Parte 3: El Cazador.

171 23 8
                                    

Hill

—Este es un mensaje importante, si alguien escucha esto vayan a mi pueblo natal y una vez que Nierya cumpla su objetivo lleven el núcleo del titan de vuelta a Mirie, a la caverna que se encuentra bajo la ciudad. No puedo explicar más, pero es necesario...

—Estoy enterada y voy en camino —me respondió Karla a través de la esfera de comunicación.

—Gracias —le dije con sinceridad, para luego arrojar la esfera a los pies del Cazador, quien la destruyó en cuanto hizo contacto con él.

—Hola Charlenne —le dije, a su lado Himm me miraba con una mirada que claramente me deseaba la muerte—. No puedo decir que es un gusto y menos viendo la compañía que llevas, pero ahora mismo estoy un poquito ocupado, así que si te apartas y me dejas hacer lo que se supone debo hacer, te lo agradecería mucho. Ya después si quieres te invito una copa o un vaso de sangre, lo que gustes...

—Una gran propuesta, pero me veo en la agradable necesidad de declinar —dijo el Cazador con una sonrisa—. Verás, hijo de la tormenta, si estoy aquí es única y exclusivamente para matarte y ambos sabemos que si en este momento te dejo ir arruinaría mis planes.

—Deja de hablar Cazador y toma a tu presa. Yo ya tengo a las mías... —lo interrumpió Himm. Estaba diferente, su piel lucia quemada y sus ropajes estaban sucios y rotos. No tenía cabello y al hablar lo hacía con voz muy ronca, como si cada palabra fuera un suplicio—. ¿Donde está la elfa? ¡Dijiste que estaría aquí!

—Oh, no, mi buen amigo. Dije que te llevaría a adonde estaba y hasta hace poco estaba aqui. Ya se fue...

—¿Sabes a donde se fue mi esposa, Cazador?

—Se te adelanto un poco, hijo de la tormenta —contestó él, encogiendo los hombros—... Bueno, viendo que ya sabes de que tomas el nombre te llamare niño Rith, si estas de acuerdo. En fin, pues la elfa se halla ahora mismo allá arriba, te recomiendo que la alcances enseguida o morirá... Aunque en vista de que yo te mataré creo que no vas a poder. Pero en fin, detalles.

—Hill, yo lo...

Ni siquiera alcance a escuchar lo que Sarah me estaba a punto de decir, pues en ese instante una luz blanca me rodeo y cuando se desvaneció ya me encontraba en otro lugar, una selva calurosa en donde se podían observar los inicios de una de esas escaleras que parecían ir hacia el templo.

—¡Hill!

Para mi sorpresa ahí me encontré con Aria corriendo hacia mi, quien llevaba su armadura sucia y llena de rasguños. Hacía años que no la veía y la verdad esperaba que la siguiente vez que nos reunieramos fuese en mejores condiciones.

—Aria, ¿sabes donde estamos?

—En algún lugar del continente mágico —me respondió ella. En su mano tenía sujeta la empuñadura de una espada sin hoja y sudaba, indicios de que estuvo luchando con algo—. Aunque no sé porqué ese loco nos trajo aquí.

—Fue el destino quien los trajo aquí, mi presa prometida.

Su voz provino de las escaleras, de donde bajaba a paso lento, disfrutando cada segundo.

—Cazador, no es muy tarde, voy a reunir a las apos... —le intenté hacer entrar en razón, pero él me interrumpió con una carcajada.

Theria: El templo de los orígenes. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora