_____'s POV
Con ojos cansados, miro el reloj una vez más. Los párpados se me cierran y por mucho que intente evitarlo, los bostezos empiezan a escapárseme.
- Y entonces Buggy salió disparado del cuartito de la fotocopiadora - dice mi hermana, relamiéndose los dedos-. Parece ser que Bonney lo pilló mirando bajo su falda. ¿No quieres el último pastelillo?
- No, está bien.
- Sabes que la vida está para darse alegrías, ¿verdad? - Cuestiona, cogiendo con delicadeza una versión en miniatura de zuccotto.
- No todos tenemos ese maravilloso don de comer sin engordar - rebato, justo antes de bostezar-. Además, sé que te gusta comer dulces cuando estás triste.
Alba muerde el pastelillo y mastica en silencio, pensativa. Tras tragar, una sonrisa lastimera crece en sus labios.
- A veces detesto lo observadora que eres.
- Esto no tiene nada que ver con ser observadora. Hemos convivido muchos años, te conozco - aseguro, viendo cómo deja el dulce sobre el plato-. Así que, algo ha tenido que pasar.
- He discutido con Caleb - dice, apoyándose en el respaldo del sofá -. Pero esta vez no ha sido como las otras. Esta mañana... Parecía que quisiese golpearme.
- ¿Caleb? ¿Golpearte? - Pregunto, calcando su movimiento-. Le tiene demasiado aprecio a sus dedos como para hacerlo.
- Tiene piernas - contesta, siguiéndome la broma.
- Sin pies tampoco puede tocar el piano - argumento.
Los apuntes humorísticos terminan ahí. Hace un buen rato que estoy sentada a lo indio en el sofá, pese a que ella sigue con las piernas cruzadas y la espalda recta. Las manos entrelazadas sobre su regazo me dejan ver que está más preocupada de lo que parece.
La sonrisa a medio camino y la mirada gacha me convencen de girarme lo suficiente para mirarla a la cara. Conseguir que Alba se exprese es complicado, aún y cuando todo el mundo piensa lo contrario.
La ven tan alegre y extrovertida que a nadie se le pasa por la cabeza el hecho de que en realidad, es muy sensible y observadora. Lo que la hace una fantástica aliada y una temible enemiga. Algo que comprobaron con frecuencia sus compañeros de instituto.
Ahora es más tranquila y ha dejado las peleas, aunque mas bien lo prefiero: uno de sus puñetazos podría enviarte al hospital antes incluso de que pensases en defenderte. Con el boxeo como pasión y la musculatura que ha formado el último año y medio... Un intercambio de golpes con ella podría ser ciertamente mortal.
- ¿Crees que es posible que me odie? - Pregunta con voz débil, casi temerosa de escuchar mi respuesta.
La observo durante unos segundos: se ha encogido y juraría que tiene los ojos húmedos; pero no puedo asegurarlo porque gran parte del cabello se ha escapado de su moño y le cubre la cara. Aunque admito que no me hace falta verla para saber que está a punto de llorar.
- Cuando te peleabas ¿era porque odiabas a esa gente? - cuestiono, tomando el dulce a medio comer.
- No me caían especialmente bien, la verdad - admite, con una media sonrisa.
- Pero no los odiabas - afirmo-. Te costaba mucho controlar tus emociones y, no era raro que te asustases de las cosas que no conocías. Lo malo es que en vez de llorar o huir, tú atacabas.
El silencio cubre el aire que, pese a todo, se siente frío y nostálgico.
- Lo detesto ¿sabes? Mi pasado, quiero decir - aclara-. Me recuerda tanto a cómo era él... Parecerme a ese sujeto me da arcadas.
- Bueno - intervengo-. Al menos ahora lo llamas "sujeto" y no "gilipollas".
Alba ríe levemente, aunque de forma amarga.
- Yo no tengo muchos recuerdos de aquella época - admito, echando la cabeza hacia atrás-. Caleb tenía un año cuando se marchó. Así que eres la única que vivió realmente todo aquello. Bueno, tú y mamá.
- Mamá... - repite-. ¿Has hablado recientemente con ella?
Al hacerme esa pregunta alza un poco la cabeza, aunque se mantiene encorvada y con los antebrazos sobre los muslos.
- Hablé con ella esta mañana, antes de ir a trabajar - informo-. Me dijo que dentro de poco iría a Kusatsu.
- Dios mío... - suspira, pasándose las manos por el pelo y enredando los dedos en él-. ¿Ya ha pasado un mes?
- Sí... El tiempo pasa rápido fuera de casa.
- Hace mucho que no voy a verla - se lamenta.
- Trabajas la gran parte del tiempo - digo-. Y mamá entiende que eres mayorcita y tienes que hacer tu vida - guardo silencio durante unos segundos, fijando la vista en el techo-. Aunque eso no quita que te eche de menos.
- Sabes de sobra porqué no voy.
- Y tú sabes que no puedes estar así para siempre - rebato, tras soltar un suspiro-. Papá no es como él. Que lleves muy mal el que te den órdenes es otro tema. Aún ni siquiera sé cómo puedes ser secretaria - bromeo.
No me responde, simplemente alza una mano y junta tres dedos, antes de frotarlos con suavidad. No puedo evitar sonreír y, ella tampoco.
- Intentaré hablar con ella - dice, finalmente, antes de mirar su reloj de pulsera-. Debo irme.
Con esas palabras, se levanta y alisa la ropa. Yo la imito, aunque me da igual estar hecha un desastre: pienso irme a dormir en cuanto salga por la puerta.
- Quédate con los dulces.
- ¿No vas a llevarle a Caleb? - Pregunto, mientras la veo coger el bolso y la chaqueta del perchero en la entrada.
- Esos ya los he dejado en casa - responde, mirándose al espejo-. Madre mía qué pelos.
- Bueno, tampoco te vendría mal verte algo más accesible de vez en cuando - comento-. Entre el rapado, ese recogido tan tieso que te haces siempre y la cara de pocos amigos que pones al trabajar, no me extraña que tus compañeros te tengan miedo.
- Lo dice la que lleva el mismo corte de pelo desde que tiene doce años - devuelve, con una sonrisa ladina-. Y no me tienen miedo, me respetan.
- Pues a ver si pones a ese tal Buggy en su sitio - rebato-. Que como le arrees tú, lo mandas a urgencias.
- Meh, detalles menores - dice, saliendo por la puerta-. Nos vemos.
- Bye bye.
Nos miramos unos instantes antes de que se cierre la puerta. Alba sonríe, pero sé que está tensa y estresada. Nunca ha tenido un CE demasiado alto, así que entre el trabajo y cuidar de Caleb, que tampoco es precisamente fácil de tratar, debe estar al límite. Tal vez debería regalarle un viaje al onsen. Pienso, mientras vuelvo hacia el salón y empiezo a recoger la vajilla.
Pero ahora mismo la prioridad es mi hermano. Debería hablar con él en cuanto tenga ocasión.
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Oil (Zoro y tú)
FanfictionBañados en aceite, las caricias resbalan por nuestra piel. Los olores me embriagan y su voz se incrusta en mi mente. Borracha de placer, busco con desesperación el cuerpo ajeno. Jadeo sin poder evitarlo, ciega en el torbellino de emociones. Sin m...