La frialdad de la nieve traspasaba como eco sonoro por mi piel, desgarrándome la garganta y haciendo estragos en mi débil cuerpo. Una mancha de sangre se expandía considerablemente sobre aquella superficie nevada, brillantemente roja como el fulgor...
La frialdad de la nieve traspasaba como eco sonoro por mi piel, desgarrándome la garganta y haciendo estragos en mi débil cuerpo. Una mancha de sangre se expandía considerablemente sobre aquella superficie nevada, brillantemente roja como el fulgor del cardenal. Sentía el palpitar de 30 corazones y las miradas platinadas realmente hostiles que aguardaban a mi alrededor para asesinarme... o simplemente devorarme. Las señas de algo distinto se dejaron ver, cautelosas, misteriosas y desconfiadas, mientras mis sentimientos se descongelaban bajo el rayo incesante de un magnifico sol.
Las lágrimas enfriaron mi rostro y el capullo entre mis manos se abrió dejando aflorar una naturaleza oculta... indescriptible y al mismo tiempo libre y de un alma magníficamente pura.
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