El primer paso

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Zoro's POV

En silencio, Law observa la puerta de su apartamento. No tengo del todo claro qué hago aquí, de hecho, no iba a venir. Ni siquiera habría cogido el teléfono en primer lugar, a fin de cuentas era un número desconocido. Pero por cosas del destino, decidí contestar. Me sorprendió escuchar la voz de _____ al otro lado de la línea. Intenté provocarla, igual que la noche anterior. Incluso le pregunté por posibles lagunas, esperando molestarla. Pero su tono serio me detuvo en seco. No me explicó gran cosa. Sólo que Law necesitaba ayuda y que se dirigían a su piso.

Trafalgar respira sonoramente y con la mano temblorosa introduce la llave en la cerradura. El chasquido de la primera vuelta lo tranquiliza: Kid no está en casa. A continuación, entra como llevado por el diablo. Camina deprisa, primero hasta el armario al final del pasillo. Después, maleta en mano, hacia el dormitorio principal.

El apartamento está desordenado y a primera vista parece que hayan entrado a robar. Hay ropa por todas partes, vidrios regados por el suelo y un potente olor a alcohol adherido a las paredes. Aunque creo que eso es debido a la enorme mancha que hay cerca de la puerta. _____ tampoco se queda quieta, camina hasta el baño y trae todo lo que Law le pide. Mientras tanto, yo estoy pegado a la entrada sin terminar de comprender lo que pasa.

¿Han roto? ¿Se han pedido un tiempo? Entiendo que la situación pueda ser incómoda, yo tampoco fui muy delicado al enviar a Ace en su busca. Y tal vez Kid tiene un carácter complicado, ¿pero a qué viene tanta prisa? Además, ¿qué tiene que ver _____ en todo esto? ¿Qué pinto aquí? ¿Cuál es mi papel? ¿El apoyo moral? ¿Hacer de quitamiedos? Con tan poca información puedo hacer entre poco y nada.

Me muevo incómodo, y decido acercarme hasta la cocina. Sobre la barra hay decenas de latas de cerveza, el suelo está pegajoso y las fotos que antes decoraban la nevera ahora no son más que trocitos de papel. Recojo uno, en él veo a Lami, sonriente y sonrojada. Reconozco esta foto, el edificio de atrás es la residencia en la que Law pasa al menos un fin de semana al mes. Y sé cuál es, porque yo la hice. Fue hace un par de años, cuando ambos aún competíamos a nivel nacional. El certamen quedaba cerca y Luffy, que se había apuntado al plan junto con el resto, se empeñó en seguirlo.

Bajo la barbilla de la chica diferencio un par de pétalos. Sonrío, eso fue idea de Nami. Tanto ella como Robin discutieron con la dependienta durante media hora. Al final salieron con un ramo multicolor y un buen descuento. Llevaron a Trafalgar por el camino de la amargura, pero fue la decisión correcta. Aquella tarde su hermana sonrió como una enana y, si la fotografía estuviese entera, se lo vería a él a su lado, igual de feliz.

Law no habría permitido nada de esto. Está claro que el dueño de este desastre es Kid.

Click

El sonido de una puerta al cerrarse llama mi atención. _____ ha salido, cabizbaja y con cara de cansancio. Se acerca hasta donde estoy y empieza a abrir armarios. Una vez encuentra un vaso intacto, abre la nevera y chasquea la lengua.

- ¿Qué buscas?
- Agua - responde, cerrando el electrodoméstico-. A Law le vendría bien.
- Tendrás que conformarte con la del grifo - afirmo, echándome hacia atrás-. Nunca lo he visto comprando botellas.
- Rarito - murmura, apoyando el trasero sobre la encimera.

La observo. Reposa con los brazos extendidos y las manos cruzadas sobre el regazo, falsamente relajada. ¿Está incómoda? No... está enfadada. A un extremo tan alto que hasta da miedo. Mira fijamente a la nada, quizá intentando relajarse, quizá planeando un asesinato. Pero resulta evidente que no funciona, porque se le tensa la mandíbula y sus músculos se ponen rígidos. Está realmente cabreada.

- Yo no conozco a nadie que compre agua - apunto, intentando distraerla.
- Y el filtro de ósmosis, ¿te suena? - Contesta, mordaz.

Nuestros ojos se cruzan, veo llamas en los suyos. Pero no aparto la vista, me gusta lo que veo. Esos orbes (t/c), tan expresivos como nunca antes. Buscan pelea, y estoy seguro de que sería capaz de arrancarme los míos si eso la satisfaciera. Un escalofrío me recorre de pies a cabeza: esta niña me excita. Me provoca el deseo irrefrenable de obligarla a mirarme, a mí y solo a mí. De llevarla hasta el límite, de borrar los que ella tenga preestablecidos. De demostrarle lo hermosa que es y lo bella que resultaría vestida con mis cuerdas. De decorarla con cera roja y, quizá, con un par de marcas más.

Oil (Zoro y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora