—Estamos cerca.
La voz, aunque parecía ser masculina y provocaba escalofríos al escucharla, provenía de una bella mujer de cabello rubio, quien tenía los ojos cerrados en ese momento y hasta segundos antes parecía dormir.
—¿Vordove? ¿Sarah?
Uno de los gemelos, aquel que vestía como si fuese a una reunión de gala en vez de estar en medio de la selva, se levantó de su lugar y acercó a la mujer. La luz de la fogata encendida mostraba un rostro preocupado.
—No la despiertes, Astar—advirtió la voz masculina—. Esta demasiado cansada, cargar conmigo le supone un gran peso a su cuerpo. Ella no fue creada para esa tarea, por lo que si desgaste es natural.
El hombre, de cabello rubio y ojos esmeralda, volvió a su lugar junto a su hermano y se sentó a su lado. A pesar de que eran practicamente iguales, se podían distinguir a simple vista por las heridas que ambos poseían en sus rostros. El mayor, Astar, tenía una cicatriz que atravesaba todo su rostro en diagonal, evitando por muy poco sus ojos. El otro, en cambio, solo tenia algunos cortes pequeños sobre las cejas y uno bajo su barbilla. Aun así, una ligera barba descuidada de varios días cubría ambos rostros.
—Deberías despertarla pronto —dijo una mujer joven, pecosa y bonita, aunque también con restos de batalla grabados en su cuerpo. El más pronunciado era la cicatriz en el cuello, tan profunda que parecía como si en algún momento estuviese a punto de ser decapitada.
El último de ellos también dormía más allá, pero la ausencia de una de sus manos indicaba que estuvo en batallas tan feroces como los otros.
—Ten Riste —me dijo la muchacha, tendiendome una copa de jugo. La cerveza hacia semanas que se había agotado y ahora era todo lo que podían ofrecer, me dijeron antes entre risas. Estaba bien, detestaba el alcohol de todas formas, aunque era muy bueno para remediar el miedo—. Y descansa también, mañana el viaje será igual de largo.
Yo no pertenecía al grupo, hacia apenas unas semanas atrás fui rescatado por ellos en medio de la selva del continente mágico. Era un trovador, sin mucha experiencia en lucha, obviamente no iba solo al principio, pero mi grupo fue masacrado por las bestias que asolaban el continente. Mi suerte hubiese sido la misma si no me hubiera encontrado con su grupo.
Miré de nuevo al grupo, estremeciendome cada vez que el fuego iluminaba algunas de sus heridas. Preguntándome cada vez como habían sobrevivido a tal castigo.
Curiosamente, no fueron las bestias las que les causaron esas heridas, puesto que yo mismo comprobé que ninguna se acercaba a nosotros debido a la presencia de aquella mujer, quien apenas hablaba. Y también, al ser rescatado constate que sólo las más poderosas podrían haberles causado ese tipo de daño. No, por conversaciones supe que fueron a causa de la batalla contra un hombre, aunque no podía imaginar quién fuese tan poderoso o cruel como para hacerles eso.
—Si dices que ya casi llegamos, te refieres a...
—La biblioteca —respondió la voz a Astar.
El gemelo asintió y se levantó de nuevo para ir hasta la base de un árbol, en donde se recostó para dormir. El resto hizo lo mismo, aunque ese tipo de acciones se consideraban ilógicas en un lugar donde cualquier cosa te podría atacar de pronto. Pero yo no era nadie para juzgarlos, como dije antes, parecía ser que las criaturas tenían un miedo inusual de aquel ser que estaba dentro de la mujer, Sarah.
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Theria: El templo de los orígenes.
AdventureEl tiempo corre. Ocho años han pasado desde la batalla en Virelia y el mundo se encuentra en un estado de calma visto pocas veces antes. No hay guerras y la diplomacia fluye a través del continente humano. Pero esto es una fachada para que los Gober...