Pide un deseo

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Había estado en el pueblo con su familia un día más antes de volverse de nuevo a Barcelona con Alejandra. Esta vez su representante sí que había aceptado la invitación y había ido con ella para probar un buen arroz antes de tener que volver al trabajo en la ciudad condal. Quiso dejar el premio con sus padres porque si lo tenía, era gracias a ellos y a todo el apoyo que la habían dado siempre sin dudar de su capacidad para conseguir todo lo que se propusiese. Éstos, se habían negado en rotundo diciendo que era algo que ella debía tener en su casa para ver a diario lo mucho que se esforzaba y el talento que tenía. A pesar de intentar hacerles cambiar de opinión, ellos habían sido aún más cabezones que ella y habían conseguido que al final se lo llevase. En lo poco que estuvo en el pueblo después de la ceremonia, había estado haciendo bastantes entrevistas para el periódico y televisión del pueblo y alrededores, otras online y una vez en Barcelona, se había vuelto loca yendo de un lado para otro.

''Increíbles'' era la única palabra que Samantha podía utilizar para describir los últimos días. Había perdido la cuenta del número de felicitaciones que había recibido, las flores que le habían mandado, las ofertas propuestas y, sobre todo, las entrevistas que le habían hecho. Le regalaban el oído continuamente diciendo que se lo merecía y que era una pena no haber ganado la otra estatuilla porque también se la merecía muchísimo. Como siempre, en una coreografía casi ensayada, sonreía tímidamente antes de dar las gracias y decir que todos los que estaban nominados se lo merecían tanto o más que ella. Era una situación complicada porque si decía otra cosa, seguramente iba a ser criticada por los medios por ser una ''egocéntrica'' de cuidado.

— ¿Cómo te sientes?

— Aún estoy en una nube, no te voy a mentir.

— ¿Lo has podido digerir en estos dos días?

— Que va — rió la chica — Ayer llegué a casa y cuando coloqué el premio en la estantería me quedé un rato mirándolo porque no creía lo que veían mis ojos.

— Diste un discurso precioso — la felicitó — ¿Te costó llegar hasta dónde estás?

— Sí y no — respondió después de pensárselo un poco — Por una parte, ha costado, como todo en la vida. Por otra, bueno, he tenido mucha suerte porque he conseguido hacer lo que me gusta bastante joven y encima lograr un premio tan importante.

— Muy merecido, he de decir.

— Muchas gracias, todos lo merecíamos.

Cierto era que todas las películas eran increíbles y que cualquiera que hubiera ganado se lo hubiera merecido. Pero ahora que el premio era suyo, le gustaba pensar que su película era un poquito mejor que las demás.

— ¿Hay nuevos proyectos en marcha?

— Muchos, estoy contentísima por cómo están yendo las cosas y con mi equipo.

— ¿Vamos a tener una nueva película tuya?

— Por si acaso id haciendo hueco para una escapada al cine.

Solo unos pocos lo sabían, pero en tres meses volvía a estrenar película y estaba muy emocionada. Las grabaciones se habían llevado bastante en secreto y habían conseguido que la información no saliera a la luz antes de tiempo. Estaba deseando sorprender a la gente con algo completamente distinto a la primera película pero que aún así rebosaba su nombre por todos lados. Estaba bastante orgullosa de cómo había quedado y ahora solo faltaba que le dieran los últimos retoques antes de anunciarla y hacer un pre-screening para saber cuál era la opinión general antes de sacarla por completo a la luz.

— No me puedes decir estas cosas, Samantha — dijo el chico poniéndose la mano en el pecho — Que con lo fan que soy me puedo morir ahora mismo.

Cuando se alineen las estrellas • Flamantha •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora