Mañanas difíciles

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Zoro's POV

La sensación de la saliva resbalando por mi piel me tensa. El calor y la humedad del roce me enloquece. Sus gemidos ahogados me desesperan. Necesito más.

Mis dedos se reafirman sobre su coleta, aumentando la profundidad. Tiembla y aguanta la respiración, esperando por una liberación que no va a llegar. Una y otra vez, arriba y abajo. A tal velocidad que la venda sobre sus ojos cae al suelo. Nuestras miradas conectan, pero en ella no veo súplica, sino un deseo ardiente por más que me hace gruñir.

Al echarla hacia atrás tose, apoyándose como puede en sus manos, perfectamente envueltas en cuerda negra; así como sus brazos y el resto del cuerpo. Simplemente perfecta. Jadeante, sudorosa y con un penetrante olor a menta. Con su cuerpo gritando por más.

- Qué buena estás siendo hoy... - susurro divertido.
- Más quisieras tú - contesta, apartándose el pelo de la cara con un soplido. En sus orbes (t/c) veo esa rebeldía que tanto me pone.
- Esa contestación merece un castigo - aseguro.
- Y en otras noticias, las autoridades reportan un incremento en la criminalidad en la ciudad y piden a los ciudadanos precaución - pronuncian sus labios.

El sonido lejano de la presentadora del Telediario me devuelve a la realidad. Con el cuello adolorido y el cuerpo ardiendo trato de asimilar la situación; pero tampoco me hace falta mirar a mi alrededor para saber que, una vez más, me he quedado dormido en el sofá. Abro la boca para bostezar, pero empiezo a toser prácticamente al instante. Tengo la garganta tan seca que podría afilar mis katanas con ella.  Me incorporo mientras tenso los músculos para estirarme, echándole un vistazo a la mesita de café. Busco algo que beber, pero más allá de latas y latas de cerveza, no veo nada. Suspiro, no voy a beber alcohol a estas horas. Mi alcoholismo no llega a tanto. 

Aunque bueno, mis fetiches... Parece que sí. Con asombro, compruebo que el estado de mi entrepierna es mejor del que esperaba. Calma y seca, milagrosamente. Pero la madre que me parió, es demasiado temprano para estas cosas.

Con cansancio, me levanto del sofá y camino hacia la cocina. Esa zona está más limpia, aunque en el fregadero aguardan los platos de la cena de la noche anterior, esperando a ser lavados. Abro la nevera y doy un largo trago de agua. Debería limpiar. Y abrir las cortinas por una vez. Y sobre todo, dejar los sueños eróticos con esa niña. Suspiro, frustrado por la situación.

No necesitas estas mierdas, ¿aún no has aprendido la lección? Lo que te faltaba es otra mujer en tu vida. Me regaño mentalmente, a sabiendas de que no va a servir de nada. El cerebro funciona como funciona, pese a que eso no quita que sea una...

- Mierda.

Es lo único que digo antes de salir corriendo. Llego al dormitorio y descuelgo con prisas la ropa de la percha. Me cambio a toda velocidad y salgo como alma que lleva el diablo hacia el coche. Ya tendré tiempo de limpiar la casa y mi mente cuando vielva. Porque como llegue tarde a comisaría sí que van a afilar armas en mi gaznate. 

Conduzco lo más rápido que puedo y aparco sin preocuparme por las plazas asignadas. Cuando atravieso la puerta, ya hay varios de mis compañeros con sus uniformes puestos, listos para salir a patrullar. Yo aprieto el paso y llego al vestuario. Allí otros policías terminan de cambiarse, entre risas y conversaciones amenas.

- Y pues la verdad es que no tengo ni idea de qué regalarle a mi hija - escucho decir a un compañero.

- Siempre puedes regalarle un móvil nuevo.

- No cobro una millonada, ¿sabes?

- No hace falta que lo jures, estamos en el mismo barco - se queja el otro-. ¿Y qué tal algo de ropa?

- No creo que sea buena idea, no sé nada de moda femenina.

- ¿Y maquillaje?

- No sé no sé... - en ese momento, el oficial de mediana edad se gira hacia mí-. Zoro, ¿tú qué le regalarías a una chica de dieciséis años?

- A mí no me preguntes - respondo secamente, mientras termino de abrocharme la camisa-. No tengo idea.

- Uh... Qué malas pulgas traemos hoy - interviene el otro con tono de burla-. ¿Te ha dejado la novia?

- ¿Qué novia, idiota? 

- Es por esas contestaciones que no tienes una - apunta el más mayor.

- Eso y porque no sabe qué regalarle a una chica joven - añade su compañero.

- ¿Por qué tendría que regalarle algo a una mujer? - Me quejo molesto-. Además, ¿quién querría salir con una niña?

- Oh... Así que Zoro le van mayores - se burla el más joven de la pareja.

- Sí, ¿algún problema?

Mis contestaciones son cada vez más bruscas, pero no tengo ni tiempo ni paciencia para soportar gilipolleces. Cuando termino de vestirme, cierro la taquilla de mal humor y camino hacia la puerta, pasando entre ambos policías. Estos se miran entre ellos, algo confusos. Pero no tardan es esbozar una sonrisa pícara y volver a hablar.

- A ver si vas a necesitar otro masaje.

El comentario, obviamente, no ha ido a joder. Esas cosas no suelen verse en nuestro cuerpo, nos llevamos todos bastante bien. Pero consigue que me detenga durante unos segundos, con la mano en el aire cerca del picaporte. Llevaba días intentando no pensar en ello y la broma no me habría importado, de no ser porque resulta que la masajista que me hizo un happy ending ahora trabaja en mi dojo. Y que, para colmo, mis escasas horas de sueño se han convertido en películas porno con ella como coprotagonista. Suspiro y termino por salir de la sala. No puedo quedarme más tiempo aquí.

- ¡Zoro! 

La voz de mi compañera hace que me gire cuando estoy pasando por el hall.

- ¡Qué cara de pocos amigos me traes! - Grita mientras corre hacia mí.

- Eres la segunda que se queja de eso - suelto tras chasquear la lengua.

- Bueno, no es como si me estuviese quejando - contesta cuando me alcanza-. ¿Qué te ha pasado hoy? No sueles llegar tarde.

- Me he quedado dormido en el sofá.

- ¿Otra vez? - Pregunta incrédula-. Vas a destrozarte las cervicales. Si vas a dormir hazlo en la cama.

- Soy el primero que quiere hacerlo - contesto rascándome la nuca.

- Ya bueno, tú inténtalo - dice, comprensiva ante el problema-. Por cierto, a lo que venía.

- Roronoa Zoro, a mi despacho.

La potente y estricta voz de uno de mis superiores resuena a nuestras espaldas. Miro a Tashigi, que me observa con un gesto de disculpa. Yo simplemente me doy la vuelta y lo miro. Ahora entiendo la prisa de la chica por hablar conmigo.

- Enseguida, Inspector Principal Smoker.

Oil (Zoro y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora