Tiranteces sensuales

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______'s POV

- ¡OOOOI!

El tremendo grito de Luffy consigue que sus amigos se giren. Bueno, ellos y media fiesta.

- Me has dejado sordo - reclama Law, alejándose del chico. Este sonríe, como si fuera lo habitual.
- ¡¿Cuántas veces te he dicho que no somos perros?! - El capón que le propina la pelirroja casi lo deja sin lengua.
- No hacía falta que me pegases...
- Si es que nunca aprendes - añade otro entre risas; su larga melena de rizos negros me acaricia el brazo al pasar.
- ¡Eso ha sido un suuuuper capón!
- ¿Te duele mucho? - Pregunta un joven bastante bajito.
- No - sonríe con la mano en el incipiente chichón.

Con el paso de los minutos, la gente va arremolinándose alrededor de Luffy. Son extravagantes; tan diferentes y coloridos que cuesta no verlos. También resultan ruidosos: sus carcajadas rebasan la música; aunque los demás asistentes tampoco se quedan atrás. Caleb ríe casi al mismo volumen que Luffy, nunca lo había visto así.

- ¿En qué piensas?

Law consigue plantarme en la Tierra con simplicidad. Sin darme cuenta, me he quedado absorta, con la mirada fija en la pista; ignorando las caras tontas y los aspavientos del grupo. ¿Me lo habré imaginado?

- En que se está adaptando bien - contesto, con la vista clavada en los brillantes ojos de Trafalgar.
- En tu cara pone más bien algo como "Esta gente está loca".
- Yo diría que es un "No entiendo qué hago aquí" - corrijo, apreciando la dulce mirada que mi hermano le dedica a Luffy.
- ¿Muy incómoda?
- Muy fuera de lugar mejor dicho.
- Ey, Torao. ¿Qué tal vas? - Interviene la chica pelirroja, dejando al médico con la palabra en la boca.
- Bien, ¿y tú? - Termina por decir.
- ¡Genial! He conocido a un chico nuevo - con la cabeza, señala a un rubio en la otra punta de la barra-. Baila bastante bien.

Law pone cara de asco en cuanto identifica al joven. Esas cejas rizadas resultan inconfundibles. Y su mirada de seductor latino, también. Ella sonríe provocadora y lame suavemente la pajita, antes de sorber con un toque juguetón. En los ojos del objetivo brilla la fascinación.

- Por cierto, soy Nami - extiende la mano. Qué facilidad para cambiar de tema-. Eres la hermana de Caleb, ¿verdad?
- Sí, me llamo ______ - correspondo el apretón.
- Y dime _____, ¿de qué conoces a Torao? - Cuestiona, subiendo y bajando las cejas de forma sugerente.
- Trabajo en el dojo al que asiste.
- ¡Oh! Entonces debes conocer a Zoro - exclama alegre, dándole otro trago a su bebida. Ese nombre me eriza la piel-. ¡Qué pequeño es el mundo!
- Yo diría que es cosa del kendo - aseguro, intentando quitarme la incomodidad del cuerpo.

Nami ríe tal y como si mi comentario fuese la mejor broma que ha escuchado en meses. Junto a mí, Law sonríe, consciente de que Zoro es terreno pantanoso. A veces odio su maldita inteligencia; no le hizo falta nombrarlo muchas veces para darse cuenta de que, entre nosotros, algo había pasado.

- Me caes bien - afirma la chica, pasándome el brazo por los hombros y alejándome del resto-. ¿Quieres algo de beber? ¡Yo invito!
- No suelo beber - busco ayuda en Trafalgar, pero él ha decido embarcarse en una apasionante conversación con el pequeño de sombrero rosa. Traidor.
- ¡Andando pues! ¿Qué quieres?
- Pues... no sé.

Nami sonríe y me arrastra entre la multitud, que la observa fijamente a cada paso que da. La lujuria en sus ojos me incomoda, aunque tampoco puedo culparlos. Porque pese a compartir altura -aproximadamente-, no nos parecemos en nada más. Su hermosa cabellera naranja, ondulada y brillante aún bajo el sudor. Su exuberante pecho y cintura de avispa, resaltados por ese ceñidísimo vestido blanco. Y esos pasos gráciles y ligeros, que le permiten moverse fácilmente aún pese a los tacones de aguja.

Oil (Zoro y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora