Molestia

784 86 6
                                    

_____'s POV

Abrir los ojos con el irritante pitido del despertador de fondo me resulta una tarea titánica, pero termino por hacerlo. Es lunes; lunes a las doce del mediodía para ser exactos. Por lo general, estoy en pie a las nueve de la mañana. Pero desde el viernes noche, moverme es como intentar abrir una puerta del Titanic: imposible, antes te quedas con ella en la mano. 

Con un pesado suspiro, me arrastro lejos de las sábanas. Necesito una ducha. Y un buen chocolate caliente, concluyo al apoyar los pies desnudos sobre las baldosas frías del baño. Octubre ha entrado con ganas este año.

Sin pensarlo mucho, camino de puntillas hasta la ducha, coloco la alfombrilla y abro el agua. Sentir el calor de la tela consigue relajarme; aunque vuelvo a quedarme quieta al observar mi cuerpo desnudo en el espejo. Sigue sin gustarme: demasiado grande, pocas curvas, mucho músculo. No obstante, está lleno de marcas amarillentas que se van volviendo moradas a medida que te aproximas al centro. Son señales de deseo. Recordatorios de una noche de desenfreno que nunca pensé en tener.

- ¿Dónde tenías la cabeza, _____? - Me pregunto, a modo de reproche-. Menos mal que eres la más responsable.

Resignada, aparto la vista del cristal y me meto en la ducha. Hoy va a ser un día muy largo.

- ¿Sigues con dolor de garganta? - Pregunta Law con sorna al entrar en consulta

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

- ¿Sigues con dolor de garganta? - Pregunta Law con sorna al entrar en consulta.

- ¿Y tú con frío? - Rebato-. Entiendo que hace rasca para ser principios de otoño. Pero ¿no exageras con el jersey?

- Estamos graciosillas hoy eh - comenta, sentándose en la esterilla que he preparado.

- Has empezado tú - contesto, empezando con los estiramientos-. ¿Cómo vas con tu chico?¿Hablaste con él?

- ¿Y esa curiosidad repentina por mi vida?

- Si un amigo tiene problemas lo normal es preguntar - contesto con simplicidad.

- ¿Amigos?

- ¿Me he equivocado de término?

- No - responde, serio como siempre-. ¿Y quién te ha dicho que tengo problemas?

- Para mí la no comunicación en una pareja es un problema. Y más si lo parcheais a base de sexo - argumento.

- Sí, puede que tengas razón - dice, antes de cambiar de tema-. Por cierto, ¿has hablado recientemente con Zoro?

- Sí bueno, el viernes lo vi en la consulta - los dedos se me crispan sobre su piel. Respira, todo va bien-. Ha pasado de molerse la espalda a un hombro. Túmbate a la camilla.

- Ah... si es que tiene la cabeza hueca - suspira con cansancio al levntarse. Noto su mirada en la nuca-. Hablaré con él.

- Estaría bien - digo, preparando el material para el masaje-. A lo mejor a ti te hace caso.

- Ese chaval no le hace caso a nadie - asegura, con cierto matiz amargo en la voz-. Pero aún así lo intentaré.

- Qué gran amigo eres - comento.

- No te burles de tus mayores.

Sonrío sin poder evitarlo y continúo trabajando.

Los clientes van pasando en una tarde tan ajetreada como muchas otras. La espalda me está matando y, dentro de poco, estaré en el punto perfecto de cocción. Algo de salsa y podrán servime de cena. Así que cansada, molida y sudada, reviso el horario en busca de la siguiente visita. Por suerte, no tengo nada apuntado.

- Halellujah - suspiro, dejándome caer sobre el respaldo de la silla y quitándome el pañuelo del cuello.

Aprovechando la rotación del asiento, giro lo suficiente para alcanzar los pañuelos y me dedico a secarme el sudor con ellos. Estoy reventada, no puedo más.

A decir verdad no sé si me cansa más el sonreír, el hablar siempre de usted o el escuchar toda clase de problemas e historias, de los que me acuerdo sin poder evitarlo y que, de vez en cuando, mezclo. Y es que hay tanta gente en el dojo que apenas y consigo recordar sus nombres. El registro del horario me ha salvado más veces de lo que me gustaría admitir.

- Ah... aún estoy muy verde - susurro.

- Yo te veo bastante desenvuelta - dice una voz desde la puerta.

Con esfuerzo abro los ojos y me incorporo. Por suerte al que ha entrado, las marcas no van a espantarlo. A fin de cuentas las hizo él.

- Disculpe, no vi su cita - digo, sonriendo una vez más, mientras me recoloco el pañuelo.

- No la tengo - dice, rascándose con incomodidad la nuca. Este hombre tiene un don para hacerlo todo incómodo-. No había nadie en recepción.

- Ya veo - digo, levantándome-. ¿Qué necesita?

- El hombro sigue molestándome.

No me extraña, eres un bestia.

- Está bien, siéntese en la camilla.

En un silencio terriblemente incómodo, el policía obedece. Ah... qué hombre. Acabemos esto rápido, quiero tomarme un descanso de cinco minutos aunque sea.

- ¿Ha guardado reposo como le dije? - Cuestiono tras desinfectarme las manos y acercarme a él.

- He estado de guardia - responde, tensándose bajo mi toque.

- ¿No tuvo hace poco? - Prosigo, sin detener mis manos pese a las quejas.

- Un compañero me pidió el cambio. Ay.

- Debería haberse negado - afirmo, tirando la cinta anterior y tomando la nueva.

- No me importa hacerlo - asegura.

- Pues a su cuerpo sí lo hace - rebato. Este hombre me molesta; no piensa en absoluto.

- Se me hace raro que me hables de usted - comenta, fijando la vista en mi cuello.

- Siempre lo he hecho - digo, continuando con el vendaje.

- Ya bueno, las cosas han cambiado un poco - asegura, buscando mis ojos.

- Mi trabajo es importante - concluyo, alejándome tras comprobar la sujeción-. Así que haga caso a mis consejos y guarde reposo.

- Lo intentaré.

Su tono me indica que con total seguridad, va a pasarse mis palabras por el arco del triunfo. Así que, durante un segundo, no puedo evitar que mis ojos se encuentren con los suyos. Se está riendo, burlando. Me molesta, me saca de quicio. Me desbarata y me toca las narices. Pero me jode todavía más que sea capaz de hacerlo y yo no pueda sobreponerme.

- Lo veré en rehabilitación pues - finalizo, dándome la vuelta, dispuesta a empezar con el papeleo.

- Lo esperaré con ansias - dice, saliendo por la puerta.

Me muerdo la lengua antes de ponerme a insultarlo en voz alta. Maldito capullo.

Oil (Zoro y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora