diecisiete

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Cuando vió la herida de su rostro al día siguiente, había cerrado casi por completo, la cicatríz rojiza empezaba a formarse, siendo bastante leve. Sus dedos acariciaron la zona, dirigiéndose casi instantáneo a sus labios, por donde el beso de Gerard aún permanecía pronunciado, vibrante, cosquilleando.

No pudo evitar una sonrisa que moría por mostrarse descontrolada en su rostro, oyendo un carraspeo desde el umbral de la puerta de el baño de su habitación. Vio a Michael junto a Raymond ahí, lo cual fue toda una sorpresa. 

—El segundo juego será una carrera de obstaculos, será en el lago alto, se trata más de agilidad que de estrategia, así que—

—Podré hacerlo—ambos le miraron largo rato asintiendo.

—Pero sino, recuerda que no eres el único que usa hechicería para este evento—apretó los labios sin entenderlo del todo—. Frank, no importa si ganas o no, pero no te atrevas a morir—. Frunció el ceño lleno de irritación, a punto de soltar alguna incoherencia no muy agradable.

—No lo mal interpretes—Raymond dio un paso hacia adelante mirándole precario—, Gerard nos dijo que te ha contado toda la verdad, pero quiero que entiendas que eso no es realmente lo importante. Nadie puede obligarte a quedarte, no nos debes nada, Solar fue solo una princesa pero ella ya no está, el destino ha dictado que tú seas nuestro futuro rey y, aún si no decides quedarte, Aurum seguirá existiendo. 

—En un bucle de tiempo—

—Hemos vivido así mucho tiempo, no nos interesa realmente. Después de tanto, uno aprende a ignorar ese detalle—apretó los labios mirando la sonrisa fingida que Michael le mostraba, sin ser hipócrita, sabía bien, ocultaba la desdicha del vivir por siempre y la miseria que conllevaba. 

No lo entendió, el porqué esforzarse tanto en fingir que no interesaba solo para hacerlo sentir mejor. Solo asintió. 

—Lo haré bien—musitó, caminando y pasando de largo de estos, saliendo del baño, mirando como al lado de la entrada de este se encontraba Gerard de pie, serio, quieto, observándole largo rato hasta que decidió también pasar de él. 




La segunda prueba se trataba de una carrera de obstáculos en el lago alto, los habían colocado uno al lado de otro a una distancia de unos dos metros, parados sobre un pedestal de donde tendrían que empezar a saltar de una docena de pilares sobre el agua hasta llegar a la orilla, corriendo hasta un enorme cerro rocado, escalándolo hasta la cima, bajando del otro lado y seguir corriendo hasta pasar por un pantano lodoso por debajo de una malla de puas, seguido a ello, correr hasta llegar a la bandera en medio de otro circulo lleno de pilares rocosos que por debajo ocultaba un barranco de lava, cortesía de los hechieros del reino. 

Bien, no se veía mal, entrenar con Gerard se veía más complicado que ello, al menos eso se repetía una y otra vez en la cabeza, mientras Robert terminaba de ajustarle el traje de cuero flexible.

—Recuerda no respirar cuando saltes por los pilares, trata de mantener el equilibrio pero si sientes que caes, estoy seguro que Ray te enseñó un hechizo muy bueno—su voz se extendió por sus oidos de forma fugaz, haciéndole dar la vuelta hacia él, Gerard sonreía tenue, casi apenado. Contrajo el rostro confuso. 

—¿Vienes a desearme suerte?—le sonrió, decidiendo entonces que simplemente no quería seguir de esa forma con él, no él, no el Frank de Nueva Jersey, el criador de cerdos, el chico de la guitarra, decidió que el hecho de estár en otra dimensión, no debía quitarle su integridad. Permanecer enojado por algo que ya había ocurrido y que de todas formas no podía evitar, no era su estilo. 

Gerard pareció estar algo sorprendido por ello, soltando una pequeña risa que dejó a la vista su pequeña dentadura, no lo había notado antes a decir verdad, pero se veía adorable y eso le hizo sonrojar. 

—Eres increible—murmuró para ambos, sin dejar de mirarle. Frank bufó. 

—Que va, soy estadounidense, chico hogareño, estas cosas ostentosas no me causan impresión. Tregua—extendió su mano hacia él sonriéndole de a poco, sintiendo el tacto recíproco del pelinegro que apretó su mano con delicadeza.

—Tregua. 

Gerard se fue poco después, y él sintió que había desbloqueado un nuevo nivel de vergüenza. Sentía la cara roja, sin negar las sensaciones que de nuevo se arremoliban en su estómago sin su permiso, pero le daba igual, no era alguien que se alarmaba por algo tan banal como eso. Es decir, que le gustara no significa que se iba a casar con él o algo así, pensó, aunque una sonrisa fugaz pasó por su rostro cuando imaginó una vida a su lado. Luego se regañó mentalmente por ello, parecía chica de quince años. 

—¿Cómo está tu rostro, majestad?—la voz pausada y llena de burdo sarcasmo le hizo rapidamente espabilar sus pensamientos, volviendo a concentrarse en la situación. 

Jared se encontraba frente a él, sonriente, cínico, con un traje como el suyo de color café, moviendo la boca con un palillo de dientes entre sus labios. 

—Mucho mejor, Gerard me ha limpiado la herida, estaba tan preocupado por mi que se quedó a mi lado toda la noche, ¿muy lindo, no lo crees?—sonrió. El castaño escupió el palillo relamiendo sus labios, fingiendo otra sonrisa forzosa. 

—Claro, era más que obvio que así sería, su bella Solar vive en tí, no te acostumbres a la atención, que no es para ti—su sonrisa se desvaneció viéndole caminar hasta su propio pedestal, mirándole largo rato hasta desviar la mirada frente suyo, a un costado se encontraban las gradas donde el público esperaba a por el evento. Su majestad había empezado a hablar dando la bienvenida pero no podía oír nada. 

Gerard estaba mirándole desde una de las gradas altas, tenía un gesto preocupado, sin dejar se examinar sus facciones. Frank apretó los labios, decidido, cansino de esa situación. 

Que le den a Solar.

La carrera comenzó, brincó cada obstaculo con facilidad, siquiera hizo aquel dichoso hechizo de equilibrio, no se fijó si alguien más lo usó, no podía mirarlos estando por delante. Corrió cuando llegó a tierra, dando un gran salto hasta la cuerda atada al cerro, sus manos se aferraron con fuerza escalando con ayuda de sus piernas, subiendo lo más rápido que pudo, dando un gran salto cuando llegó a la cima, corriendo enseguida hasta atravesar el pantano lodos debajo de la malla de puas, poniéndose de pie, continuando hasta el último círculo de obstaculos. Sintió un enorme peso abalanzarse hacia su espalda, haciéndole rodar por el suelo, el rostro sonriente de Jared que impulsó un puño hacia su rostro, esquivándolo rápidamente, empujándole con todas sus fuerzas, pateando su pecho cuando este se acercó de nuevo a él. Le miró un par de segundos de pie meintras este se recuperaba del impacto, sonriendo cansino. Se relamió los labios impulsándose hacia su cuerpo, hasta golpear de nuevo con su puño su rostro, repitiendo dos veces más aquella acción. Del costado de su labio, una pequeña hilera de sangré apareció de pronto, dejando un poco perdido al castaño, viendo como el principe se ponía de nuevo de pie, viéndole desde lo alto.

—¿Te parecieron esos los golpes de una princesa?—sonrió—. Seguro ella lo habría hecho muy bien, pero creo que el tamaño de mi puño es mas grande—. Le miró una última vez bufando, ladeando el rostro en despedida antes de seguir corriendo hasta los obstaculos circulares. Miró de reojo a los demás caballeros acercándose, casi pisando sus talones, dándo saltos mas amplios hasta llegar al centro del circulo, tomando la bandera sin titubear. 

La multitud hizo un ruido ensordecedor, las ovasiones de su nombre aumentando en cadena, la sonrisa sincera del rey, el gesto aliviado de Gerard. 

Sí, él era simplemente Frank.


*

Hello, there. 

Que no digan que no consciento a mis lectores. <3 eh'

—Pao.



Reino de antaño. Frerard.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora