Parte 4: Destino.

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Hill

Las serpientes atacaron a Aria, quien las esquivo con algo de dificultad, cortando la cabeza de una mientras se movía a una gran velocidad, esquivando los colmillos de los animales, mientras movía su espada de un lado a otro, quemando y cortando las duras escamas como si fueran de plastilina.

—Ya me he enfrentado a cosas como esas anteriormente, no son nada —me dijo con una expresión neutra. Aunque no entendía como, pues se suponía que no existían en este mundo.

Pero no era momento de pensar en eso.

No pudimos seguir hablando, ya que en ese momento, aprovechando que Aria estaba ocupada, el Cazador se dirigió a mi, con una espada ligera desenfundada. Me tomo por sorpresa, pero de manera instintiva cambie a Zalia en un escudo para defenderme, justo en el momento del impacto. Mientras hacía esfuerzo por resistir la fuerza de Charlenne, pude sentir como las ondas de poder destructivo comenzaban a salir de su arma, justo como hacía Clarisse.

Era una suerte que Zalia no fuera un arma común o la habría perdido en ese momento.

Y también era bueno que ahora entendiera mejor los poderes del Cazador. Después de conocer a Clarisse y a Mia había podido comprender el funcionamiento de las magias de destrucción y creación. Ambas afectaban la energía mágica, ya fuese ambiental o de los seres vivos, una transformándola en un nuevo ser y la otra convirtiéndola en la energía original, deshaciendo lo que había sido. Dos caras de la misma moneda.

La mationetista hacia algo parecido, destrozando su cuerpo para convertirse en algo nuevo o usando la magia ambiental para crear a sus monstruos.

Mientras controlará mi energía mágica mejor que él su poder no funcionaria... En principio. Lo malo es que él era mucho mejor en eso que yo.

Mi ropa comenzó a deshacerse por los bordes, al igual que una de mis uñas. Al ver eso retrocedí unos pasos a toda prisa y convertí a Zalia de nuevo en una espada de mandoble para atacar. Charlenee se defendió con su propia arma. La mía era del doble de grosor y había usado casi toda mi fuerza en el golpe, sin embargo ni siquiera lo hice retroceder, mucho menos quebré su arma.

—¿Es parte de ti, verdad? —le pregunté, mirando fijamente la espada, verdosa y con algo que parecían ser ojos en la empuñadura.

—Todo es parte de mi —me respondió el, sonriendo de manera desagradable.

Retrocedí de nuevo, mirándolo. No iba a ser fácil y eso era malo, me había esperanzado en que mis habilidades fueran suficientes para acabar con eso rápido. No sabía de qué era capaz el titan de la tormenta, pero no podía confiar en que mi hermana fuera lo suficientemente fuerte como para pararlo, ni siquiera sabía si ella aún se encontraba en Sarte junto a Clarisse y su, seguramente, difunta esposa.


—¡Hill! —me grito Aria para advertirme. Una especie de tigre salto desde algún lugar en la maleza, hiriendo mi hombro derecho con sus garras. Me hice a un lado mientras transformaba a Zalia en una daga y la clave  en uno de sus costados, creando dentro de él relámpagos que lo destrozaron casi al instante.

Al mismo tiempo una especie de lagarto gigante salió del suelo en donde se encontraba Aria y la atrapó con sus dientes, de no ser por la armadura que ella portaba habría muerto al instante.

Theria: El templo de los orígenes. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora