en sus brazos, tan abrazada a él que al moverse de golpe, le había despertado con ella. Flavio se sentó con ella en la cama sobresaltado, sin entender muy bien qué era lo que la pasaba y completamente preocupado por si se encontraba mal o algo malo había pasado. Samantha no le miraba, solo pasaba hojas en su libreta como si tuviese prisa en encontrar una hoja que le valiese. Estaba despeinada y con el bolígrafo en la boca, una imagen difusa que al moreno le pareció tierna a pesar de todo.

— ¿Estás bien? — preguntó en un susurro para no asustarla.

— Sí.

— ¿Te ha pasado algo para que te levantes así?

— Me he dado cuenta de que no vamos a poder salir de aquí en una semana.

Les daba bastante rabia pero por cómo estaban las cosas últimamente, era lo mejor que podían hacer. Si lo hacían, tenía que ser separados y eso no era exactamente el mejor plan. Además, si veían a Flavio por la ciudad iban a saltar rápidamente las alarmas y no querían eso.

— Deberíamos hacer una lista de cosas que hacer en casa para que no te aburras.

— ¿Por qué me iba a aburrir contigo?

— No sé, no quiero que te canses de estar aquí encerrado conmigo.

— No seas boba — dijo abrazándola de lado haciendo que la chica pusiera la cabeza sobre su hombro.

Flavio aprovechó la posición para besar su frente y apretarla más contra él. Samantha ya había comenzado a escribir un par de cosas en la lista y a Flavio le hizo gracia que la primera fuera que vieran Titanic. La última vez que había estado allí, el murciano había confesado que no la había visto, y Samantha se lo había tomado como una ofensa personal. No se la puso ese fin de semana porque era una película bastante larga y no quería perder esas preciadas horas. Ahora que estaba ahí para una semana, le parecía una gran idea obligar a su novio a verla.

— No me voy a librar, ¿verdad? — preguntó señalando la anotación.

— No, te va a gustar tanto como a mí y vas a hacer una cover de My heart will go on para conquistarme.

— Ah, ¿todavía no lo he hecho?

— Siempre se pueden subir unos puntitos, Flavio...

Entre risas y pequeñas riñas habían acabado haciendo una lista bastante extensa de películas y series que podían ver juntos esa semana. Cuando se habían puesto a pensar en otras actividades, cocinar había sido una de sus primeras ideas. Flavio siempre presumía de hacerlo bastante bien y ella quería demostrarle que no se le daba tan mal como Álex y otras revistas habían dicho. Acabaron yéndose a dormir a las cinco y cuarto, con la promesa de hacer galletas de chocolate cuando se levantases para poder merendar algo casero mientras veían una de las películas de su lista esa tarde. Flavio la había vuelto a abrazar por detrás y a los pocos minutos ya habían caído en los brazos de Morfeo.

Por la mañana, el pianista fue el primero en despertarse. Besó su hombro antes de deshacer el agarre con cuidado para no despertarla y de puntillas se fue a la cocina para trastear en sus armarios y preparar un desayuno decente para cuando se levantase. Preparó el café como la había visto hacer a ella varios días, revisando los armarios para encontrar algo que comer. Esperaba que no la importase que hurgara en sus cosas aunque solo fuera para buscar algo que desayunar, no sabía si lo iba a sentir como una invasión de la privacidad o no. Encontró una bandejita de madera muy mona y colocó el café con un bollo de chocolate que la había visto comer alguna vez por videollamada. Volvió de puntillas a la habitación y dejó la bandeja sobre la cómoda para ir a despertarla sin que el desayuno corriese peligro. Le dio pena despertarla al ver lo tranquila que estaba con el gesto sin un rastro de preocupación, pero era hora de levantarse y ella se lo había pedido la noche anterior. Acarició su mejilla sentándose en el borde de la mana e inclinándose a dejarle un par de besos para que se despertase sin sobresaltos. La chica se removió en su sitio, abriendo los ojos ligeramente para mirarle antes de volver a cerrarlos.

Cuando se alineen las estrellas • Flamantha •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora